Fiesta de solteros (American Crude)

Buf...
Ese es mi título para la película, y es que el problema es que tiene 2 buenos actores, que han hecho grandes producciones y buenas películas, y me sorprende ver a Michael Clarke Duncan y a Rob Shneider en esta película "juntos" por decirlo de algún modo, porque no se ven en toda la película juntos... Luego también decir... que la portada parece mas un fotomontaje, que una portada de película, y demos gracias a Dios que esta película no ha llegado a los cines... porque la verdad que pagar por esto? es un robo...

Realmente estoy decepcionado, tampoco esperaba ver gran cosa, por ser un telefilme... pero como salían 2 actores que por lo general... suelen hacer grandes películas, o a lo mejor no grandes... pero si entretenidas o palomiteras como yo las llamo, pero... no... esto no vale la pena ni verlo.

Como dijo el anterior criticante... sal con la pareja... a pasear el perro... o incluso sal a dar una vuelta tu solo, pero no veas esto... porque sobre todo si te gusta alguno de los 2 actores que mencioné... tendrás decepción asegurada...

Sheffer debe ser fan de Quentin Tarantino, puesto que su debut en la dirección de largometrajes guarda ciertas similitudes (historias cruzadas de venganza, drogas, traiciones e incluso lo que parece un intento de copia de banda sonora, puesto que la misma guarda cierto parecido con un tema usado en Kill Bill…) con el cine del director de Pulp Fiction. Pero Sheffer sólo logra errar deliberadamente llenando su, en principio, interesante argumento de diálogos de besugo sin gracia ni sentido, y ello sí que lo diferencia de Tarantino.

La trama, que gira alrededor de la fiesta de despedida de Bill (Rob Schneider) y Olivia (Amanda Detmer), nos muestra la relación entre una serie de histriónicos personajes que van de una prostituta transexual a un pederasta pasando por matones varios y estafadores de poca monta. Fiesta de solteros se descubre como un drama coral con pinceladas de humor negro, pero la historia no acaba de encontrar su tono debido a unos diálogos sin chispa y a unos actores poco inspirados (en parte por culpa del material que deben interpretar). Del mismo modo el devenir de casi todas las historias resulta deficiente o directamente está mal rematado, lo cual no quiere decir que alguna finalice con un mínimo de gracia, sin ir más lejos la que protagonizan Benny (Daniel Colletti), Julio (Jeffrey Licon) y un maletín… pero son las menos.

La dirección tampoco tiene demasiado que aportar, resultando corriente y demasiado televisiva (en el peor sentido de la palabra), es decir, recurre a los mismos tipos de planos una y otra vez, y en alguna ocasión con risible resultados (ver la última secuencia entre los personajes de Livingston y Barry). Un nuevo intento de sacar partido a una idea conocida (y reconocible) obteniendo discretos resultados.

¿Se trata, quizás, de una tendencia nocturna que me hipnotizó ahora? Porque es una de las pocas veces en las que debo diferir en cuanto a la nota y la apreciación que doy sobre una peli con respecto a las otras críticas. No puedo evitarlo, veo mucho en esta obra. Es verdad que se aproxima al telefilm y que ciertas caracterizaciones se vuelven acartonadas, pero encuentro más, mucho más.

Sheffer invita al desvío, al desvío de todo: sexual, moral; al desvío de las buenas costumbres, al desvío por los gustos gastronómicos; al desvío de tu mirada como espectador, porque toma convenciones narrativas propias de Tarantino, porque la estética se acerca mucho al folletín de Pulp Fiction. Desde ahi es un plato viejo, un gusto ya degustado, pero esto no es Tarantino, y no lo digo en el peor sentido.
La obra adquiere de principio a fin un tono de falso desenfado, bordeando la acidéz y hundiéndose en la ironía, en la parodia. Toda la trama se encuentra en clave del más absurdo grotesco y se encarga de situar como temas específicos todas aquellas cuestiones definitivamente consideradas como "delicadas", y algunas realmente lo son (pedofilia, prostitución infantil). Mediante una convencional trama de historias entrecruzadas, diversos personajes, literalmente, dan vuelta todo. La obra se adentra en un peligroso espiral iconoclasta del que decide salir con un final, a mi gusto, tímido, recatado, conservador.
El desvío no solo se encuentra en las situaciones, sino también en los diálogos: homosexualidad, prostitución y vegetarianismo, con sus correspondientes prioridades, son arriesgadamente puestos en tela de juicio: esto es lo llamativo de esta propuesta.

Me atrevo a recomendarla: pueden desecharla como pizza rancia, pero esta muzzarela tiene un gusto, a mi gusto, particular.

Un tipo de 2 metros, modelo armario victoriano, con brazos como troncos de cedro, con un cuello grueso a lo botella butano, negro, con sonrisa cabrona. Un tipo así, entrando en mi cuarto de repente y rompiéndome a hostias la cara por haber tenido la genial idea de ponerme a ver semejante mierda de telefilm con aire de peli porno cutre. Ven, nene, y sacúdeme, sáltame los dientes de una puta vez, hazme ese favor.

Con lo que me he reído yo con Rob Schneider, y ahora me encuentro esta tragicomedia, tirando más al melodrama que a otra cosa, que ni hace reir, ni hace llorar, y que lo único que provoca en el espectador es hastío. El título cómico de 'Juega de solteros' le viene muy grande.

Es una película donde se presentan muchos personajes, cada uno con su historia, para poco a poco ir confluyendo todos dentro del mismo hilo argumental. Eso suele estar bien, pero cuando el guión merece un mínimo de interés.

Tiene muchas escenas de interiores y nocturnas, pero la iluminación no es nada buena para una película de 2008. De hecho, a nivel técnico parece una peli de finales de los 80.

Entiendo que el bueno de Rob tiene que comer todos los días, pero seguro que puede dedicarse a algo mejor que a hacer estos bodrios.