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España España · Madrid
Críticas de paki
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Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de marzo de 2012
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta. No me gusta. Me gusta. Porque me tuvo tan en vilo como a Robert de Niro Copperfield un rato largo, y eso me gustó. Pero cuando la película acabó, ni aplicando la lógica, ni confiando en la magia de lo que sugería, el final casaba con nada y acabé con la sensación de que en el puzzle final habían encajado varias piezas a capón y cuando veías el conjunto completo te tenías que poner bizco para enfocar. Eso no me gustó.

Yo creo que el problema principal de esta película es que hay dos diferentes que están unidas incoherentemente y que no te dejan disfrutar plenamente de ninguna. "Thriller sobrenatural" dice, pero aqui hay una primera parte sobrenatural y otra de acción. Y el director y guionista, tiene mucho talento y es habilidoso e inteligente, pero primero es un vidente que te va a comunicar con tu tía muerta y, de repente, en pleno trance se saca un conejo de la chistera, mientras que con la mano izquierda parte en dos a una rubia, al tiempo que dobla una cuchara después de adivinar tu número de zapato... Demasiadas cosas y en la magia, en las películas y en casi todo, más es menos, y la mejor solución es la más sencilla. Navajita de Ockham, dixit.

Y más cuando la primera parte es estupenda. Una primera escena de fantasmas, con su medium, sus escalofríos, su casa siniestra en medio de un día gris, su música misteriosa, su poltergeist... Magnífica. Se te ponen los dientes largos pensando que vas a ver una de sextos sentidos dos horas largas. Y Sigourney está maravillosa. Sus clases sobre ciencia y pseudociencia son como apuntarse a su universidad, esté donde esté. El guión es bueno, didáctico, sorprendente, emocionante, ingenioso, inteligente. Maravillosa y trepidante la escena de Sbaraglia. Y Cillian es brillante, y su historia con su jefa, profesora, admirada Sigourney es de ese tipo de amistad y complicidad que salta la pantalla y te encanta. Y, además, aparece Robert de Niro. Y, de repente, comienza la segunda parte y entra el caos en escena. Y digo escena porque ahora todo era teatral, artificioso, espectacular y frío. Los personajes que te engancharon y sus motivos y relaciones íntimos, lo emocional, lo sobrenatural y misterioso, lo mágico y lo científico, la especulación y la clase magistral sobre la necesidad de la magia de los seres humanos, la fe para sobrevivir, las creencias místicas, el duelo entre la ciencia y el ocultismo… Todo eso que empezó tan entretenido y brillante, se convierte en efectos especiales, mucha traca (¡qué manía de los purrumm para asustar, como si fueras un niño!), hombre perdido en el laberinto con sus alucinaciones, misterios y pesadillas… Todo muy bien hecho, pero sin alma. Sigourney en el éter, Robert desaprovechado… El ambiente de misterio se había perdido y ya solo quedaba la curiosidad por saber cuál es el truco, pero no la magia, no, eso es otra cosa. Es la diferencia entre una gran película y un pseudopelículón, o sea, lo que parece pero no lo es…
paki
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El crítico
Documental
España2022
6.3
2,263
Documental, Intervenciones de: Carlos Boyero, Fernando Trueba, Antonio Resines, Icíar Bollaín ...
8
27 de octubre de 2022
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diré el tópico corriendo y me lo quito de encima: esto es criticar al crítico. Vale. Pero yo no sé criticar (como me recuerdan ¡ay! a menudo) y no considero a Boyero un crítico. Por lo visto y oído en el documental, me parece que a él le pasa lo mismo y mantiene la cara atónita, asustada e impostora del que no se cree ganarse la vida con eso.
Pero lo cierto es que se ha ganado el prestigio a estocada de pluma afilada. Es que, a lo mejor, se trata de eso: de que su escritura transciende lo visto en el cine. Es la buena literatura, la acidez del papel, el sarcasmo gordo o la ironía fina. La mala leche destilada, a veces desnatada, que te sorprende y te hace cómplice, aunque no lo quieras. Es la inteligencia, que es más seductora que esas mujeres fatales del cine negro, porque nunca envejecen, sino todo lo contrario.

No sé cual de los amigos, o enemigos; damnificados o agradecidos, dice que siempre pensó que se dedicaría a la escritura. Y es lo que ha hecho. El cine ha sido una buena excusa. Confortable y cálida. Porque en el cine te llueven las historias; te calan hasta el forro de los huesos y te desnudan en la húmeda soledad de la intemperie aterciopelada de las salas de los cines, pero es en la puta calle y en la vida real donde te resfrías, agonizas y te asfixias.

Así que las críticas, las propias y las que te gustan, son historias de la historia donde el protagonista eres tú. Tu emoción o la falta de ella. La forma, o el fondo, en que una película te llena o el tedio que reproduce dentro de tí.
Boyero es un gran cronista de sí mismo y de una gran cantidad de gente que apuesta por una escritura hermosa, una filosofía melancólica, un humor chirriante y un contenido cínico, siempre inteligente. Porque su crítica es transversal, cruza guiones, directores, actores, ideas, costumbres, modas, vida... La pantalla como una ventana y tú de afuera a dentro o al contrario...

Es verdad que no tiene misericordia (eso podría formar parte de un personaje) y que es parcial o subjetivo; y que, como decía una crítica (muy profesional ella) escribe desde la emoción y es mucho mejor distanciarse (palabras de ella), o sea, ser más técnico. Seguro que ella lo consigue, pero si hablas de arte no puedes distanciarte sin perder lo más importante de su poder. El de pasmarte, sorprender, reír o enojarte; indignarte o ponerte pelipunteada. Yo creo que Boyero exhibe esa capacidad, o imposiblidad, de las películas y te lo retransmite.

También lo conseguía Gasset, o Alfonso Sánchez, o Garci en sus tertulias de frikis por el cine. Aprendías muchísimo con ellos de cosas de esas "técnicas", pero siempre estabas esperando el momento intimo de sus recuerdos, amores y odios muy personales. Todo iba bien, muy profesional, hasta que sonreían soñadoramente, torcían media boca o empezaban a susurrar como el que iba a contarte un secreto muy especial.

Chaval, era el momento. Estabas en un club muy selecto. La comunicación máxima. La inteligencia compartida. La emoción. Como decía un gran poeta americano:"¿Que soy contradictorio? ¿Y qué? Soy inmenso y contengo multitudes"

Pues eso. La gran belleza.
paki
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10
29 de diciembre de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos vertientes de Campanella que me encanta ver en sus películas: el filósofo y el poeta. Uno me hace reír y pensar y el otro sentir y emocionarme. No sé cuál de los dos me gusta más, ni me importa, porque siempre las combina magistralmente. Me encantan sus disertaciones filosóficas sobre la vida, en las que, a toda velocidad, te arrastra a una conversación llena de humor, ingenio, inteligencia y ternura. La ternura y el humor le quitan las gotas de pedantería que pudieran salir de un producto tan elaborado, profundo y sabio que no parecen conversaciones de barra de bar o charla de amigos, citas de amor o lamentos de desamores. Da igual: el poso siempre es agridulce, melancólico, irónico, alegre, inteligente, ácido y sentimental. Así que siempre veré sus películas por esas maravillosas charlas en las que descubrí que el "argentino" es uno de los "idiomas" más sabios, ricos y expresivos del mundo...

Pero, además de eso, también están sus historias. Y ahí es donde le sale la poesía, el genio y la magia a borbotones. No importa cuánto ni lo bien que haya disertado sobre el amor, la amistad, la vida o la muerte... de repente todo da un giro loco y sorprendente y te deja en suspenso, con la boca abierta, a media lágrima y aturdido por el golpe al corazón. Directamente. Y todo lo que se había hablado, y reído, y pensado se desmorona para dejarte solo con la sorpresa de lo sorprendente. Eso es la poesía: lo mágico insertado en la vida cotidiana. Los actos movidos por la pasión como único fin, como la amistad de Sandoval o el amor del marido de la mujer muerta. La pasión por el amor, la amistad, la justicia, o lo que sea, incluso el fútbol... que llega hasta al último límite de la vida y más allá... Yo creo que ese es el sentido de la película. La opción entre vivir una vida vacía, rutinaria y segura, encerrado entre sus cuatro paredes, como en una oficina siniestra y oscura. O salir a pelear por lo que quieres, amas o deseas por encima de todas las cosas, aunque sea una idea, un recuerdo o algo tan nebuloso que ya no recuerdas muy bien qué es. De todos ellos, Expósito no se atreve a apasionarse, Sándoval no ha encontrado su pasión y el marido se ha perdido tanto en ella que lo ha devorado. O sea: un pánfilo, un borracho y un loco. Y Campanella nos ha puesto en la piel de Expósito para que veamos la vida desde los ojos de la pasión por el amor y la justicia. Da vértigo y miedo. Aunque sea "poética", pero se sale de los límites de la oficina estrecha, oscura, y muy injusta, en que hemos convertido nuestra vida y la sociedad. Así que para escaparse de ella hace falta ser muy valiente, estar muy loco o ser un poeta disfrazado de borracho. Un "pelotudo", vamos, como diría mi director preferido en perfecto argentino...
paki
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9
28 de abril de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la palabra que se me ocurre. Una palabra que no gusta a los teóricos de la literatura. Como si escribir "bonito" fuera un delito, pero las palabras, y los conceptos, no deben desvalorizarse. Algunas palabras, y conceptos, son eternos. Si desaparecen, se pierde algo irreemplazable. Yo creo que esta película va un poco de eso. La belleza. La ópera china. El teatro. La armonía de una puesta en escena perfecta, con la dificultad y el sobresalto de la perfección. Con su dificultad y su trabajo imaginado para llegar hasta allí. Lo podemos imaginar porque vemos desde el principio, desde la infancia, cómo se consigue. Con la crueldad de la entrega incondicional por una causa. La disciplina de los pequeños niños flexibilizando su cuerpo y su mente hasta lo inimaginable. Tan duro como te lo imaginabas, o más.

Y el amor. La renuncia hasta a la propia identidad si él te lo pide. Otra disciplina, otro sacrificio, otra renuncia. Flexibilidad hasta el vacío. Hasta que no queda nada de ti mismo porque lo has entregado a otro.

Y la traición.

Y la fuerza de un enemigo que se parece tanto a ti que es la única persona que puede acompañarte plenamente.

Y el arte sagrado que quieren matar los nuevos tiempos. La modernidad. Lo práctico. Lo feo. La fuerza. La violencia. Y tú, vosotros, solo sois la belleza, la pasión y la perfección. Un mundo de seda, color, música y armonía recortado contra una pared gris y sucia... Solo queda morir, como el niño que ha llegado a su límite de frustración, la mujer que nunca conseguirá ser amada, la belleza eterna en medio de la revolución y la concubina que ha recuperado su nombre y su esencia en boca de su rey amado. Lo siento si la palabra, o el concepto, no se "llevan", pero ha sido todo tan bonito...
paki
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5
20 de septiembre de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo mejor solo es un virus, pero me noto últimamente trascendente y profunda, y en el cine me cuesta encontrar una película que no me resulte trivial, superficial, mal rematada, escrita o interesante. Mi virus y yo pensamos que a lo mejor no es que falte talento, originalidad o profesionalidad en el cine, sino que, tal vez, creen que lo que falta es público dispuesto a arriesgarse con ellos en historias más ricas, profundas, complejas, que no complicadas, e inteligentes.

Esta película es una mezcla de todas esas cosas. Está contada de una forma bien estructurada y rigurosamente ensamblada en sus partes. Es impecable en cuanto a la ambientación, guión, dirección e interpretación. Trasluce oficio por todos sus fotogramas... y nada más. El resultado final me ha resultado intrascendente, frío y aburrido. Como esas habitaciones impersonales que aparecen en las revistas de decoración que no sabes si pertenecen a una oficina, a una casa o a un garaje, pero donde te parece que nunca nadie ha puesto el pie, la mano ni la vida. Pues aquí lo mismo: una excelente decoración de un lugar inhabitado. O sea, nada.

Seguramente la culpa es mía, o del virus, porque ninguno de los tres "asuntos" sobre los que gira, me interesan nada. A saber: Zuckerberg, los pleitos sobre licencias o derechos mercantiles y el facebook mismo. Es decir, que si me quejo es por vicio, porque ya sabía yo desde el principio que por mucho que me lo adornaran...

Lo primero, Zuckerberg. Frío, frío. Es un personaje anodino y simple, sin carne ni sangre. A ver, es el típico empollón del insti del que te gustaría hacerte amigo, y que te hiciera los deberes y te explicara los algoritmos, pero que, por más que lo intentas, no consigues sacarle nada de interés. Todo lo contrario. Es un asocial y elitista, sin sentido de la oportunidad, ni de la amistad, y que solo tiene inteligencia y recursos para las mates, porque, luego, cada vez que habla la caga, aunque sea con la chica que más le gusta de la clase. Es que pedantea más que habla y, ¡claro!, agota.

Luego está el conflicto de los "copygruaises". Helado, te hielas. Es verdad que hemos llegado al punto de que estamos hablando de porrones de millones, con tantos ceros que tú, que eres de letras, no llegas ni a imaginar. Pues, sí, mira, parece muy emocionante, pero así, subsidiariamente, sin comerlo ni beberlo, ni disfrutarlo, te da lo mismo quién sea el inventor del negosi del siglo: si Zucky, si los Harvardstreet Boys Brothers (osea, que nos duele el paladar de ser tan pijos), o si Eduardo. Yo me quedo con este último, claro, porque es el único que sé escribir bien, el más mono, el tontito que da mucha ternura porque tiene fe en la amistad y el colegueo cuando estamos hablando de billones, mono, que no es que estéis cambiando cromos en el patio. Ese es el momento de mayor tensión emocional, o sea, cuando esperamos que gane la amistad y los recuerdos de esa fraternidad que se remontaba a la ESO y aún antes...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
paki
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