Cada vez que se anuncia una película basada en un videojuego aparece el típico comentario de “va a ser mala”. Sería lícito preguntar por qué existe esta tendencia, pero es un esfuerzo en vano porque la respuesta siempre es la misma: “será mala porque todas lo han sido”. Ante semejante argumentación es mejor aceptar la derrota. No es nuestra guerra. Son iluminados bendecidos con el don de pronosticar la calidad de un proyecto cinematográfico sin necesidad de conocer la primera sinopsis. Su verdad es incuestionable. Sin embargo, queridas pitonisas, en esta ocasión habéis fallado, “Sonic, la película” ha conseguido escapar de vuestros oscuros augurios y nos ha regalado una de las adaptaciones más disfrutables. Aunque reconozco que el camino hasta llegar aquí no ha estado libre de vericuetos. Hagamos un poco de memoria.

Crisis de fe
Todos recordaremos la aberración de la naturaleza que fue el primer diseño de Sonic para la película. Esa criatura se coló en las pesadillas de los adultos que habían crecido con el erizo más rápido de los videojuegos. Hay quien dice que todo fue una estrategia de marketing para vender la película por medio de la polémica, yo digo que fue el acto más cercano a practicar el harakiri. La esperanza de vida de ese diseño estaba respaldada por los memes que inundaron las redes sociales, pero estaba claro que no era la intención original de los integrantes del proyecto. Se habían equivocado. Ante semejante avalancha de críticas destructivas surgió el plan de contención: rediseñar a Sonic para hacerlo más próximo al canon concebido por el ideal popular. Habían escuchado a la gente y ahora les tocaba trabajar a contrarreloj para hacer los cambios oportunos. Meses después supimos que la cruzada había merecido la pena.

Y al tercer día resucitó
Las críticas cesaron y la gente empezó a interesarse por la película de forma sana. Ese fue el premio que recibieron los animadores y diseñadores. ¿Hay algo más a parte de contentar a los seguidores? Por supuesto, una producción de corte familiar que es muy sincera con su oferta. Conocedora de todas sus virtudes y carencias, pero que invierte muchos esfuerzos en disimular lo segundo.

Una trama genérica impulsada por la amistad en la que tocará escapar de la amenaza de turno. Priman las aventuras y las escenas de acción de persecución para aprovechar el potencial de un personaje apodado por España como “el prisas”. Todo ello entrelazado con un humor que deja poco respiro, pero que, en general, funciona. Como punto de partida es sólido y se nota que no han querido correr muchos riesgos en el guion por miedo al rechazo del público. Si hacen una secuela, sí tocará aportar más frescura e innovación.

Y puestos a resucitar, le voy a estar eternamente agradecido a esta película por habernos regalado el regreso de Jim Carrey en un papel pasado de frenada. Cada vez que aparece en escena es imposible no sentir cierta dicha de volver a verle así. Su interpretación desprende la misma energía que un niño en una piscina de bolas. Es Jim Carrey en toda su esencia. Sonic puede que se convierta durante una temporada en el nuevo personaje favorito de los niños. Lleno de carisma y actualizado a los tiempos modernos. Es una versión muy entrañable con la que es difícil no simpatizar. James Marsden está bastante simpático como el héroe humilde que todo vecindario quiere y forma una buena dupla con Sonic.

Diría que el mejor piropo que le puedo hacer es que si hubiese visto esta película de niño, habría flipado. Hubiese quemado su VHS y habría hecho más ejercicio al intentar correr tan rápido como Sonic. Por cierto, estad atentos porque está plagada de guiños y referencias a otras franquicias.

Los más pequeños y los nostálgicos se lo van a pasar muy bien, mientras que los adultos que desconocen a este personaje encontrarán suficientes motivos para que su duración no sea una condena lenta y dolorosa. Así que podéis ir sin miedo al cine porque es todo lo que “Detective Pikachu” tendría que haber sido. ¡Qué demonios, será una de las sorpresas más simpáticas del año!

Seamos sinceros en los tiempos que corren, el concepto de la purga casa muy bien y es inevitable sentir una atracción a esta idea disparatada, pero que podría funcionar de igual manera en la vida real que en la película, con sus mismas repercusiones: reduciendo las tasas de paro, incrementando la economía, con índices de violencia más bajos y marcando una distinción más acentuada entre las clases sociales. No creo que sea el único que ve capaz al ser humano de disfrutar de una noche como la purga, caer en nuestros más bajos instintos, dejarnos llevar y buscar para dar matarile al profesor que nos puteo, al jefe que nos dejó en el paro o al vecino que sube el volumen de su televisor en horas indecentes, parece descabellado pensar esto, pero el hombre en si mismo lo es. Con esto quiero dejar clara mi postura de que no es simplemente una película de ciencia ficción, tiene un trasfondo social y político muy interesante, que no han sabido explotar a fondo.

Tras una primera entrega floja y una segunda parte orientada a la acción, el cierre de la trilogía tendría que haber sido un soplo de aire fresco y explorar otras facetas pero se estanca y repite la fórmula que funcionó con Anarchy la noche de las bestias. En principio presentan un conflicto que trasciende más allá de salvar tu propia vida, aquí se juegan las vidas de una nación entera, la senadora Charlie Roan aspira a la presidencia con una política revolucionaria, decretar la anulación de la purga anual, medida que consigue el apoyo del pueblo que la acercaría a la mayoría absoluta, pero por otra parte despierta la atención de los partidarios y fundadores de la purga, que ven en peligro como su sistema puede ser derrocado. Las elecciones ocurren 2 meses después del evento principal de la película y la vida de la senadora puede correr peligro, es aquí donde entra el protagonista de la segunda parte, que abandona su historia de venganza para ejercer como jefe de seguridad, una ardua tarea. Por otra parte, tenemos la vida de varios trabajadores, la clase damnificada por la purga junto a los sin techo, que tendrán que defender sus más preciados bienes de saqueadores y dementes.

Election falla en la forma de llevar la trama, vuelve a recurrir a la ciudad como escenario principal, donde transcurren nuevas persecuciones, tiroteos, escenas de brutalidad, etc, bien es cierto, que la puesta en escena sigue siendo impecable y extravagante, pero la sensación de esto ya lo he visto, permanece en sus 105 minutos de duración y pasados los 30 minutos iniciales, se hace cansino, agotador y lo único que deseas ver son los créditos finales que dan paso a abandonar la sala de cine y ponerte a otra cosa, porque todas las resoluciones son por medio de casualidades con poca veracidad, exigidas por el guión para que pueda avanzar. No da para más la idea, al menos siguiendo este camino, yo abriría la puerta a una precuela, con el origen de todo, como se gesta, como se comporta la humanidad ante una noche de crimen legal, como actúan los demás países o ambienta la película en el día después de la purga, muestrame sus consecuencias, unos vecinos intentan asesinarte pero fracasan y a la mañana siguiente tienes que hacer vida normal con ellos, es un ejemplo, hay chicha que contar, ya hemos visto el lado salvaje, ahora dame profundidad.

En resumen, Election se deja llevar por la acción y avanza a toda costa sea cual sea el resultado final. No podría terminar sin hacer mención a los típicos "sustos" por sobresalto gratuitos, que son poco eficaces y dependen únicamente de subir el volumen, vaya tela... Cuando vea un giro en la forma de llevar el tema de la purga, volveré a pagar gustoso una entrada, hasta entonces ya me han perdido como espectador.

Supongo que cuando anunciaron esta secuela el miedo inundó los pensamientos de los seguidores de la original, ¿pero es toda una experiencia vivir con miedo verdad?, del mismo modo que Blade Runner 2049 es una experiencia que merece ser vista.

Pocas secuelas han de enfrentarse a semejante coloso, una carga soportada bajo los hombros de Denis Villeneuve como si fuese el mismo Atlas; pero este director ha sabido sobreponerse a la sombra alargada, ha vencido al homenaje y ha expandido el mito. Comencemos:

Blade Runner enamoró mediante la riqueza visual de su distopía, con una atmósfera asfixiante, abrumadora, opresora, desoladora y, sorprendentemente, hermosa. El futuro desesperanzador que nos ofrecieron, fue fruto del trabajo iluminado por un grupo orquestado hacia el triunfo tardío, y Blade Runner 2049 ha sabido replicarlo. El apartado técnico que nos maravilló de la original sigue vivo en su secuela, trasladado con respeto y con la misma belleza, aunque diría que el entorno urbano es más limpio. Cada día que pasa es un día menos para ver a Roger Deakins alzar el Oscar,
pues cualquier fotograma de esta película podría ser expuesto en una galería de arte.

Los Ángeles del futuro no habrían sido tan apabullantes sin el sonido que reforzó su vida, la banda sonora de Vangelis se concibe como una imprescindible; aquí no regresa como compositor, pero tenemos a Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch, que saben aderezar la atmósfera, aunque echo en falta alguna melodía como "memories of green".

El argumento surge bajo la concepción idílica de que somos especiales, nacidos para distanciarnos del resto, que somos los elegidos entre pocos. Es una búsqueda que permite ramificar en diversas reflexiones, por ejemplo: ver la devaluación de la tecnologia en favor de la naturaleza; algo que pretende concienciar a nuestra sociedad, que antepone lo material a lo natural, pero pronto empezaremos a valorar lo que nos rodea. Este viaje tenéis que hacerlo solos, prefiero deciros lo justo.

Ryan Gosling ha demostrado que no es un actor que venda entradas de cine, no llena salas como otros titanes de Hollywood, véase DiCaprio o Robert Downey, pero es un actorazo, con un registro que abarca más allá de su mirada perdida al infinito. He acabado fascinado de su personaje e interpretación, pero discúlpame, como tienes al lado a Harrison Ford tengo que centrarme en él; Deckard, se hace de rogar hasta su aparición, pero nos brinda grandes momentos con una actuación que roza el excelente y por eso me es indignante que haya sido ignorado en los Oscar. La relación amorosa corre a cargo del personaje de Ana de Armas, Joi, el apoyo fundamental de nuestro protagonista y también usada en aras de explicar ciertos puntos de la trama; este personaje almibarado irradia ternura, delicadeza y amor. Como antagonistas tenemos a Jared Leto que aparece para soltar su monserga y a Sylvia Hoeks con un personaje implacable, que en muchos momentos recordará a un Terminator.

Puede que nadie pidiese la secuela de Blade Runner, pero ahora que está entre nosotros, solo puedo dar gracias al cine por ofrecer esta ambrosía.

Antes de empezar quiero destacar que no soy seguidor del mundo que ha creado Warcraft en todos sus formatos.

Warcraft comienza y me sorprende enormemente que no lo haga mediante un prólogo al más puro estilo de la comunidad del anillo, habría sido de agradecer para ubicarnos de mejor forma y empezar a conocer los cimientos en los que se basa este nuevo universo por descubrir y éste es el principal fallo de la película de cara a un simple espectador, es inevitable sentirse desubicado en varios momentos y perdido en cuanto a ubicaciones, personajes y trama se refiere. Siendo una película de orígenes requiere de mayor explicación, aunque tenga que recortar de acción.

Atendiendo a los personajes, es fácil conectar con el héroe de la película y con algún secundario de peso, sin embargo, no quedan claro las acciones, motivos, ambiciones personales que mueven a algunos de ellos, quizá el guión no les ayude a desarrollarse. Las interpretaciones cumplen, ninguno desentona para sacarte de situación. Debo decir que los personajes están en constante movimiento, la película se toma ciertas licencias en el ritmo para llevar la trama de un lugar a otro con saltos que descolocan, dando la sensación de un continuo teletransporte.

Los efectos digitales no serán un punto de inflexión, destacó la recreación del mundo, cada ubicación está muy cuidada, con un gran despliegue de imaginación en las ciudades principales que visitan los personajes, sientes la magia del mundo y es fácil dejarse llevar por la belleza que desprenden algunas de ellas. No puedo decir lo mismo del CGI de los orcos, que me recuerda a las cinemáticas de los videojuegos, se acentúa más cuando entran en batalla, no digo que estén mal ojo, me consta que a muchos les ha encantado como están recreados, pero no me terminaron de convencer. El resto de efectos especiales también están a la altura de la fantasía, inmersión asegurada.

La película no es perfecta y deja la sensación de oportunidad desaprovechada, me consta que el montaje original duraba 2 horas y 40 minutos, seguramente la tijera no ha ayudado, pero una cosa os aseguro, pese a sus fallos, vais a encontrar un buen entretenimiento, que de eso se trata en la mayoría de las ocasiones, sentarte en una butaca y desconectar del mundo que nos rodea para formar parte de una experiencia en el cine. Apetecía y mucho volver a sumergirse en una historia de fantasía con un tono medieval y la propuesta era arriesgada, las adaptaciones de videojuegos paracen estar condenadas y generalmente son bastante mediocres, pero no es el caso de Warcraft.

Para terminar, antes de darle chicha a la sección de spoilers, quiero hacer mención al humor de la película, presente durante todo el metraje y la banda sonora, que desde su primera aparición sabes que estás a punto de presenciar algo épico, así que si tenéis dudas de ir o no, os ánimo a ir al cine, yo mientras iré instalando World of Warcraft, que estamos ante el comienzo de algo que puede llegar lejos, recemos.

La princesa prometida vaticinaba la generación de idiotas que temía Albert Einstein: el vivo retrato de una sociedad cuyas preferencias están fijadas en la tecnología, obviando las artes que una vez nos hicieron soñar.

Un niño enfermo pasa su día jugando a videojuegos, pero es interrumpido por su abuelo que trae un regalo para él: un libro. Rápidamente, el niño etiqueta al libro como aburrido, pero acepta con cierta resignación escuchar la lectura de su abuelo. ¿Cuál es su sorpresa? Que acaba descubriendo una historia fantástica y, posiblemente, aprendiese a alimentar su mente con buenas lecturas, dejando de lado el matar marcianitos. Podríamos extrapolar esta situación al cine actual: la gente joven rechaza el cine de gran reserva y prefiere el actual, el cine comercial; y puede haber cabida para todo, podemos encontrar obras que sigan brillando pese a los años que cargan en su equipaje.

¿Y qué ofrece esta película? Un cuento redondo. El patrón imitable para las aventuras fantásticas. Un viaje en el que participan los duelos de espadas, los villanos más ruines, la fantasía y el amor verdadero. No necesita nada más para resonar como un eco imperecedero.

Podríamos rescatar esta película y servirla como ejemplo a seguir de las grandes producciones, que a pesar de superarla con creces en recursos, se quedan muy lejos de la idiosincrasia soberbia que demuestra la princesa prometida.