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Formentera Lady

Drama Samuel llegó a la Formentera hippie de los 70 y allí sigue. Vive sin luz y toca el banjo en un garito. Un día recibe la visita, después de muchos años, de su hija Anna y de su nieto Marc. Anna, desempleada desde hace tiempo, dice que ha tenido que aceptar un trabajo en Francia y se ve obligada a dejar en la isla a su hijo con Samuel.
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
20 de junio de 2018
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima del actor Pau Durá, Formentera Lady, (2018) nos cuenta la excéntrica vida de un viejo músico hippie instalado en Formentera, desde principios de los años setenta. No obstante, Durá intenta ir más allá para de paso reflejar el ocaso de toda una época que soñó con la libertad y que en pleno siglo XXI debe volver a la realidad. Por mucho que se empeñe, Samuel (José Sacristán) no es ajeno al peso del tiempo y a los achaques. Toda su filosofía de vida, que tantas renuncias le ha costado a lo largo del tiempo, tras la inesperada visita de su hija y de su nieto parece correr el peligro de venirse abajo. Sin previo aviso, Samuel debe quedarse a cargo del niño y por primera vez en muchos años tendrá que salir de su isla. Un doble isla, por un lado física, ya que Samuel odia pisar “el continente” y por otro lado, una isla emocional que parece impedirle establecer ningún grado de cercanía con nadie. Y aquí es donde se llega al tema principal de la película, que no es otro que el de la responsabilidad. Samuel ha decidido abandonarse a la filosofía hippie, como excusa para no responsabilizarse de nada y de nadie. Ni ha sido capaz de vivir en familia, ni tampoco ha podido después relacionarse con las mujeres de una forma saludable. Como consecuencia este setentón se ha convertido en una especie de Peter Pan, eso sí, tremendamente solitario. Un tipo que tiene un coche desvencijado, al que llama Ulises, en una metáfora de lo que es su filosofía de vida.
Como Ulises Samuel termina volviendo a casa, eso sí, después de muchas meteduras de pata y tras tomar consciencia de los peligros que su forma de vida le pueden acarrear a su nieto. Cuando deja de mirarse el ombligo y empieza a preocuparse por alguien más, su vida empezará a encauzarse. En este sentido, llama la atención la irresponsabilidad masculina que refleja Durá en su cinta. Cuesta imaginarse este mismo personaje, dentro de un cuerpo femenino.
En cuanto a la forma, la cinta destaca por su luminosidad y una mezcla bastante controlada de comedia y drama, en la que en ningún momento se intenta abusar de situaciones lacrimógenas. Además es de admirar como todo el equipo consigue retratar una Formentera paradisiaca y atemporal. Sin olvidar, el inmenso trabajo de prácticamente todo el elenco, quizás consecuencia de tener detrás de la cámara a un actor. José Sacristán está muy creíble, aunque vuelve a repetir el prototipo de hombre de pocas palabras y el niño tiene una mirada profunda y enternecedora.
En definitiva, Formentera Lady es una cinta sencilla, sin grandes aspiraciones, en la que las imágenes dicen más que las palabras. Quizás alguna situación es demasiado forzada, como el motivo de la repentina marcha de la madre, y otras terminas previéndolas demasiado pronto, pero en general resulta una cinta agradable.
Laura Acosta
planoamericano.wordpress.com
Laura
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27 de noviembre de 2018
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Formentera Lady no me ha gustado, pero nada tienen que ver en ello sus actores... es más un asunto de piel, de guión, o tal vez la ausencia de interes por la narración.

Sacristán a sus ochenta años, demuestra su sobrado talento, aún hoy, para construir cada uno de los personajes que le ofrecen y acepta.
Desde aquellos lejanos sesenta, donde intepretaba papeles intrascendentes de medio galan, o de hombre corriente al que le ocurría de todo, forzando de manera extrema la rias, en las comedias amables con moralina, hasta hoy día... Sacristan ha sufrido una transformación importante: El cine de compromiso social, los temas abiertamente espinosos, como la homosexualidad, terrorismo... la política...

Nos encontramos ante un recurso para ver en su madurez, a nuestro impresionante actor.
MIRADA MILENARIA
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30 de abril de 2018
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El descubrimiento del niño Sandro Ballesteros y la veteranía de Pepe Sacristán, hacen de Formentera Lady una película agradable de ver.

Se trata del debut en el largometraje del actor Pau Durá, que ya ha realizado cuatro cortometrajes como director y guionista, El cerdo (2015), El hombre (2013), El audífono (2012) y Praeludium (2009).

Cuenta la historia de Samuel. que sigue viviendo como un hippie desde que llegase a Formentera en los años 70.

Sobrevive tocando el banjo en un garito de la zona, y vive en una casa sin luz y sin agua caliente.

Pero esta forma de vida, se ve trastocada cuando regresa a su vida su hija Anna y su nieto Marc, del que se tendrá que hacer cargo, mientras su madre va a trabajar a Francia.

Samuel se ve incapaz de cuidar a nadie que no sea el mismo, y es allí donde comenzará un viaje interior, en el que no estará solo, le acompañarán diferentes amigos.

Con una primera media hora, de presentación de personajes, un tanto lenta y sin aportar nada nuevo en el panorama cinematográfico patrio, va cobrando mas ritmo al convertirse en una road movie tanto interior como física en el que el personaje de Samuel, inicia un viaje en busca de respuestas y soluciones.

Un buen comienzo en el largometraje para Durà, sobre todo gracias al buen hacer de su actor protagonista.

Un personaje que tiene miedo a salir de su zona de confort, zona a la que se ve forzosamente obligado a abandonar al tener que hacer de padre de su nieto.

El título de la película hace referencia a una canción de la banda de rock, King Crimson Islands (1971), y en la película esta banda aparece como un personaje mas en la sombra, y en los recuerdos que rodean al protagonista.
PizzaFilms
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16 de abril de 2018
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sencilla, directa, sin trampa ni cartón, esta primera obra de Pau Durà en el guión y dirección de un largometraje. Apoyada en una magistral interpretación de José Sacristán, trasmite la humanidad necesaria para un personaje en evolución en el tramo final de su vida. Cuando analizo una película me preguntó básicamente dos cosas: ¿A quién va dirigida? O, lo que es lo mismo, ¿Qué conciencias quiere zarandear esta obra? Y, en segundo lugar, ¿Cuál es el contenido del desafío moral que me propone? Respondo. Pienso que está dirigida a todos aquellos que en su decisión de vivir honestamente consigo mismos, no han dejado lugar suficiente para otros. Una forma taimada de egoísmo podríamos decir, de asumir las consecuencias de una independencia radical. A mi parecer, me propone que no me puedo escapar de la interpelación del otro que me llama y requiere en su necesidad. El otro se me aparece, diría Lévinas, como el maestro que me enseña lo que es justo, que me conmina al desarrollo de mi generosidad, a la entrega y, en parte, a la renuncia a mí mismo para cuidarlo. Así de sencilla y bella es la propuesta de esta película. La peripecia de la película se encuentra en una palabra: perdóname. A partir de ahí, el personaje central se da la oportunidad de iniciar otras vida, otras posibilidades.
JRBoxó
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30 de junio de 2018
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A José Sacristán no hay quien le tosa, y él no iba a ser menos que Harry Dean Stanton, Richard Farnsworth, Robert Redford o el mismísimo Bill Murray. Así que el de Chinchón se lía la manta a la cabeza -o el sombrero de paja, más bien- y se atreve como protagonista crepuscular con la ópera prima de un advenedizo Pau Durá -con serias aspiraciones a ser el Alexander Payne español-, y a la postre nos regala una comedia agridulce y mediterránea, que rebosa humanidad, sencillez y pureza. Más o menos como la Isla Balear de Formentera donde se ubica este relato sobre reencuentros familiares y choques generacionales.
Samuel (José Sacristán) es un viejo hippy que vive en Formentera, en una cabaña sin luz ni agua, junto a la playa, y se gana la vida tocando su banjo en el bar de un viejo amigo (Ferrán Rañé). Pero la visita de su hija Anna (Nora Navas) y su nieto Marc (Sandro Ballesteros), para dejarle al cuidado del pequeño unos meses, trastocará por completo sus costumbres y su ritmo de vida.
'Formentera Lady' (2018, Pau Durà) es previsible hasta la médula -o hasta el forro de los cojones, como diría el maestro Sacristán- pero últimamente necesitaba tanto ver algo tan genuino como esto que ni siquiera me importa. Además suponen un valor añadido la recuperación para la gran pantalla de Ferrán Rañé -el primer Makinavaja, le pese a quien le pese-, otra de las contadísimas oportunidades de ver a Jordi Sánchez en una película buena, y la grata sorpresa de avistar a la actriz picassentina Mireia Sobrevela en un fugacísimo papel -tras un par de años en los que le había perdido la pista, incluso en el teatro-.
A nivel cinematográfico, no se observa nada nuevo bajo el sol de Formentera, pero al menos sí es bienvenida otra feel good movie fabricada con tan nobles materiales.
antonio lopez herraiz
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