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Críticas de Cinemaparadiso1951
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de septiembre de 2021
72 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creíamos que nos habían contado todo sobre ETA. Creíamos que cinco décadas de sangre y dolor fueron más que suficientes para contar un buen número de historias a través de novelas, películas y series de TV que, entre la realidad y la ficción, centraran su base argumental en la banda terrorista mediante perspectivas varias: el origen histórico de la organización, la preparación y ejecución de atentados, la caza y captura de asesinos, la difícil reinserción a la sociedad, la venganza contra posibles delatores entre los terroristas arrepentidos, etc. Títulos para el recuerdo no faltan y algunos de ellos de indudable calidad e interés: “El proceso de Burgos”, “La fuga de Segovia”, “Operación Ogro”, “La muerte de Mikel”, “Sombras en una batalla”, “Yoyes”, “La línea invisible”…, entre otros muchos.

Pero es bueno que la literatura (recordemos el impresionante éxito editorial de "Patria" de Aramburu hace cinco años) y el cine contribuyan, además de dar a conocer hechos que forman parte de nuestra Historia, a formar nuestra conciencia crítica y a defender aquellos valores que vale la pena defender. Por eso sorprende muy gratamente el último largometraje de Icíar Bollaín, décimo de su filmografía, una realizadora con la valentía suficiente para optar por el compromiso y la denuncia a través de un cine irregular, olvidable unas veces y muy interesante otras, especialmente cuando pone el dedo en la llaga en la violación de los derechos humanos como puede ser la violencia de género (“Te doy mis ojos”, para mí su mejor título hasta la fecha) o la explotación de los desfavorecidos de nuestro mundo, víctimas del imperialismo y del colonialismo (“También la lluvia”).

Equiparable en calidad y en valor testimonial a los dos títulos citados está el último trabajo de la Bollaín. “Maixabel” refleja unos hechos reales entremezclados con la ficción. Parte del asesinato de Juan María Jaúregui, exgobernador civil de Guipúzcoa, asesinado por ETA en Tolosa en 2000. Y termina con otro hecho: la disolución de la banda terrorista en 20011. Pero ni estos hechos de historicidad indiscutible ni la existencia real de Maixabel, viuda de Jaúregui, y de su hija, o de los tres hombres implicados en el asesinato son elementos suficientes para dar verosimilitud a la historia que se nos cuenta. Lo que importa es cómo está desarrollada. Lo que interesa realmente al espectador es el talante humano que se nos muestra de unos y otros personajes.

Al rechazar la directora cualquier visión mínimamente maniquea en la relación que se establece entre víctimas y verdugos, al margen de que esa relación se diera en la realidad, la película provoca en nosotros una sensación de verdad y autenticidad que es de agradecer. Los encuentros entre la protagonista y dos de los asesinos de su marido –dos entrevistas por separado de no más de cinco minutos cada una en la pantalla—son lo mejor de la película. Maixabel no oculta en ningún momento su dolor ni su descomposición interior como persona por la tragedia vivida. Los dos terroristas, cada uno a su manera, acusan la falta de motivación de sus actos criminales –seguían unas consignas simplemente, les daba igual matar a uno que a otro—pero son capaces de sentir repulsión y arrepentimiento aunque tengan que vivir en adelante con lo que hicieron.

El mérito de estos encuentros, que se producen en el interior de una cárcel de Álava y con la presencia de una persona mediadora, es mayor cuanta más dificultad había en presentarlos. Son situaciones que rozan la credibilidad y podrían haber caído fácilmente en el ridículo si no fuera por tres factores que sirven de equilibrio: la sincera exposición del drama interior que viven los personajes antes de los encuentros, la sensibilidad y tacto de Icíar Bollaín y los convincentes diálogos. Aparte de eso, están unas interpretaciones fuera de serie, de una emoción contenida y sin sobreactuaciones. Blanca Portillo es una Maixabel que nos llega muy dentro porque no parece que esté interpretando. Decir que Luis Tosar, actor fetiche de la directora, está magnífico no es ninguna sorpresa. Pero Urko Olazábal, su compañero etarra, no le va a la zaga, y sobre María Cerezuela, como hija de Maixabel, creo que se llevará el Goya a la mejor actriz revelación.

Quiero destacar también la secuencia en la que la psicóloga mediadora de los encuentros se esfuerza por motivar al grupo de presos para que encuentren sentido a lo que van a hacer con sus víctimas, sin la presencia de los medios de comunicación y siempre a partir de una decisión individual por ambas partes. Sorprende que uno de ellos diga en un ambiente de cierta crispación: “¿Por qué tengo yo que pedir perdón? ¡Que lo pida ETA!”. Es interesante este momento, porque refleja lo que más les cuesta a estos hombres, que es lo de asumir su responsabilidad personal, justamente la condición primera que se les pide para que el arrepentimiento y cambio de vida, después de su historial criminal, sea sincero.

“Maixabel” película queda como un ejemplo –y ojalá lleguen muchos más – de cine reflexivo, no aconsejable para quien sólo acepta el cine de evasión, y también de cine honesto y valiente al afrontar sin tapujos las realidades de nuestro mundo sufriente, al respetar profundamente al espectador dejándole libre para que juzgue los hechos que ve en la pantalla. Más que dar respuestas, es un cine llamado a concienciarnos, a cotejar con otros nuestros prejuicios, ideas y sentimientos; o sea, a provocar el debate al salir del cine.
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Cinemaparadiso1951
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6
31 de enero de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en los albores del cine sonoro (1932) apareció una película del todo insólita. Su título, "La parada de los monstruos (Freaks)". Tod Browning, uno de los realizadores de influencia más directa en el desarrollo del cine fantástico, ofreció al público de entonces y al posterior una obra particularmente siniestra y desgarradora, una parábola sobre la crueldad humana llevada a límites impensables. Aparte de que el reparto estaba formado por personas con todo tipo de deformidades físicas, el filme estaba ambientado en una de esas ferias ambulantes que desfilaban por América y por Europa en épocas de crisis económica como fueron las primeras décadas del siglo XX. Los "freaks" que desfilaban en sus desoladoras imágenes eran seres que sufrían todo tipo de explotación a cargo de negociantes sin escrúpulos que intentaban sobrevivir al precio que fuera.

Como era de esperar, "Freaks" fue perseguida y prohibida para unos y desconocida para muchos. Pero su eco se ha visto reflejado en películas mucho más divulgadas como "El hombre elefante" (David Lynch, 1980) y "Big Fish" (Tim Burton, 2003), ambas con secuencias ambientadas en callejones de ferias, y, de modo mucho más concreto, en "El callejón de las almas perdidas" (Edmund Goulding, 1947), una obra especialmente sombría y realizada durante el esplendor del "cine negro" en la América de los años 40, que adaptaba con notable acierto una novela titulada "Nightmare Alley" ("Callejón de pesadillas").

No cabe duda de que el universo particular que retrata el film de 1947 podía resultar más que idóneo para el mexicano Guillermo del Toro, quien ya ha demostrado en sobradas ocasiones su imaginación para crear mundos visuales con poder de fascinación. Sirvan como ejemplos "La forma del agua", que ganó varios Oscar, o "El laberinto del Fauno", para mí su mejor película. Y la realidad es que "El callejón de las almas perdidas", sin dejar de ser un remake, acorde con los nuevos tiempos, del clásico de Goulding, es un trabajo en línea con la filmografía anterior de su director. Es, sencillamente, la "parada de los monstruos" particular de del Toro. Y puedo decir que la estrella de la función no es nadie de su muy atractivo reparto, sino la ambientación, espléndida en todos sus detalles.

Pero si esa ambientación de las ferias ambulantes brilla con luz propia en la primera parte, en la segunda, lejos ya de ese mundo, y circulando más bien por la línea del melodrama y del cine negro, la película va perdiendo fuelle, aunque deje para al final una secuencia de suspense y persecución particularmente intensa, y un epílogo cargado de cinismo que nos recuerda los comienzos del film. La acción parece que se estanca, al jugar mucho con el triángulo sentimental. El protagonista (Bradley Cooper), cada vez más manipulador e inmoral, se encuentra atrapado entre dos mujeres: la angelical y sincera Molly (Rooney Mara), que quiere salvarse y salvarle, y la perversa "mujer fatal" que interpreta Cate Blanchett, un personaje tan dado al exceso que se convierte en pura caricatura de sí mismo.

Una lástima, porque parece que la película se le va de las manos a su director, y se hace larga y pesada en su último tramo. A diferencia de la versión antigua, el peso de los decorados se impone a la propia fuerza narrativa. Queda un trabajo meticuloso y un resultado que podía haber llegado más lejos al plasmar en imágenes esta triste historia de los seres humanos que caminan a ciegas huyendo de su destino.
Cinemaparadiso1951
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10
9 de septiembre de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los primeros años cuarenta y en plena guerra mundial se hicieron bastantes películas en Hollywood que pretendían motivar a los americanos para que rompieran su indiferencia ante la invasión nazi y apoyaran al frente aliado. La mayoría fueron buenas películas y tengo unas cuantas en mi videoteca particular: “El gran dictador”, “Tormenta mortal”, “Al límite de la oscuridad”, “Ser o no ser”, “Esta tierra es mía” y la trilogía de Fritz Lang (“El hombre atrapado”, “Los verdugos también mueren” y “El ministerio del miedo”). Todas ellas, sin excepción, fueron prohibidas en España por la censura franquista, dada la simpatía de nuestro gobierno por el régimen nazi. “El gran dictador” se estrenó en los cines de nuestro país casi cuatro décadas después y las demás sólo se han visto en TV o en el mercado videográfico. "Esta tierra es mía" es, para mí, una de las mejores, y una emocionante defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos en tiempos revueltos, donde la tiranía, la traición, el colaboracionismo y la cobardía colectiva destruían la dignidad de los seres humanos.

Por otra parte, la película, que se sigue con gran interés, se apoya mucho en ese “monstruo” cinematográfico que se llamó Charles Laughton, en uno de sus papeles más recordados de su larga carrera. En el reparto también figuran la encantadora Maureen O´Hara, en un personaje entrañable, y el eficaz secundario George Sanders, en su eterno papel de villano.

Lo mejor.- La interpretación de Laughton, su discurso en el juicio (comparable al de “El gran dictador”, aunque un poco largo) y los cinco últimos minutos, inolvidables por su emoción.

Lo peor.- Nada, si dejamos de lado el tufillo propagandístico que tenían todas aquellas películas, pero eso era inevitable por las circunstancias históricas.

La frase.- “A los obreros les resulta fácil saber quién es el enemigo, porque el objetivo de esta guerra y de la ocupación es convertir a los hombres en máquinas”.
Cinemaparadiso1951
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9
23 de septiembre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al morir sus padres adoptivos, una chica negra de 27 años, que vive sola en Londres y con un buen trabajo profesional, siente la necesidad de conocer a su verdadera madre biológica, que la entregó en adopción nada más nacer.

A juzgar por el argumento, podría parecer el típico culebrón televisivo para la hora de la siesta. Nada más lejos de la verdad. Estamos ante una película extraordinaria, de lo mejorcito de la década de los 90. Y lo que cuenta es, ante todo, la historia de las relaciones entre un grupo de diferentes personajes, unidos por lazos familiares. Sentimientos, pasiones, crisis personales, crisis de pareja, madurez e identidad, son los ingredientes de una película que, en definitiva, nos habla de la vida, de la necesidad de amor y de la capacidad del ser humano de perdonar y de ser perdonado.

Sólo con los primeros cinco minutos, en que son presentados con pinceladas breves pero claras y directas cada uno de los cinco principales personajes, a través de lo que piensan, dicen y hacen, ya es suficiente para que nos metamos dentro y advirtamos el interés y la calidad de lo que vamos a ver. Una película de obligada visión para cualquier amante del cine.

La anécdota.- El director inglés Mike Leigh, que con esta película despertó el interés de toda la crítica por su cine, dejó a los actores mucha libertad para improvisar los diálogos y las situaciones; de modo que éstos se inventaban cosas sin saber cómo iban a reaccionar sus compañeros de reparto. Y la verdad es que el método resultó ser aquí muy eficaz. Todo lo que vemos en la película trasmite sinceridad y veracidad, son pedazos de vidas que se nos van mostrando en la pantalla sin que pensemos que se trata de una obra de ficción.
Premios.- Palma de Oro en el Festival de Cannes 1.996. Goya a la mejor película extranjera. Y diversos premios de interpretación a la actriz Blenda Blethyn en varios festivales internacionales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinemaparadiso1951
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9
9 de septiembre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en “Rebeca”, el tema principal no es quién mató al personaje del título, sino “la presencia de una ausencia”, el peso que una persona ya muerta influye sobre los vivos; como en “Vértigo” y en “Psicosis”, un hecho inesperado y de enorme importancia ocurre hacia la mitad de la proyección, provocando un brusco giro en la línea del argumento y abriéndolo a sorprendentes caminos. Pero “Laura” no es una película de Hitchcock sino de Otto Preminger, uno de los realizadores que contribuyeron al esplendor del llamado “cine negro” en los años 40 y 50.

Es difícil saber qué es lo más admirable en “Laura”: si el milimetrado guión, en que, a pesar de la abundancia de los diálogos, no sobra ni una coma; o la intriga, absorbente de principio a fin, con un uso muy adecuado del “flash-back” en la primera parte; o la sorpresa que nos espera en un momento inesperado; o la ambigüedad de los personajes, porque cualquiera de ellos puede seer el asesino; o la nítida fotografía en blanco y negro, premiada con el Oscar, con una perfecta iluminación de rostros y de objetos; o el popular tema musical que aún hoy día se sigue escuchando; o las soberbias interpretaciones de todo el reparto; o, finalmente, la belleza y magnetismo de su protagonista, una Gene Tierney (“Que el cielo la juzgue”, “El filo de la navaja”, “El fantasma y la sra.Muir”) que, siendo una actriz guapísima, nunca estuvo tan espléndida y mejor fotografiada como en esta película.

Entre los actores de la película están Dana Andrews como el policía, Clifton Webb, el mejor del reparto, inmenso y absorbente como el periodista protector de Laura y que la ayudó a conquistar la fama, y, en un papel más secundario, Judith Anderson, siempre recordada como la siniestra ama de llaves de “Rebeca”. El único fallo de la película es que es muy corta, sólo 83 minutos que se consumen como un vaso de agua. Por lo demás, una película de obligatoria visión y que figura en cualquier antología no sólo del cine negro, sino del CINE con mayúsculas.
Cinemaparadiso1951
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