El vaquero y la dama

H. C. Potter con la colaboración, no acreditada, de Leo McCarey en el guión, nos ofrece una película de esas sin tensiones ni suspenses. Dulce en su enredo y totalmente previsible en su final. Adecuadísima para toda la familia, aunque haya llegado al siglo XXI un tanto pasada de gustos. Y es que los años no pasan en balde, hoy sabemos mas que Lepe, la juventud baila y que nos quiten lo bailao. Y claro, esto de niña rica mona rodeada de ilustres vejestorios sin conocer varón, pues dibuja en nosotros una cierta sonrisa. Y claro, nos ponemos rapidamente de su parte y casi ayudamos a echarle el lazo al largirucho fortachón Gary Cooper, que la niña es buena chica y se merece un buen vaquero a falta del fontanero recomendado por su tio, salido de madre, Hannibal (Harry Davenport).

Comedia de enredo romántico con fondo clasista, algo así como hombre rico, hombre pobre, donde el rico intenta mirar al pobre por encima del hombro, pero éste le sale respondón y acaba dandole una lección de vida y sentimientos. Si. Esa moralina tan frecuente en este tipo de películas y cuya formula, bien equilibrada, acaba funcionando.

Buena actuación de Cooper, al que tanto se le daban bien los papeles de inmutable ante el peligro como los de sencillísimo hombre anónimo (Juan Nadie). No le pongo demasiados peros a Merle Oberon, aunque ha tenido mejores actuaciones (Lo que piensan las mujeres de Lubitsch, por ejemplo) y en cuanto a Davenport, sus primeros compases en la película, baile ridículo incluido, nos ponen seriamente a la defensiva, pero poco a poco nos solidarizamos con el único cuerdo de la familia. ¡Ah!, y Walter Brennan, como siempre, un lujo contar con su presencia.

Hombre, no es que vayan a dejarlo todo para correr a ver esta película, pero si por un casual la ven, pues es probable que acaben pasando un rato entretenido.

Se trata de un cuento clásico, pues mucho antes ya se había grabado un par de veces en la época muda, esta vez están Gary Cooper y Merle Oberon como protagonistas, que hacen una pareja un tanto rara, pero que desde luego cumplen con su trabajo.

Es un "homenaje" al vaquero solitario, al que de tosco tantas veces se le ha tachado, y no es algo que en la película vamos a no ver, pero se trata más de la humildad, lo vemos perfectamente en el personaje de Cooper (que le viene de maravilla el papel), un hombre de buen corazón que se deja engañar por una "doncella" que usa sus "poderes" de pertenecer a la alta sociedad.

En nuestros días para muchos esta película resultaría aburrida y simplona, para mi pertenece a una época especial en el cine, donde el oficio era arte, claro que no todo eran obras maestras, pero lo que quiero decir es que tiene un olor especial que desprendían aquellos años. Destaco la escena en la que Cooper va a visitar lo que será su "casa" e invita a sus amigos a que pasen. Por cierto, también vemos otra cara conocida, y es la de Walter Brennan, compañero en muchas de dicho actor.
La película estuvo nominada a dos oscar; a mejor música original, y mejor sonido, y ganó al final a mejor sonido.

Parodia sobre las clases sociales norteamericanas tomando como base a uno de los personajes y los oficios más populares de EEUU, los vaqueros, con su vida dura y su rudeza en sus costumbres, su forma de hablar y su trato con el resto de sus congéneres, y una dama de altar alcurnia que prácticamente no ha salido de su palacio/cárcel donde intentan que no se roce con el pueblo, que asuma su condición social y se pavonee de ello.

Gary Cooper asume con valentía un papel que le viene como anillo al dedo, no así Merle Oberon, que a pesar de su indudable atractivo, no logra ninguna química con el actor y su aspecto y sus gestos faciales señalan cualquier cosa menos los típicos e inconfundible de una mujer enamorada hasta las trancas.

Dirigida por HCPorter cuenta con algunos secundarios de lujo, como Walter Brennan, el inconfundible tullido de "Río Bravo" unos años más joven.

Interesante, 6.

El escritor original de la historia, Leo McCarey, rechazó la oferta del productor Samuel Goodwin de dirigir la película. Es entonces cuando comienza el director William Wyler pero este se marcha tras discutir con el productor sobre los 'retakes'. Como consecuencia, entra H.C. Potter a dirigir la película pero ya contaba con un retraso en el plan de producción y tuvo que abandonar la película para dirigir su siguiente proyecto. Finalmente, el último director en dirigir fue el montador Stuart Heisler. Pese a las diferencias entre William Wyler y el productor Samuel Goldwyn, los dos se unieron para trabajar en Cumbres borrascosas al año siguiente.

Los periódicos de la época recogieron con asombro el número de guionistas involucrados en la realización del guión final: además de los 4 nombres que aparecen en los créditos, otras 13 personas también colaboraron.

El argumento, después de tanta gente de meter mano, es dinamita que explota en la cara de lo políticamente correcto: un cowboy paleto y algo bruto (Gary Cooper) pretende a una joven de la alta sociedad (Merle Oberon), y al fondo clasista de ricos que miran por encima del hombro a los pobres, se le une ese impertinente tonillo machista del hombre que doma a la mujer con temperamento. Da igual que el aire de parodia, el fino sentido del humor y el fondo positivo de los valores que vende como moral puedan ser fácilmente digeridos con algo de cultura, sentido de la historia y del momento, pero mucho me temo, y que sirva esto de aviso, que no es película para grabar en tu memoria. Un 5,5.

Un poco exagerado supone considerar vagabundos a los vaqueros que participan en concursos de rodeo, tipo "Junior Bonner" ("El rey del rodeo"), pero la similitud argumental con la famosa cinta canina de animación de Walt Disney (1955) nos lleva a llevar al título la comparación.
El papel de la preciosa perrita Reina que vive en un auténtico palacio rodeado de todas las comodidades, es bastante similar al de Mary Smith (Oberon), la formal y aburrida hija de un juez que es un serio aspirante a la Casa Blanca. No lo es tanto el del pulgoso Golfo con Stretch Willoughby (Cooper), un vaquero que trabaja en un rancho de Montana que, para ganarse unos dólares extra para la casa que se está construyendo, se enrola en un grupo de artistas de rodeo. De todas formas, "No hay que emocionarse. Todos los vaqueros son iguales".
El azar de una equívoca cita a ciegas junta a estos dos personajes tan dispares, entre los que pronto se abre paso el amor a pesar de las ingenuas mentiras iniciales.
Estamos pues ante una comedia romántica parcialmente ambientada en el mundo del rodeo y de los vaqueros. El argumento es bastante convencional, pero lo conduce un guion y una realización bastante aceptables. No hay personalidades demasiado marcadas, pero en el centro de ellas está Stretch, vaquero, sí, sencillo y tal vez un poco tosco, "Buenos caballos, buenas personas", pero también es una persona que sabe reconocer y denunciar enseguida el engaño y la burla de las altas clases sociales.
Cooper borda un papel que está un tanto alejado de los acostumbrados y Oberon no desentona. Conocidos actores de reparto con la presencia del inefable Sugar (Brennan) dando un discreto toque cómico a sus intervenciones.
Película interesante que pone en solfa el papel subordinado al hombre que la sociedad tradicional ha decidido que debe ocupar la mujer. Tanto en el Este como en el Oeste. Asimismo con algún guiño a la sencillez de la vida en el campo frente a la agitación ciudadana. Recomendable para ver en familia.