Amor por siempre

Nicole Kassell, la realizadora de "El leñador (The Woodsman, 2004)", nos presenta su segundo largometraje. Se trata de un melodrama cargado de buenas intenciones pero demasiado lineal y convencional en su desarrollo dramático. La protagonista (Kate Hudson) es una publicista de New Orleans que es diagnosticada de cáncer de colon por un joven médico judío mexicano (Gael García Bernal). El cáncer de colon es la segunda causa de muerte por cáncer, después del cáncer de pulmón en el hombre y del de mama, en la mujer. La mortalidad inducida por este cáncer es de 10 muertes por cada 100.000 habitantes y año, con tendencia al aumento. Quizá a más de uno le pueda molestar que la protagonista frivolice sobre una enfermedad tan seria, cruel, y devastadora. Aunque la intención principal del film es hacer hincapié en los miedos que padecemos en nuestra vida y que desaparecen totalmente cuando nos acercamos a la muerte. Unos miedos cuya causa principal está en el equívoco pensamiento de que quizá no hayamos hecho lo suficiente en este mundo antes de morirnos. La película falla en lo mismo que la protagonista: habla demasiado y dice muy poco. La joven realizadora de Pennsylvania no sabe sacar todo el partido a unos secundarios de la talla de Treat Williams, Kathy Bates, y Whoopi Goldberg.

LO MEJOR: La fotografía, la banda sonora, llena de exquisitas piezas jazzísticas, y la poca habilidad del personaje de Gael García Bernal para explicar chistes.

LO PEOR: ¿Por qué Dios es siempre de raza negra en todas las películas?

Cuando uno deja de luchar contra una enfermedad terminal para poder convivir con la certeza de que la muerte tiene fecha de caducidad, y que quieres que esos momentos últimos los puedas vivir dignamente para poder poner todos tus asuntos en regla y poder despedirte de los tuyos mirándolos a la cara, debe ser una buena forma de morir.

Un 6 para este dramón, se equivocaron al catalogarla de comedia romántica.

Hay dos formas de realizar una película que trata un tema tan grave como el de una enfermedad terminal: puedes hacerlo al estilo "Philadelphia" en plan drama serio, con un guión trabajado y buenas interpretaciones, o al estilo "50/50" con una mezcla de comedia y drama, un guión trabajado y buenas interpretaciones. Y luego está a la manera de Max Power, que es hacerlo mal, pero más rápido.
Es decir, ¿para qué profundizar en sentimientos, tratamientos acertados de las diferentes relaciones entre la protagonista (¿Kate Hudson volverá a hacer una buena película algún día?) y su familia y amigos, su novio... etc...? No! Aquí mezclemos todo y rápido que hay que tratar de ganarse al espectador con simples puntos mil veces vistos (pero esta vez peor) cayendo una y otra vez en los mismos clichés. ¡Venga, rápido, ya!
Así que ese es el principal problema de esta película, que quiere abarcar tantas cosas (problemas con los padres, discusiones con las amigas, el descubrimiento del amor y la muerte...) que no consigue nada más que tratarlo todo de forma muy simple y sin el tono adecuado, porque sencillamente, ni la comedia, ni el drama (exceptuando una escena), funcionan.
La comedia no funciona (es rematadamente ridícula, y para muestra esos sueños celestiales vergonzosamente rodados e interpretados) porque cae en lo blando, en lo azucarado y en lo ridículo sin pensarlo.
El drama no funciona porque al no profundizar en los sentimientos de la protagonista no podemos llegar a conectar con ella o su entorno.
Resultado? Película sin pena ni gloria que tiene eso sí un punto final (esa mirada de Gael García Bernal sobre la cama) que resulta muy creíble y auténtica. Lo único, porque el resto de película se la pasa como encorsetado e incómodo.
Le doy un dos, porque la fotografía es buenísima, la banda sonora es muy acertada en su elección de canciones, y en general la dirección es clara y todo está muy bien rodado y encuadrado.
El problema es que eso no sirve para arreglar un guión desastroso y unas actuaciones principales malas. Además se desaprovecha a secundarios de la talla de Treat Williams o Kathy Bates. Así que, totalmente prescindible.

El principio de la película nos presenta el vibrante estilo de vida moderno y progre chachi guay de una chica (Kate Hudson) con amigos negros gays, con amigas con las que ir de shopping y hablar libre y abiertamente de sexo. Por supuesto, tiene sus problemas con su madre (a pesar de que ya haga 16 años que no tiene 16) y tal y cual.
Y al parecer ha decidido no enamorarse, porque que si ataduras, que si soy una mujer fuerte e independiente bla bla bla...
Pero entonces le diagnostican cáncer y se enamora de su médico. Fin.
Se trata un tema tan serio queriéndolo hacer ver como una comedia adolescente que no roza, sino que sobrepasa, el ridículo y el resultado es incluso frívolo. Es una película sin alma, debido a un paupérrimo y torpe guión (que nos presenta personajes nuevos casi al final) aderezado con todos los clichés de películas de este estilo como Quédate a mi lado.
El doblaje a la altura de la película, no se respeta ni una asociación de voz.
En cuanto a Whoopi Goldberg haciendo de Dios... lo peor sin duda. Las peores escenas, más cutres no pueden ser. Con diálogos planos como el resto de la película, y absurdamente ridículo a más no poder. Da vergüenza ajena. ¿Recordáis Dino Rex? A partir de ese momento ya no puedes tomar en serio a Whoopi.

No se si es una versión optimista del cáncer o toda una burla ha quien padece dicha enfermedad!!! Película que nos narra el devenir de la vida de la protagonista -una hermosísima Kate Hudson, tan bella y feliz muriéndose que, incluso, llega a dar envidia; por cierto, hace tiempo que no hace nada decente, sólo papeles nimios y tontos elaborados todos del mismo patrón- después de descubrir que padece un cáncer mortal y su cambio ante el planteamiento de la vida. Es absurda, se mire por dónde se mire -consciente de lo radical de la sentencia-; inclusive, desde el punto de vista de la ilusión, de la alegría y de la esperanza, de encarar las cosas con aliento y no dejarse caer en el abandono y la depresión, la forma en que la protagonista desarrolla la enfermedad, la cantidad de tonterías que el director plantea, que el guión muestra y que llegan a tus sentidos es inaceptable, intolerable e inadmisible -todo un insulto para quién ha estado en contacto con este u otro tipo de enfermedad. Entiendo que Nicole Kassel es libre de exhibir dicho planteamiento -encontrar siempre algo positivo incluso en los peores momentos, el vaso medio lleno en vez de medio vacío-, que habrá gente que pensará que es una historia dulce y preciosa, que le ha llegado al corazón; pero, para otros va a significar toda una bofetada en la cara.

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