De todas las grandes producciones que nos han legado en los últimos tiempos (y ya son unas cuantas) “Green lantern” es probablemente la que menos me ha gustado. En su favor diré que no es aburrida, tiene una duración adecuada, y la acción que domina la película favorece su desarrollo. Hasta ahí todo bien, el problema comienza cuando los actores no son capaces de sacar rendimiento a sus personajes y los guionistas tampoco colaboran, quedando esbozos aburridos, de tópicos torpemente mostrados. Martin Campbell es una artesano de los de encargo, capaz de realizar cosas realmente interesantes como “Casino Royale” como de colarnos auténticos bodrios como “La leyenda del zorro”, en ese punto intermedio entran producciones que terminan por pasar desapercibidas para bien o para mal como “Al límite”. En este caso el ruido publicitario que ejerce “Green lantern” no hará que se olvide con facilidad pero tampoco va a quedar para la posteridad grabada en nuestras mentes. La gran contribución de esta película entre otros, será dejar en mejor lugar de lo que quedaron en su momento “Los cuatro fantásticos” o “Iron Man 2”, que a la vista de lo prometido quizás fueron juzgadas con demasiada severidad. La historia, sigue los patrones habituales, comienza en plan “Top Gun” (trauma incluído) y nos satura con una gran cantidad de detalles, tan grande como innecesaria (la triste historia de papá). Aun así y hasta la llegada de la conversión, los minutos pasan con cierta armonía, y es en su desenlace cuando el film cae por su propio peso.

He tardado en ver esta película, y he tardado porque no me llamaba nada la atención, no me interesa ni lo más mínimo el Facebook y por ello me ha costado mucho dar el paso. Y la razón por la que lo he dado no es otra que su director, David Fincher, un director arriesgado, cuyos proyectos pueden o no gustar (a mí no me gustan siempre), pero que siempre dan mucho para hablar. Lo que de entrada destacaría es la facilidad con la que Fincher (y esto es mérito exclusivo de él) te mete en la historia, la despliega y sin darte cuenta se ha acabado, en conclusión, es sumamente entretenida y no te arrepentirás de verla, tanto si te encanta como si te deja un tanto frío. A mí me ha encantado, su estructura y planteamiento son muestra de que hay un gran director detrás, como he dicho unas veces lo hará mejor que otras, pero talento, este tío tiene mucho. No estamos ante la típica película que enardece la creatividad distorsionada de un individuo, sino que todo lo contrario, se muestra feroz y contundente con la polémica, algo que colapsa el relato desde el inicio en el que una sencilla conversación nos presenta y exterioriza sin adornos, al gilipollas más grande de la creación, capaz de teclear muy bien e incapaz de ser persona, tener amigos (de verdad) y vivir realmente la vida. Un tipo tan infantil e inseguro que utiliza su único talento para destrozar las virtudes de los demás, y de su único y verdadero amigo. Fincher destroza en dos horas la mitología sobre las falsas deidades sociales, forjadas sobre la popularidad, nos enseña que los tópicos no son siempre reales, los chicos ricos de Harvard, los hijos de papá son en este caso humanizados, utilizan la ética y el respeto por la leyes para reclamar lo que les pertenece, son pacientes y tienen objetivos, de hecho son la causa de esta película. De otra parte los chicos menos favorecidos socialmente y ahí entra el idiota del protagonista, no son siempre tan buenos y emprendedores como en otras ocasiones pretenden hacernos creer. Ahí es donde Fincher nos muestra su independencia, su firma como realizador, tenemos delante una película sencilla, que en apariencia no es gran cosa y que sin embargo es exprimida como pocos directores serían capaces de llevar a cabo.

Para alguien que ha vivido los 80 como adolescente, “Tron” de Steven Lisberger debería ser todo un referente de culto, sin embargo para mí no lo es, nunca me enganchó y las veces que empecé a verla la abandoné a los pocos minutos por aburrimiento. Cuando en el cine vi por primera el trailer de Legacy me entró con una facilidad pasmosa, un excelente trailer que me dejó entusiasmado a pesar de que no tenía ni idea de qué era lo que había visto, algo parecido a lo que me sucedió con “Origen” no sabía de qué iba pero tenía muy claro que quería verla. Es difícil hacer una descripción de esta película, mezcla géneros dentro de la Ciencia Ficción aportando un esquema particular. De entrada quisiera alabar la impresionante banda sonora que tiene, simplemente magistral, quizás su descarado toque ochentero, con elementos electrónicos marque para mí una pauta especial que haga que la adore más si cabe, rítmica y lustrosa da vida al mundo de Tron con un gusto exquisito. La trama, es desarrollada con virtuosismo desde sus primeros minutos, utiliza la acción para presentar a Sam y no se detiene a exhibir su perfil con diálogos insípidos que no ofrecen lo esperado. De modo que no cuesta entrar en la película en ningún momento, Kocinski coge el toro por los cuernos desde los primeros planos, dejando claro que no tiene ninguna intención de esperar a Tron para dar rienda suelta al espectáculo. Queda pues revelado la naturaleza rebelde de nuestro protagonista desde el primer momento, y a pesar de que todo sucede con rapidez en el mundo real, obtenemos información suficiente como entablar amistad con Sam y disponernos a vivir su aventura. “Tron Legacy”, se puede ver, y esto es importante sin haber visto el film de Lisberger, a lo largo de la aventura se nos pondrá al corriente de información necesaria para no perderse. No conviene destapar demasiado de su argumento, sencillo y discreto, dispone del espectáculo como arma principal, visual, increíblemente bien rodada y con personajes realmente carismáticos, Bridges sin hacer demasiado se basta en pantalla para hacerse querer y tanto Garrett Hedlund (Sam) como Olivia Wilde (Quorra) están fantásticos en sus papeles, me sirvo poner el 10 porque si bien puede que no sea perfecta (no lo dudo), tampoco puedo ignorar que sin esperarlo me ha llenado y satisfecho por completo, como pocas películas han logrado.

A la moda del remake se le suma la del 3D, la necesidad que aportar algo nuevo al espectáculo que trascienda lo cotidiano, por mucho que el 3D no sea algo realmente nuevo, sí que lo han perfeccionado para tratar de aplacar la crisis, arrastrar más espectadores a las Salas y ya de paso cobrar un plus añadido. En el caso que nos ocupa estamos ante un ejemplo de ambas cosas, el remake de un simpático (que no genial) film de finales de los 70 adornado por el circense efecto tridimensional. Es un tanto complejo hacer una valoración de esta película, ruidosa, frenética y con poco que contar. El francés Alexandre Aja está claramente influenciado por la ola del remake, no por casualidad tiene en su curriculum americano “Las colinas tienen ojos” y “Reflejos” y ahora esta aventura acuática que no nos engañemos poco tiene que ver con el film de Dante.
A priori todo parece estar en su contra y cuesta buscar cualidades que motiven su visionado, la fórmula empleada es tan plana que se me antoja claramente deliberada y nada disimulada, esto es gore brutal, desnudos de chicas playboy (porno star incluída) y una música insoportable propia de descerebrado de coche deportivo tuneado. A partir de ahí la historia es tan elemental y ridícula que sólo podemos tomarlo a chiste y dejarnos llevar por los elementos visuales que tenemos delante. Una fisura en un lago libera unas pirañas prehistóricas que han sobrevivido... bueno ¿le importa a alguien?, sigamos. En el reparto encontramos algunos rostros conocidos, el cameo y guiño al género de Richard Dreyfuss (el hombre debe de andar pelao) que abre la función o Elisabeth Shue que parece esforzarse infructuosamente por ganarse el cheque. El resto a lo suyo, la porno star que todavía no tengo muy claro si es un reclamo para el espectador o para las pirañas, no dice una palabra en toda la película, lo cierto es que es mejor así y la otra chica playboy (no sé cómo llamarla la verdad) tiene su momento más afortunado cuando la Shue, en una situación tensa en que los protagonistas tienen que salvar un obstáculo y le pregunta:
-“¿podrás hacerlo?”
-“Por supuesto, bailo en la barra de un club”.

Que grandes recuerdos nos traen aquellas películas de los 70 que tanto disfrutamos y no nos importa ver y una otra vez, y que valoración más aceptable tienen pasado tanto tiempo, me pregunto ¿porqué este “Daylight” no? Me respondo, ah! está Stallone por lo tanto ya no puede ser bien aceptada. Pues es una pena, tan injusto como estúpido no reconocer que el entretenimiento que propone está claramente influenciado por aquellas que sí nos gustaron hace más de 30 años. En cierto modo, “Pánico en el túnel” (como se titula aquí) es una especie de homenaje a aquel cine, siguiendo paso a paso todos clichés típicos de aquel y no escondiendo su naturaleza lúdica en ningún momento. De tal manera que no tardaremos en reconocer a todos los personajes a medida que son presentados, uno a uno, el cobarde, el héroe, el kamikaze, el romántico, el agitador... todos son fragmentados en su rol y desarrollados sin sorpresas ni ridículas pretensiones.
Rob Cohen, no será uno de los grandes directores que pasarán a la historia, pero sí le reconozco un oficio de cara a sacar adelante proyectos flojos, que en sus manos alcanzan el estatus esparcimiento inocuo y agradecido, películas ruidosas de las que uno no se cansa de ver a pesar de que tampoco nos esforcemos mucho por recordar. Quizás en esta ocasión su película es capaz de llegar con más facilidad, y trasmitir un poco de agonía y complicidad con la mayor parte de los personajes.
Película estimable, bien realizada, excelente banda sonora por Randy Edelman, buenos efectos especiales y una historia tan sencilla como agradecida ¿qué más se le puede exigir?