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Doble vida

Drama. Comedia A Alain, un exitoso editor parisino, y a Léonard, uno de sus autores de toda la vida, les cuesta aceptar por completo el mundo digital actual... y puede que la crisis de la mediana edad. Cuando se reúnen para debatir sobre el nuevo manuscrito de Léonard, Alain debe encontrar una manera elegante de decirle a Léonard que se está quedando atrás, de exponerle sus dudas, mientras que la esposa de Alain, Selena, cree que por fin Léonard ha ... [+]
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2019
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una hemorragia de palabras. Sin embargo… Los protagonistas se pasan toda la cinta hablando sin parar, entrando o saliendo de la cama (ya sea con sus parejas ‘oficiales’ o sus amantes ‘oficiosos’), sermoneando sobre literatura y sus cambiantes soportes físicos (ya sean éstos en papel, en formato electrónico o los insurgentes audiolibros), asistiendo a tertulias y veladas sobre lo que escriben, sobre lo que publican y, también, sobre lo que leen y ven o sobre lo que dejan de leer y ver. En definitiva, un desolado castillo de apariencias y ardides que amenaza con sepultar sus parlanchinas vidas bajo un barniz de cortés indiferencia o un raído lustre de obsoleta agudeza. Dialogar sobre rancios conceptos intelectuales o vetustas abstracciones eruditas nos puede gustar a unos pocos, pero somos cada vez menos y atesoramos una pira de años que chamusca nuestra vida, aunque ya no tengamos la necesidad de esconderla ni el coraje de falsearla.

Película muy francesa, tanto para lo bueno como lo malo. También recuerda a cierto cine de Woody Allen cuando nos intenta seducir y lisonjear hablando de lo divino y de lo humano, aunque sin su gracejo neoyorquino ni su pertinaz pedantería diletante de alumno aventajado en dobleces sesudas e hipocresías de alcoba (de las que sabe mucho, quién lo duda). Pero más allá de su posible modelo, nos encontramos con una agridulce tragicomedia sobre la supuesta madurez de los adultos cuando aún se sienten jóvenes y garbosos, aunque se acerquen o hayan traspasado la frontera de los cuarenta años o se encuentren ya peinando canas y transitando con resignación el irrefrenable páramo de la cincuentena. Echan la vista atrás y advierten – con innegable desasosiego – que el número de repeticiones sobrepasa en cantidad (y calidad) a los inéditos descubrimientos, no quedándoles más remedio que entretenerse con insignificantes aventurillas transitorias que nada aportan, pero les hacen arrinconar la certeza de que se están (estamos) acercando al inexorable canto del cisne.

Para que funcione un atildado artilugio artificioso como éste sobre el lento declinar de las ilusiones – o sobre el cruel purgatorio de las ensoñaciones marchitas – se requiere de unos actores cómplices y entregados. Por fortuna, el quinteto protagonista supera las expectativas y nos regala unas festivas y jocosas interpretaciones, llenas de paródica dignidad. Descuellan, sobre todo, una incombustible Juliette Binoche, que más que envejecer va mejorando con el paso de los años, así como Guillaume Canet, que, si bien no ha madurado con igual apostura y gallardía, mantiene un encanto zalamero que sabe utilizar en beneficio de su cometido.

Quien requiera de efectos especiales o (super)héroes avasalladores se verá decepcionado. Pero agradará a quien sepa degustar unos personajes bien trazados, elucubrando unos frondosos diálogos repletos de ironía.
antonalva
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18 de marzo de 2019
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo el estilo de Woody Allen, Assayas utiliza el diálogo en abundancia para hacer que sus personajes opinen sobre una gran cantidad de temas. Estamos ante una comedia a varias bandas en la que ellos mismos hacen avanzar la acción a través de sus conversaciones. Si bien es cierto que induce bastante a la reflexión, puede llegar a ser algo tediosa por su falta de acción.

En las escenas grupales, la cámara nos convierte en un protagonista más. Moviéndose al ritmo de las voces, permite seguir lo que sucede y sentirnos parte de la situación. De este modo, entramos tan activamente en las conversaciones que, incluso, entran ganas de participar en ellas. En cambio, en las secuencias entre dos, Oliver Assayas hace que la cámara se retire. Así, les ofrece cierta intimidad y volvemos a ser espectadores pasivos de momentos privados.

Los diálogos son muy directos: se dicen las cosas sin eufemismos ni rodeos. Tanta sinceridad y contundencia al expresarse acaba siendo cómica. Los personajes no parecen sentirse mal porque sus palabras puedan dañar a su interlocutor. Sin embargo, esto contrasta con el hecho de que todos tienen algo que ocultar, mienten y engañan. Quizá es la sinceridad, o quizá es que el director no intenta aplicar un filtro de idealismo a las relaciones, pero esto provoca que muchas escenas sean incómodas. Nos muestra parejas que, pese a llevar años casadas, se presentan como desconocidos.

Parece que Assayas usa esta película para generar debate sobre temas que le preocupan y parece que lo consigue. Propone consideraciones muy interesantes como el conflicto de la gratuidad del arte y la crisis de los formatos físicos. También pone en evidencia un futuro en el que la tecnología hará que nos movamos cada vez menos. Especula sobre la comercialización de la intimidad y, con esto, habla de las vínculos y las infidelidades. Incluso hace que sus protagonistas discutan sobre las nuevas tecnologías, la política y las apariencias.

www.contraste.info
Revista Contraste
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26 de enero de 2020
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído un buen puñado de críticas que alaban una película sin alma. Los diálogos continuados, con respuestas inmediatas, no son reales en la vida cotidiana. Cuando alguien nos regala una frase profunda, la hemos de reflexionar. Aquí la respuesta se produce de manera... APRENDIDA ¿Nadie se ha dado cuenta de ello?

Existen muchos géneros en el cine, pero DOBLES VIDAS, pertenece a ese que se cuida, en su forma intelectual, aunque aquí se olvide.

He padecido unos personajes cuyos actos no tienen resultados emocionales, y eso no es posible. Una reiteración en el fondo del cambio cultural; objetivo que parece último si la conclusión no fuese tan simplista, dado el planteamiento inicial.

Lamento haber encontrado tantos fallos en ella, así como una profunda escasez de empatía emocional.
LEUGIM
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12 de abril de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está plagada de brillantes e inacabadas conversaciones sobre todo lo que está cambiando, sobre los libros, el mundo digital, la política, internet etc. A cada afirmación le sucede la contraria. O bien se plantea otra visión que la complementa o que la cuestiona, todo a una velocidad de vértigo, sin dejar casi tiempo al espectador para que procese lo que está escuchando; y menos aún para tomar partido al respecto. Es como si cada persona tuviera una visión distinta de una cambiante realidad, más o menos moderna, pero sin que ninguna parezca mas cierta que otra.

Pero la comedia no acaba de aparecer, no es chispeante, ni graciosa, y menos aún divertida. No hay alegría ni tristeza, sólo una especie de actitud displicente que planea sobre todo, incluso sobre las propias relaciones personales que mantienen sus protagonistas, cargadas de piadosa, incluso cariñosa, hipocresía. Todos engañan a todos y todos lo aceptan de una manera muy civilizada, más digital que analógicamente. Todo está cambiando, también las relaciones, pero las personas siguen prisioneras de sus limitaciones aunque quizá las sortean algo mejor.

Se deja ver con facilidad, está bien construida y bien interpretada, los personajes están provistos de una amorfa, pero consistente, humanidad, que por ahí se desliza la historia. Pero no aporta ninguna novedad reseñable, ni resulta sólida. Demasiado francesa en el peor sentido (cine francés atraviesa un momento espléndido), demasiado reconocible.
East
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21 de abril de 2019
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy sorprendido de las críticas emitidas por los críticos de los medios cinéfilos más relevantes, cuyas notas aparecen en Filmaffinity. Es como si hubiera visto una película totalmente diferente. Dado que soy yo el único que la suspende claramente... es muy posible que el equivocado sea yo.
En cualquier caso por si sirve de contrapunto y aviso a navegantes quisiera subrayar algunos aspecto del film.
Siendo una película que habla de literatura y los medios para su publicación en el siglo XXI, el que su base sea la palabra (mucho más que cualquier otro elemento, como la imagen o la música) parece procedente.
Otra cosa es el exceso: Y en Dobles Vidas el exceso de palabrería llega a ser sofocante en su primera parte. Dialogos realizados a una velocidad irreal, porque ninguna persona que no tenga aprendido de memoria un discurso y el "timing" para soltarlo, se comunica como los personajes de esta película. Las ideas y los argumentos se contestan sin solución de continuidad, entre varias voces, unos detrás de otros tan pegados como los vagones de un tren , con lo que se provocan en el espectador ( en el que escribe esto por lo menos) una sensación de agobio verborreico mareante.

Pero la forma ( esos diálogos que critico) podría olvidarse si su contenido fuera algo original: No lo es. El debate sobre los libros en formato impreso o en ebook está más que conocido para cualquiera que esté medio informado en los últimos años. Y en la película se vuelve una y otra vez sobre el tema con ligeras variaciones sin añadir casi nada nuevo a lo ya conocido.

Pero lo peor de todo es la sensación de estar delante de seres humanos de medio pelo, o directamente sin pelo emocional: Les pasan cosas importantes en sus vidas, y las viven como si se tomaran un vaso de agua, sin pestañear , sin ni una reacción emocional, es decir ... sin vivirlas como una "persona humana". Toman decisiones en sus relaciones que tienen consecuencias sin ningún tipo de reflejo sentimental.

No hay nada en sus relaciones con un mínimo de conciencia o de responsabilidad, de sensibilidad o de consideración al otro. Nada de empatía, ni de preocupación, atención , y menos aún de ternura, AMOR, tristeza o culpa ( por hacer daño a otro, no la otra). Ni unos ni otros sienten o padecen.

Si pretende el director decirme que es eso precisamente lo que quiere subrayar ... le diré que no es el mundo en el que yo vivo. No sé en Francia. A la hora de metraje ya me parecía mala, aguanté el resto por si mejoraba, pero todo lo contrario, empeora hasta la memez más insufrible.
tinman
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