Cleo de 5 a 7 es un claro exponente de la nouvelle vague francesa. En este caso de su miembro femenino más destacados: Agnès Varda.

La espera ante un momento importante. Todos hemos estado pendientes de resultados, decisiones, instantes concretos en nuestra vida. Aquí, seguimos las dos horas previas a que Cleo descubra los resultados de un análisis médico que le podría diagnosticar una
grave enfermedad.

La película es muy elegante. Desde el exquisito uso de la música, al vestuario, la interpretación de Corinne Marchand, la cámara de Varda pasando por el fluir de los personajes que acompañan a Cleo de 5 a 7. El repertorio de planos es asombroso: desde el plano general que la observa a lo lejos, a las penetrantes miradas que los parisienses le dirigen, al rostro huidizo de Cleo, a las múltiples miradas a los espejos, etc.

La estructura del relato y como enlaza las escenas es la gran esencia de la película. Como cuando Cleo observa a un niño aporreando un piano de juguete y la melodía que el niño adivina se convierte en la música que acompaña a la escena. Es el ir y venir de Cleo, de su incertidumbre, de buscar nada en concreto, de la necesidad de huir a ninguna parte. Está acompañada de muchas personas a lo largo de la espera pero con todas se siente vacía. Como siente el vacío cuando pone su canción en el café y observa las conversas y como la vida pasa sin más ante sus ojos. Al final todos nos preguntamos si influimos de alguna manera en el mundo que nos ha tocado vivir. Muchas veces no somos más que meros espectadores.

Cleo de 5 a 7 es pura belleza. Especialmente toda la parte final en el parque, las conversas, el personaje interpretado por Antoine Bourseiller, los encuadres y el cierre de la película. Fantástica obra.

https://incertidumbreycine.wordpress.com/2016/04/06/cleo-de-5-a-7-cleo-de-5-a-7-agnes-vard-1962a/

Cuando miramos a los cineastas comerciales españoles agrada ver entre los más representativos a un tipo como Medem. Un director honesto, que siempre ha manejado una serie de códigos cinematográficos y una narrativa verdaderamente personal.

La impronta en sus películas funcionaba mejor en sus cuatro primeras películas, no hay lugar a duda. Los "agujeros" de Lucía han acabado por enterrar su última obra, una obra profundamente fallida.

¿Por qué repele constantemente la película siendo totalmente imposible dejarse seducir por ella? Creo que la película solo se puede entender como una sucesión de bellas postales totalmente vacías. Que si Ibiza, que si mansión de Madrid de artistas bohemios, que si Nueva York...
El personaje de Ana (aparte de defectuosamente interpretado) es totalmente insulso. Ana debería ser la espiral interminable que diera cabida a todas las historias que surgen a partir de ella. Pero no. No deja de ser el comodín para dar rienda suelta a una desquiciante falta de ideas.
Siempre se ha hablado que la narrativa de Medem partía de la fuerza de sus imágenes y de la resolución visual de sus historias más que del propio guión. En "Caótica Ana" comprobamos como una película puede ser aplastada por el exceso de sus imágenes, por la odiosa búsqueda de la originalidad.

No es necesario rechazar de pro a Medem pero es imprescindible que no ahonde por estos caminos porque sino llegará a alcanzar la vacuidad más absoluta.

Almodóvar se sigue transformando. Julieta, una nueva gran película del director manchego, es en esencia almodovariana, de principio a fin y sin discusión. No obstante, es notablemente distinta a sus obras anteriores, más contenida, más literaria, más clásica. Es reconocible pero diferente.

Julieta es una película poderosa y magnética. Almodóvar da una auténtica lección de guión y estructura cinematográfica. La obra fluye como pocas en su filmografía aunque no alcance la genialidad de sus mejores películas. La película encadena capítulos e historias con pausa, con una calma tormentosa, combinando un guión tranquilo, sutil con una historia llena de dolor. Es un Almodóvar contenido en una historia contenida. En una historia llena de capas y subcapas e historias que se entroncan unas con otras pero que se va abriendo de forma maestra por capítulos. Esta estructura clásica y sutil hace imposible no pensar en la reciente Carol (Todd Haynes, 2015) y en los melodramas clásicos de Douglas Sirk que tanto Haynes como Almodóvar confiesan admirar.

Los encuadres de la película son magníficos, pocos ruedan como Almodóvar, con ese gusto estético y esa elegancia. Es un director que se mueve muy bien en ese terreno: su presencia siempre es latente, sabes que está ahí, que es inconfundible, pero necesita solo una exposición e intervención intermitente para conseguirlo. Sabes que firma la obra pero también sabe desaparecer y dejar respirar a la película y, sobre todo, a sus personajes. Su figura y su mano aparece y desaparece de la obra.

La música de Alberto Iglesias y las voces en off están muy presentes en la película. Son dos recursos peligrosos, cuyo abuso puede malograr una buena película. Aquí son dos recursos que aparecen en su justa medida, muy constantes pero muy necesarios para conducir la historia. Mención también para Emma Suárez que está magnífica en su tormento lleno de matices.

Julieta es una historia llena de silencio (el título original de la película antes de Julieta). El silencio de Xoan, lo que su padre no dice a Julieta, lo que Julieta no habla con su hija Antía, lo que Antía no explica a su madre después, ls que Julieta no cuenta a Lorenzo sobre su vida. En silencio también se cierra la película, en un gran final que cierra una nueva gran obra de Almodóvar.

Película sencilla y sosegada de ritmo pausado, que analiza diferentes aristas de la maternidad y paternidad.

Partiendo de un conflicto a partir del cualquier gira toda la película se va mostrando la dificultad de ser padres. Sin duda lo más interesantes es que muestra un retrato preciso de las diferentes maneras de ser padre/madre sin abusar de lo maniqueo.

En ocasiones el cine clásico es defenestrado por buena parte de los espectadores por diversos motivos que tampoco entraremos a analizar. Me quedaré con una de las habituales chanzas: tiene una mirada demasiado simple y descontextualizada de la realidad que vivimos.

Esta extraordinaria película de Nicholas Ray trata con brillantez uno de los temas más candentes de la actualidad: la violencia de género. No es ni mucho menos el tema central de la película e incluso alguno se extrañará (relativamente) de tal afirmación. Pero la película me parece un análisis extraordinario de lo que se llaman micromachismos, esas prácticas sutiles que pasan casi inadvertidas pero que vienen a declamar una verdad inalterable que apostan bastantes hombres y no pocas mujeres: el hombre está por encima de la mujer. Esta película es un ejemple de ello en el sentido de que es el personaje interpretado por Humphrey Bogart quien marca el ritmo, la cadencia de la vida que vive con Gloria Grahame. Cómo iba a ser de otra manera, el es un afamado guionista y ella quien le acompaña. No es necesaria violencia explícita para anular a alguien. El caso hmbre-mujer es paradigmático pero se puede hacer extensible a muchas otras relaciones. La presencia de una personalidad más arrolladora y magnética consigue que los de alrededor queden cada vez más y más pequeños. Estos, viven la vida que les marca el ritmo de esa persona, desnaturalizando su propia existencia.

De eso y mucho más va In a lonely place (Nicholas Ray, 1950), una película magnífica, con un relato preciso, sutil como un micromachismo, con toques del mejor film noir, con dos interpretaciones impresionantes y con uno de los mejores finales que recuerdo. Piel de gallina.

https://incertidumbreycine.wordpress.com/2016/02/20/in-a-lonely-place-en-un-lugar-solitario-nicholas-ray-1950/