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Popieluszko. La libertad está en nosotros

Drama El sacerdote católico Jerzy Popieluszko fue beatificado en 2010 por el Papa Benedicto XVI. El padre Popieluzko fue torturado y asesinado por la policía por apoyar al sindicato obrero "Solidaridad", que se había rebelado contra el régimen comunista polaco. Convertido en un mártir, su coraje y su fe arrastraron a muchos compatriotas que arriesgaron su vida en defensa de la libertad y la dignidad humana. Para reprimir el movimiento, el ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
27 de enero de 2012
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por defender la verdad; por intentar liberar a su pueblo del yugo de la mentira; por frenar la explotación y violencia contra los trabajadores y sus familias; por luchar por la dignidad del ser humano... Por todo eso y por ser beato, por ser siervo de Dios y propagar su amor en Polonia, Jerzy Popieluszko fue asesinado, muerto y arrojado a las aguas del Vístula tras ser martirizado brutalmente por tres oficiales de la policía comunista.

Fue, sin duda, el más odiado y querido a un tiempo. El más amado por un pueblo que nunca temió expresar su religiosidad y se sintió orgulloso de ser católico. El más odiado por un Partido Socialista que nunca comprendió, dada la debilidad física del padre Jerzy, el origen de sus fuerzas, pues tampoco entendió que su poder de convocatoria y su carisma procedían del aliento de esperanza y Gracia que el Espíritu Santo le infundió.

“Popieluszko” es una película que, pese a las faltas técnicas que se le puedan achacar, cumple perfectamente con el reflejo manifiesto que se halla presente en cada acto del beato: la intención de hacernos partícipes de la Verdad, de convertirnos en apóstoles de Cristo. Un largometraje de plena actualidad, no solo por su analogía presente con Cuba o China, sino porque el peor enemigo de la autenticidad que podremos hallar, ahora y siempre, no es el Estado opresor ni la coacción política, sino nuestro propio miedo. Superarlo es nuestra meta como hijos de Dios, y sacrificarnos por Él y por la patria es, en palabras de Popieluszko, el mayor orgullo de un católico.
ferbovi
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25 de enero de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película responde a los cánones del cine europeo de denuncia: reflexivo, intenso, sin concesiones al sentimentalimo... Cuenta la historia -real- de Jerzy Popieluszko, asesinado a manos de la policía polaca de Jarulzeski, por haber "abusado" de su libertad de conciencia. Es decir, por defender la verdad y la libertad. Bien ambientada e interpretada, vale la pena revisitar esos años de la Polonia constreñida por el comunismo. A pesar de contarnos hechos dolorosos, sales del cine -al menos a mi me pasó en el preestreno- animado. Una película necesaria, y más en estos tiempos, porque la libertad "va por dentro".
juanje
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29 de enero de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensé que iba a ser una película sin gancho, que una dirección polaca iba a dejarme frío, pero me he equivocado.
Una película humilde, sin escenas llamativas por su poderío, pero que consigue meterte de lleno en la sociedad polaca del momento, un contenido que hace disfrutar y sufrir con cada escena, compartir la carga que Popieluszko lleva con tantísima humildad.
Y lo mejor de todo, que es una historia real, lo que hace que la película se viva con una intensidad que a nadie podrá dejar indiferente.
Montero
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3 de febrero de 2022
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Es la segunda película polaca que veo en menos de una semana. No lo he hecho adrede, lo aseguro. Las dos de la misma temática, el martirio, pero con ejecutores diferentes. Si en el caso de Maximilian Kolbe su muerte vino de manos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, en el caso de Jerzy Popieluszco (1947-1984) fue el régimen comunista de los años 80 en Polonia quien acabó violentamente con su vida.

Polonia es, sin lugar a dudas, uno de los países más castigados por los totalitarismos Europeos del siglo XX. Sin sucesión de continuidad, pasó de la invasión de las tropas alemanas antes de la Segunda Guerra Mundial a la invasión de las tropas soviéticas a la finalización de la misma. En ambos casos, la religión católica fue violentamente perseguida y muchos sacerdotes, religiosos y religiosas murieron en defensa de la libertad y de la verdad. Es paradójico, o mejor dicho muy sintomático, que en el país donde la fe estuvo perseguida durante sesenta años sea hoy el bastión católico en Europa. La fe que es perseguida es purificada, mientras que la fe que se acomoda termina adormecida y moribunda, como por desgracia está sucediendo en nuestro país. El martirio siempre ha sido la mayor “propaganda” del cristianismo. A más persecución, más firme y arraigada es la fe de los que perseveran en la prueba. Haber tenido un Papa -santo- polaco ayuda, faltaría más, pero es increíble la devoción que ese país tiene por la fe católica y por su Virgen de Częstochowa. Si veis el Vaticano -en cualquier Ángelus de cualquier domingo- nunca falta una bandera polaca. Fijaos en las JMJ que comenzarán en breve, veréis cuantas banderas polacas han cruzado el charco para unirse al Papa Francisco.

La película, dirigida por otro director de nombre impronunciable (Rafal Wieczynski) es, en pocas palabras, magistral y una delicia. Un canto a la libertad de la conciencia y a la libertad de una nación. No se puede decir más claro ni dejar más en evidencia al régimen comunista pero sin un ápice de rencor hacia quienes eran a su vez víctimas y no verdugos del sistema. Es lo que más me ha gustado de este film: El Padre Popieluszko (Adam Woronowicz), siendo consciente de la cercanía de su muerte por sus constantes críticas al Partido Comunista, no juzga a sus ejecutores, sino al mal que se esconde detrás de una ideología perversa por esencia. Todo el aparato comunista queda caricaturizado como un títere, un pelele en el que se cumplen órdenes de superiores que están a la sombra mientras quienes dan la cara son pobres marionetas. A nivel de actuación destaca un cameo del Cardenal Jozef Glemp interpretándose a sí mismo.

Llama la atención, sobre todo aquí en España - o debería-, que gran parte de la acción sacerdotal del Padre Popieluszko fue en apoyo a la clase obrera, así como trabajar en la clandestinidad en favor del Sindicato Solidarnosc (Solidaridad). Apoyado en la sombra por el Papa Juan Pablo II y por sus superiores, centra sus homilías en la doctrina social de la Iglesia y en la defensa de los derechos de los trabajadores. En el régimen totalitario comunista estaban prohibidos los sindicatos -a excepción del oficial del partido, claro está- cosa que hoy habría que recordarle a más de uno de la izquierda que enarbola la bandera del sindicalismo unida a la de la hoz y el martillo.

La película cuenta con el aval histórico de todos los personajes de la época, incluido el fundador del Sindicato Solidaridad y presidente de Polonia (1990-1995), Lech Walesa. Igualmente entremezcla imágenes verdaderas del acoso al sacerdote, así como de su multitudinario funeral y de tres viajes de Juan Pablo II a Polonia, el último de ellos para rezar delante de la tumba de su compatriota. De entre todas las imágenes me ha impresionado y sobrecogido una vista aérea real de su funeral, al que acudieron 250.000 personas.

Gerzy Popieluszko fue beatificado por Benedicto XVI el 6 de junio de 2010 en una ceremonia celebrada en la Plaza Pilsudski de Varsovia, en presencia de su madre, Marianna Popiełuszka, quien había cumplido 100 años unos pocos días antes.

No sé si seguiré viendo cine polaco, me temo que no, ya que a España llegan pocas películas de ese país, pero a buen seguro lo que intentaré será seguir resistiéndome a ver cine español. Cada vez lo tengo más claro. Esta película es una clara muestra de que con pocos recursos y mucho talento se puede hacer buen cine. En España, desgraciadamente, tenemos justo lo contrario: poco talento y muchos recursos. Una verdadera lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jaime salado
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13 de setiembre de 2012
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Documento hagiográfico sobre el sacerdote polaco cuyas homilías en favor de los derechos de libertad del pueblo polaco en los 80 entroncaron con las movilizaciones del sindicato Solidaridad y le convirtieron en persona non grata para un régimen comunista dictatorial y represivo que acabó asesinándole.

Todo ello contado con cierta tosquedad en tono documental, sobre todo en la primera parte de la cinta, que amontona situaciones confusas subrayadas por escenas reales de la época. Es en su segundo periodo donde la actuación esforzada y solvente de Adam Woronovicz confiere algo de lustre a un personaje del que se nos cuenta poco más de lo necesario hasta su triste final.

Película que posee el beneplácito de la iglesia católica que recientemente beatificó a Popieluszco y que uno acaba con la sensación de que le utilizó como peón circunstancial en la lucha de Juan Pablo II, anticomunista de pro como el propio protagonista, sin arroparle lo suficiente ante una muerte anunciada y beneficiándose a la postre de su martirio. Desgraciadamente esta misma iglesia no fue ni mucho menos solidaria contra otros regímenes autoritarios (Chile, Argentina o la propia España) de diferente signo político e igual o peor comportamiento criminal.

Como recordatorio de lo que se coció en plena Europa antes de la caída definitiva del muro puede aportar cierto interés.
ELZIETE
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