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Gangnam Blues

Thriller. Acción En los años 70, durante la cúspide de la corrupción política, Gangnam, la zona sur de Seúl, comienza a transformarse en un área desarrollada. Jong-Dae y Yong-Ki, amigos desde la infancia, luchan por sobrevivir hasta que sus casas son derribadas por grupos de matones. Desesperados por conseguir dinero, se involucran en los frecuentes enfrentamientos políticos hasta que son separados en una de las revueltas. Tres años más tarde, Jong-Dae ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
28 de julio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, pues por fin pude ver la coreana "Gangnam Blues 1970" de Ha-Yu, director al que sigo desde la genial "Dirty Carnival", la cual también recomiendo.
Me ha encantado, cine noir de corte clasico, con una fotografia espectacular. Y aunque prima el thriller por encima de todo, también nos deja unas secuencias de acción para recordar.
La pelicula muy bien interpretada, la trama algo caotíca, cuesta entrar... demasiadas bandas, demasiadas mafias y submafias.. Te vuelves un poco loco durante parte del film, aunque poco a poco ya vas enlazando.
El argumento es muy interesante, de como Gangnam, actual distrito de Seul, es codiciado por la capital para fines politicos. Ahí entran la compra y venta de terrenos, la corrupcion y la consecuente contratacion de bandas y mafias. La bso también muy interesantes, mezclando temas originales con otros prestados a modo homenaje que los mas frikis reconoceris.
Muy recomendable.
Mysterios
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16 de diciembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yoo Ha es un director y guionista surcoreano con una filmografía regular que estriba con buenos resultados entre el thriller y el drama de época. A nueve años de su tercera película A Dirty Carnival (2006) vuelve de manera contundente a retratar el submundo criminal. Repleto como sabemos, de ilusiones y sueños que apuntan a la cúspide con la promesa de poder, reconocimiento, respeto y una buena vida. La cuestión es ¿qué tan duradera será esa vida? Un juego de estrategia en el que constantemente se juega la vida, de alianzas y traiciones, y un ir y venir impredecible: nunca sabes para quién trabajas y la confianza es un lujo que pocos se pueden dar; éste el meollo del asunto. La vida de un gánster es complicada, mostrar lealtad, saber aprovechar las oportunidades para subir de nivel y tener la habilidad para desvincularte no sólo del pasado, sino del presente y de cualquier posibilidad de relación sincera: en este mundo criminal no hay amigos, no hay familia.

En algo más de dos horas un drama violento, nostálgico, de sueños rotos y el recuerdo de una vida pobre y sin embargo honesta, cálida. Ese es el mérito de Gangnam Blues. No es uno de esos thrillers criminales sentimentaloides. En lo absoluto, es un drama que no es dramático. Es frío como la resignación del más valiente. Por otro lado, punto a favor el contexto histórico.

Es imposible no recordar el popular (y bochornoso) Gangnam Style de Psy, pegadiza y alegre sátira a la opulencia de dicha ciudad, una de las más costosas y exclusivas del mundo. Clínicas de cirugías plásticas, boutiques, centros nocturnos y ostentosidad. Pero recordemos no siempre fue así, en otrora, una de las zonas agrícolas más pobres de Séul. En la década de 1970 tras el conflicto que devino en la división de Corea del Sur/Norte luego de la Segunda Guerra Mundial, la inestabilidad política a raíz del movimiento estudiantil de los 60s y el golpe de estado del General Park, Corea del Sur tuvo un crecimiento económico pero también una represiva dictadura, donde además de la corrupción y el vínculo de altos funcionarios con grupos de criminales locales, muestra de ello fue el gran número de casos de fraudes inmobiliarios y despojo de tierras. Sin duda, un contexto ideal para nuestra historia de gánster donde el propio gobierno es el socio más fuerte.

Es en este distrito donde Jong-dae y Yong-gi, hermanos por elección desde el orfanato, viven de la basura en una vieja chabola, hasta que un día es derribada y ellos, ante pocas opciones, aceptan un trabajo rápido de buena paga: acarreados políticos que tienen por objeto la destrucción de cierta asamblea. Un hecho que cambiará su vida por completo, pues será el principio de su separación y la toma de diferentes caminos. Diferentes experiencias, diferentes valores y metas, pero después de todo: hermanos.

Manipulador a ratos, sí, y predecible hasta cierto punto. Pero capaz de arrastrar nuestro interés en esa maraña de eslabones, de nombres, posiciones y movimientos estratégicos. Diálogos que nos mantienen atentos del manejo paralelo de nuestros protagonistas y su evolución personal. De agradable factura, actuación y por supuesto, coreografías, las escenas de acción (la batalla final me hizo recordar a los escolares de Crow zero, lluvia, sombrillas, pandillas…), ¿y qué decir del final? Inequívoco.

Estrenada este año y al momento, ganadora en el 51° Baeksang Arts Awards y el 19° Bucheon International Fantastic Film Festival.

http://teatro-vandrian.blogspot.mx
Iván Roldán
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4 de marzo de 2021
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‘Gangnam 1970’ es la cinta en la que no esperabas encontrar a un fantástico Lee Min Ho. La promesa coreana, que nos tiene acostumbrados a papeles mucho más encasillados y suaves, se presenta como el personaje de acción definitivo en la cinta dirigida por Yoo Ha, a quien recordarás por ser el director de ‘A Dirty Carnival’.

Como habrás descubierto al leer la sinopsis, nada nuevo se presenta ante nosotros en ‘Gangnam 1970’. De hecho, con un metraje extremadamente largo, la cinta no consigue atraparnos en su historia, llegando a veces a perdernos en una marabunta de personajes y diálogos que no cobran el sentido que deberían. En este aspecto, el de guion no desarrolla la historia como la trama realmente merece.

Cuando comenzamos, rápidamente nos encontramos en una realidad de la que es muy difícil hacerse partícipe o empatizar. Se nos presenta un mundo que nos queda distante y los protagonistas no consiguen activar nuestra empatía, lo cual hace que sea complejo comprender el embrollo en el que estamos a punto de adentrarnos. Una Seúl que se encuentra en pleno crecimiento, donde el capitalismo arrollador consume las almas de aquellos que intentan escapar de una vida de miseria en el campo, creyendo encontrar la panacea a todos sus pesares en la ciudad se muestra ante nosotros a través del barrio de Gangnam.

Un barrio, a día de hoy, de los más lujosos de Corea, pero que en los años 70 era solo un espacio baldío con el que especular y explotar si tenías el dinero suficiente y los pocos escrúpulos para hacerlo. Este es el mundo en que Lee Min Ho da vida a Jong-Dae. Un mundo salvaje, en el que la violencia y el sexo explícitos se muestran sin pudor o tapujos. Habrá escenas en las que sentirás que hasta tu vas a terminar manchado con la sangre que salpica aun caliente de los numerosos cuerpos que acaban sin vida en las más de dos horas de metraje.

Los secundarios, quienes deberían marcar la historia general de la cinta y la personal del protagonista no consiguen pasar de la superficie, y es una pena, porque podríamos haber añadido a ‘Gangnam 1970’ a nuestra lista de favoritas si así hubiera sido. Se da un espacio nimio para hablar de amor fraternal, ganas de vivir y hacerlo honradamente. Se pasa muy por encima del papel de la mujer a nivel social, de cómo buscan labrarse un futuro y ser respetadas, mientras las arrolla un mundo de maltrato y pobreza extrema que es confrontada con el lujo en el que viven solo unos pocos.

El cambio de escenarios, sin mucho orden o concierto, también nos despista mucho. Ninguno de los escenarios nos proporciona una sensación de arraigo, calidez o sentido de pertenencia, y eso que la trama lo requiere. Eso si, en todas y cada una de las localizaciones tiene lugar una escena de pelea en la que todo vale con tal de ser el último hombre en pie.

A nivel estructural de guion puede no ser la obra más acertada, pero donde no cabe dudas que lo borda, es en el apartado técnico. El trabajo de montaje es excepcional. En pocas películas se puede presumir de escenas de pelea tan complejas, duras, incluso gore, como en ‘Gangnam 1970’. El tempo de las mismas es sencillamente perfecto. A pesar de lo largo del metraje, siempre que la historia requiere de un elemento subversivo aparece alguna escena tan brillante como brutal sacándote del estupor que pudiera haber generado la trama.

Lee Min Ho nos sorprende con su actuación e involucración en las escenas más difíciles y peligrosas. Pocas veces vemos repartir guantazos con la intensidad que él lo hace. Su personaje parece transformarse cuando la adrenalina empieza a correr por sus venas, y lo que se presenta como un joven amable y bondadoso ve desaparecer esas características cuando el instinto de supervivencia entra a gobernar todo su ser.

Otra de las grandes bazas de ‘Gangnam 1970’ es su banda sonora, que nos transporta en el tiempo y nos deja saborear como era la vida en una Seúl incipiente que está construyendo sus cimientos con corrupción y locales de luces de neón y decadencia. Junto a una mezcla de sonido muy trabajada, que nos permite escuchar hasta el último estertor de quienes están siendo masacrados frente a nuestros ojos, la cinta consigue redimirse.

Violencia gratuita por doquier, aderezada con más violencia, esta ya, requerida por la trama, que muestra un salvajismo que nos coge desprevenidos aun cuando llevamos ya un rato de visionado. Película no apta para aquellos algo remilgados con la sangre, pero una apuesta segura para los enamorados de la acción y las buenas luchas frente a una cámara que no deja ni un solo ángulo sin cubrir.
Ygorla
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7 de noviembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
강남 1970, o Gangnam Blues. Largometraje de acción drámática dirigida y guionada por Yoo Ha, de la República de Corea, año 2015. Ambientada en 1970, en la villa de Gangnam: dos jóvenes hermanados por el destino que les deparó el orfanato y la pobreza crecieron juntos, marginados por el sistema. La historia comienza con una imagen que expone la desigualdad social, comiendo a duras penas lo que hay mientras uno de ellos observa el rico almuerzo familiar de sus vecinos del frente. Viven en una casa de chapa y por las noches pasan frío; uno de ellos se queja por la frialdad de la primavera razón por la cual no puede dormir, e intenta hacerlo tapando debajo de su frazada una lamparita prendida para abastecerse de algo de calor. Su amigo, su hermano, le advierte con gracia que puede morir electrocutado. "Mejor que morir congelado", le replica. Si esta obra tuviese partitura, diríamos que en estas escenas introductorias se nos marca la clave musical. La exposición de las clases bajas al constante peligro de la precariedad, expresada en metáforas sociales fílmicas más que elocuentes. Como si no fuese ya demasiado, al día siguiente son despertados por las topadoras: en un desalojo. A partir de aquí se desarrolla la película. Los elementos están dados; las primeras piezas de dominó han sido colocadas y comienzan a caerse, una por una. ¿Qué destino puede emerger para las mayorías sometidas al destrato marginal de un sistema constantemente opresivo, injusto, inmoral? Aquí no se ilustra el milagro de las excepciones, no hay ejemplos a seguir para que la prensa burguesa los exalte y utilice como chivos expiatorios para sus relatos meritocráticos, lo que resta es desgracia y crueldad, esperanzas manchadas, corrompidas por el capitalismo. Las mafias y el crimen acechan los barrios bajos, y Gangnam es uno de ellos pronto a urbanizarse: en Seúl ya hay demasiada gente. La patria contratista es lo que florece en esta primavera del mal, los oscuros negociados, los ajustes de cuenta y la especulación. Los matones, arrojados a la supervivencia del sálvese quien pueda se organizan siguiendo los pasos de la politiquería corrupta: el sistema capitalista siempre fue el gran padre de todos los ejemplos de la criminalidad, para la criminalidad. El ejemplo a seguir de la delincuencia. También florecen las hipócritas excusas macartistas entre las cúpulas de la política capitalista, barajando la carta de la amenaza norcoreana, de los comunistas, para acumular poder, dinero y tierras. La ambición oligarca es retrada con suma fidelidad. Batallas medievales en la era moderna, a palos y cuchillos, relaciones carnales y profundos lazos familiares signados por el respeto y la lealtad son imágenes que nos remontan al caos de los bajos fondos, donde sólo el dolor es ley; un constante estar entre la espada y la pared. ¿Podrían haber sido las cosas de otro modo? Una respuesta tácita y elocuente en su doble sentido nos exhibe un eterno retorno trágico, tierno.
Maija Meier
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