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La condición humana III: La plegaria del soldado

Bélico. Drama Tras ser derrotados por los rusos, Kaji y los pocos hombres de su unidad que han sobrevivido emprenden una larga marcha en un intento desesperado de llegar a territorio amigo. Tras sortear no pocas dificultades, Kaji se ve obligado a rendirse y es enviado a un campo de prisioneros en Siberia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2012
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kaji solo quería estar con Michiko.

Aborrecía las armas y huyó de ellas mientras tuvo la oportunidad. Por ella (y sus ideas, porque él era fiel a sus ideas) se metió en una mina de carbón lleno de chinos que simplemente querían ser libres, que veían a los japoneses como unos "perros asesinos". Y aún por encima, sus compatriotas, los propios japoneses, lo veían como un traidor, un "idealista", o peor aún, comunista, que simplemente entorpecía la "divina misión" de Japón de ganar la guerra, y con sus ideas extrañas como el de "mejorar las condiciones de los trabajadores (y peor aún, la de los prisioneros chinos)" evitaba mejorar una producción que "nunca era suficiente".

Con eso Kaji lo pasaba mal: A veces traicionaba sus ideas, los chinos lo veían como un "perro japonés" más. Michiko estaba triste y no lo comprendía... Pero Kaji era fuerte y lo superó, superó a aquellos que dudaban de su palabra, de sus ideas, superó las adversidades, los problemas que iban surgiendo, nunca se doblegó ante nada, ante ninguna persona. Incluso a punto de renegar para siempre de sus ideas, supo mantenerse recto, supo ser fiel a lo que creía.

Pobre Kaji,... Aquello fue el principio del fin.

Lo tacharon de comunista, lo calumniaron, lo torturaron, lo humillaron, lo obligaban a confesar por crímenes que él no había cometido. Querían a un culpable, algo que les permitiese seguir con sus mentiras. Pero Kaji era más fuerte que eso, mucho más, y no cedió.

Lo dejaron "libre", con sus heridas tanto externas como internas, pero libre... Lo que no sabía es que aquello lo marcó, lo dejó como "Persona non grata" en su trabajo, en su entorno... Se desquitaron con él, lo mandaron a aquello que más odiaba: El ejército.

Adiós Michiko, adiós, prometo que regresaré vivo.

Luego vino el entrenamiento militar. Y aquello no era rosas, no. No era que Kaji creyese que se iba a encontrar con algo "sencillo, simple", no. Solo que no esperaba aquella degradación del Ser Humano, aquella humillación. Y más aún, ahí no había chinos que lo justificase,... ¡era entre japoneses! Y todos miraban hacia otro lado. Los "novatos" lo aceptaban con resignación (ya les tocaría a ellos poder devolverlo a otros novatos en su momento) y los veteranos se ponían las botas. Total, era una forma de "endurecer a los nuevos", porque en la guerra nadie va a ser compasivo, todos van a salvar su propio trasero. Ahí crean soldados, no niños de mamá.

Kaji no lo entendía. Él simplemente hacía lo que le mandaban. Era buen tirador, aunque sus superiores lo vigilasen estrechamente como comunista. A él y a otro amigo, Shinjo, que simpatizaba con ideas comunistas. Pero Kaji no comprendía las injusticias. Chupaba ostias porque para él la jerarquía no era sinónimo de "poder", sino de "sabiduría" Él no se callaba ante las injusticias, él siempre ponía la cara, aunque estuviese solo. Eso le valió más de una paliza, pero Kaji lo soportaba.

Michiko mientras, estaba sola, sin su presencia. Y no podía tolerarlo, necesitaba verlo, sentirlo, saber que estaba bien. Y lo fue a visitar...

¡Qué bonito fue aquello! Kaji se quedó con el mejor recuerdo que pudo atesorar antes de ir a la guerra, solo durante un día, antes de volver a sentir las nuevas injusticias que lo iban a rodear con renovada crudeza, que poco a poco lo iban desgastando. Y aunque Kaji seguía recto a sus ideas, ahora el enemigo era el propio ejército...

Un ejército que incluso lo sentía como un "estorbo demasiado revolucionario." (Aunque su amigo lo dijo con palabras más suaves)

Kaji no lo entendía. Simplemente quería dar a sus hombres (porque en ese momento era un veterano, SU superior) un mejor trato. ¿Tan difícil era de entender?

Pero poco duró aquello. Al poco tiempo se vio inmerso en una guerra que no entendía y nunca había entendido, una guerra donde en cinco minutos vio su batallón masacrado por unos tanques y unos soldados que no tuvieron piedad con ellos. (Tampoco hubiese sido al revés). Solo había muerte y dos o tres supervivientes igual de aterrados que él. Solo eso. Y fue en ese momento en el que en la mente de Kaji se encendió una luz, una idea, una obsesión que mantendría a lo largo de esta historia: Sobrevivir, regresar con Michiko.

Y así lo hizo. Con pocos hombres y con sus rifles como medio de supervivencia, Kaji mandó la guerra a pasear y se puso en camino con una idea en mente. Le daba igual los superiores, inferiores o lo que se le cruzase por el camino, y los demás soldados si querían seguirlo bien, y sino que hiciesen lo que les viniese en gana, que él mucho tenía que hacer.

A penas sin comida, y con mucho que perder y poco que ganar, Kaji se fue, y sacrificó todo: Comida, salud... incluso seres humanos, todo. Aquel idealista llamado Kaji se había desvanecido, y había nacido un nuevo Kaji que endurecido, exigía la misma dureza para todos, incluso aún sabiendo que no podrían seguirlo. No es que se hubiese vuelto frío o cruel, simplemente avanzaba. Intentaba conservar a la gente con vida, racionaba toda comida que quedaba para que todos, aunque fuese un grano de arroz, pudiesen comer, intentaba evitar que otros comiesen muchos y los demás pocos, pero no tenía piedad. Si morían, morían.

*Sigue en el Spoiler*
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GabrielleECohl
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29 de mayo de 2009
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
197/24(27/05/09) La trilogía creada por el gran Masaki Kobayashi llega a su fin, las épicas andanzas de este "Don Quijote" japonés que intenta sembrar la justicia y la humanidad por todos los escenarios de la guerra, pero como el héroe de Cervantes lucha contra ruedas de molino. En esta tercera parte asistimos a la evolución del personaje de Kaji, se muestra mucho más áspero, rudo, violento, considera que la guerra le ha vencido el espíritu hasta convertirlo en lo que odia y piensa que lo único que le puede redimir es el amor por Michiko. El argumento de esta parte nos cuenta como los tres únicos soldados nipones supervivientes a una batalla contra los soviéticos intentan llegar a la zona japonesa, por el camino se le van uniendo más gente, soldados y prostitutas, hasta que les atrapan y los internan en Gulags donde pasan penurias. Esta entrega última es un desalentador colofón para este relato antibélico, no deja lugar a la esperanza, resulta un amargo punto y final donde su resolución es un puñetazo en estómago de todos los que hemos sufrido con este ilusionante y carismático personaje, no deja hilo de ilusión, nos presenta un mundo abocado a la autodestrucción, en donde cualquiera que intente cambiar la inercia será sacudido por salvaje realidad. La cinta adolece como el resto de un excesivo metraje que impide avanzar con agilidad la historia, dando lugar a la reiteración en el mensaje haciendo que este sea cansino, es como si en Japón fuera necesario este lento discurrir. Aparte de esto el relato está rodado con la normal maestría de este semidesconocido para los cinéfilos, Masaki Kobayashi, sabe alternar sabiamente los planos abiertos de paisajes como los intimistas primeros planos donde el padecimiento bestial de los personajes se te inyecta en vena, ayudado por una maravillosa fotografía y espléndida banda sonora que marca sobremanera la trilogía. Recomendable a los que gusten de cine de calado, imprescindible ver las dos anteriores. Fuera y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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30 de diciembre de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valentía, coraje e independencia son los tres adjetivos que me vienen a la cabeza cuando pienso en la cinematografía de Masaki Kobayashi. Si bien es cierto que "sólo" he visto esta trilogía monumental de 9 horas de duración, la obra maestra "Harakiri" y la fascinante "El más allá", le considero uno de mis directores favoritos.
Me resulta difícil hablar de esta trilogía por separado aunque sean tres películas que narran momentos vitales diferentes del personaje de Kaji, un antimilitarista japonés que tendrá que conocer de primera mano la instrucción y la guerra en el bando japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Ante todo, "La condición humana" es la experiencia vital de Kaji que yo siento en primera persona como la de un individuo que siempre pretende seguir sus ideales aunque por el camino cometa muchísimos errores ya sea por arrogancia o por buena voluntad. Su degradación va pareja a su lucha contra los muros humanos y existenciales ante los que va chocando, primero en su labor como supervisor en una mina, luego como soldado raso y, finalmente, como cabo.
Y, sobre todo, no estoy en absoluto de acuerdo en que la tercera parte de la trilogía sea la peor o sea un truño. En ella, el personajes lucha ya con una desesperación que le agobia y le supera y sólo la combate ya por el recuerdo de su esposa Michiko.
He visto mucho cine en el pasado y lo seguiré viendo pero debo decir que el final de la trilogía de "La condición humana" es uno de esos que permanecerán grabados a sangre y fuego en mi mente, a la altura como mínimo del "Nadie es perfecto" de Wilder.
Aprovechad unas vacaciones o un fin de semana en el que tengáis tiempo por delante y deleitaos con este manjar sólo al alcance de cinéfilos de pedigrí.
vaillant
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6 de octubre de 2008
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kobayashi pone punto y final a las peripecias de Kaji por las estepas de Manchuria una vez la guerra ha terminado y muchos combatientes se encuentran en tierra enemiga. Con la derrota del ejército Kaji camina con el objetivo de llegar a los brazos de su esposa. Pero la derrota no es sólo militar, es también física y mental. Kaji se ha convertido en un soldado desconocido. Desde su comienzo, Kaji afirma “soy un asesino” y Kobayashi aprovechará la culpa y la dualidad de sentimientos del protagonista para que el regreso a su patria se convierta en un doble camino: el físico y el moral.

Su inicio es quizá lo mejor de esta tercera parte: los soldados perdidos por el bosque en compañía de prostitutas y campesinos. Aquí es donde empezamos a vislumbrar ese cambio en la moralidad de Kaji. Lo malo es que ya sabiendo del cambio, la cinta no es más que un acopio de escenas de gran poder visual pero de poca función en el desarrollo del guión. Es decir, todo se alarga en exceso. Es la tercera parte la menos acertada de las tres.

Al final, sólo el recuerdo de Michiko (la mujer de Kaji) lo mantiene en pie, mientras que el resto del mundo y el resto de sus ideas, desaparecen con el horror de la guerra. A pesar de ser uno de los mejores reflejos del cine antibélico, Kobayashi perdió la oportunidad de haber construido el grito de protesta perfecto.
Chagolate con churros
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26 de julio de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Epico final para una trilogía memorable. Las andanzas del antimilitarista ya completamente curtido en mil batallas después de la instrucción y la escaramuza con el ejercito rojo. En esta peli Kaji emprende ya una huida a la desesperada tanto de chinos, rojos como de propios compañeros japoneses que pueden acusarles de desertores. Es impresionante la evolución del personaje que era incapaz de levantarle la voz a un prisionero en un campo de trabajo y ahora reparte sin rechistar. En definitiva Kaji pasa del vive y deja vivir al si eso ya dejas de vivir tu para que viva yo. Ojo no porque el protagonista sea un amoral sin escrúpulos sino porque se ve obligado a ello. También me gustó esa sensación de desorientación de no saber donde están ni hacia donde van la mayor parte del tiempo. Pero a Kaji le importa poco el sólo quiere escapar del horror de la guerra y volver a casa con Michico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tasmanian devil
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