Black Sails (Serie de TV)

Magnifica y épica serie para los amantes del género de aventuras y, especialmente, para los espíritus ácratas que quieran disfrutar durante cuatro temporadas de piratas con gran carisma, donde, sin desmerecer en nada las grandes escenas de acción, destacan con brillantez las tramas e intrigas bien trazadas y diálogos entre los principales personajes llenos de profundidad, alejados del típico maniqueísmo de las series americanas. Destacar también como los guionistas de la serie han mezclado, con acierto, personajes reales del siglo de oro de la piratería (Vane, Barbanegra, John Rackham, Anne Bonni), con otros ficticios (Capitán Flint, Long Jong Silver, Israel Hands de la mítica Isla del Tesoro de Stevenson).

La fotografía perfecta, los escenarios caribeños espectaculares y los actores a un grandísimo nivel. Especialmente relevantes son los personajes femeninos, llenos de complejidad y alejados de los tópicos machistas, pese a que se mueven, entre costuras, en un mundo eminentemente masculino. He de reconocer mi predilección por Toby Stephens, pues interpreta al Capitán Flint con un carisma especial, dotándolo de diversas capas y pliegues, hasta poder descubrir cuáles son sus verdaderas motivaciones vitales. Aunque, insisto, todos los actores y actrices están a una gran altura.

No os dejéis llevar por los primeros capítulos de la primera temporada, la serie va “in crescendo” y los finales de temporales son, simplemente, brutales!

La isla del tesoro es un libro muy disfrutable, y en él podemos ver a John Silver el largo (personaje que inspiraría para hacer al famoso Jack Sparrow. Sí, aunque Jack Sparrow parece un personaje muy original, en realidad no lo es tanto). Todas estas obras de piratas, incluso La Isla de las cabezas cortadas, son muy entretenidas y atrayentes. Pero Black Sails va más allá, y decide retratar a los piratas de la manera más fiel posible.
Mezclando personajes históricos con personajes de La isla del tesoro, nos presentan un relato fascinante acerca de la vida pirata. De sus sociedades, de sus barcos, sus gentes, etc. De obligatorio visionado para todo aquel interesado en este periodo histórico, y es que además de presentar una narración interesante, un buen guion y carismáticos personajes, tiene uno de los mejores cierres que he visto en una serie. Siempre he pensado que poner fin a una serie es complicado, y esta lo logra, todo un acierto.

El mundo de la ficción Made in Usa lleva más de 60 años contándonos, desde la vetusta pantalla catódica, historias de policías patrulleros, mafiosos depresivos, espías con hijos en la edad del pavo, asesinos en serie sentados en sillones de piel de vaca, periodistas, políticos corruptos, fugitivos de la ley, vaqueros en el Far West, cárceles de alta seguridad, superhéroes, brujas, magos y un larguísimo etcétera. Hasta caballeros andantes en un mundo psicodélico entre la ficción y el medievo. Bien, llegados a esta ínsula del entretenimiento, nos encontramos con unos piratas en el Caribe de garfio, zarcillo y sable afilado. Black Sails es una de las últimas series que he visto y me quedado a dos velas —no precisamente negras— más bien, grises y pidiendo oxígeno. El canal Starz junto al vidioclipero Michael Bay en la producción ejecutiva, de este carísimo entretenimiento, son responsables de una de las nuevas apuestas en la TV de cable de 2014. La idea parte del guionista Jon Steinberg, un tipo que dejó oficio en la interesante “Jericho” (2006), y de ahí que la decepción sea aún más profunda. La entrega de ocho episodios de una hora de duración está centrada en la edad de oro de la piratería entre el Caribe y el Atlántico. A modo de precuela, sobre la obra del ínclito Stevenson, se nos mezcla el drama y acción entre las bellas aguas del Caribe antillano. Gestándose una trama donde las expectativas, a priori, son mucho más decepcionantes de lo que apunta toda la tramoya del show. Es verdad, que transitan algunos personajes extraídos de la Isla del tesoro como el fascinante John Silver “el largo” pero la historia se le deja al protagonista y ”héroe”; el Capitán Flint (interpretado por el inglés, Toby Stephens, actor que nos dejó un sabor agradable en aquella joya que se llamaba “Fotografiando Hadas” de Nick Willing en 1997 y ahora reconvertido en un actor de ficción BBC y Channel 4) jugando a feroz jefe de una camarillas de piratas, embarcados en un galeón versus la perla negra de Jerry Bruckheimer. La crítica del otro lado del charco llegó a establecer un paralelismo con la serie estandarte de la nueva HBO, Game of Thrones. Todo es opinable. Visto y a toro pasado que diría el maestro Belmonte. Ver para creer. No soy fan de GOT, pero uno lleva mamando la HBO desde su primer combate de boxeo y la factura de los productos Made in HBO tienen un aroma entre lo más original y sublime de la historia de la TV. Ni tampoco el gran western de mediados del primer milenio, Deadwood. Es obvio, que las comparaciones son odiosas. Fetén. Ya quisieran en Starz que —los piratas tan fashion y sexuales de Black Sails— se parecieran un poquitín a aquellos films del ínclito Siodmak. No vamos quitarle al César lo que es suyo. Y la serie tiene los ingredientes idóneos para ser un clásico de la TV. Pero una cosa es querer y otra, no poder. Por mucho que la producción ejecutiva intente inyectar cierta complejidad a la premisa de arena/espadas junto a ese icono de sexo/acción. No es la fantástica Spartacus. No lo es, desgraciadamente. El drama encalla en la ambición de la ausencia de conocimientos básicos en la elaboración de una Biblia en condiciones. “Black Sails”, es una mezcla empapada y ocasionalmente exasperante del cine de serie B (no del bueno, sino el aturullado y algunas veces casposo) desconcertante y poco prometedor. Luego no se sorprendan, porque hablando de aguas bravas llenas de tiburones, valga éste aviso a hipotéticos navegantes. Aunque sobre gustos, ya lo dijo el poeta Ovidio.
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A mí me ha sabido a poco. La primera temporada, con el inicio de la persecución del oro español es muy dinámica, con acción y peleas, persecuciones y traiciones, como se espera de cualquier producto sobre piratas. Después los objetivos y tramas de los personajes se van entremezclando y llega a saturar un poco. Gran parte de la segunda, tercera y cuarta temporada las he tenido puestas de fondo, no me han terminado de enganchar, hasta que en los últimos episodios de la temporada final vuelve a resurgir el espíritu de la piratería.

Esta precuela de la Isla del Tesoro ha supuesto una grata sorpresa en un género caído en el olvido - a excepción de la edulcorada saga de Disney.

Se nos muestra una versión más realista de la vida de los piratas: la semi-democracia para elegir al capitán del barco y su maquiavélico politiqueo, la comercialización inmediata de las mercancías a cambio de alcohol y prostitutas, la tensión entre Inglaterra y la ciudad colonial de Nassau como refugio de piratas. Ello mantiene el interés en el devenir de capítulos ya que no se convierte en un entretenimiento vacuo como fue Spartacus a pesar de que comparten ciertos elementos de sexo y violencia más gráficos de lo habitual en televisión.

En definitiva, si te gusta el género y tienes interés en saber cómo el capitán Flint consiguió el tesoro del famoso libro de Stevenson, vas a pasar un buen rato con esta serie.