Para alguien que ha vivido los 80 como adolescente, “Tron” de Steven Lisberger debería ser todo un referente de culto, sin embargo para mí no lo es, nunca me enganchó y las veces que empecé a verla la abandoné a los pocos minutos por aburrimiento. Cuando en el cine vi por primera el trailer de Legacy me entró con una facilidad pasmosa, un excelente trailer que me dejó entusiasmado a pesar de que no tenía ni idea de qué era lo que había visto, algo parecido a lo que me sucedió con “Origen” no sabía de qué iba pero tenía muy claro que quería verla. Es difícil hacer una descripción de esta película, mezcla géneros dentro de la Ciencia Ficción aportando un esquema particular. De entrada quisiera alabar la impresionante banda sonora que tiene, simplemente magistral, quizás su descarado toque ochentero, con elementos electrónicos marque para mí una pauta especial que haga que la adore más si cabe, rítmica y lustrosa da vida al mundo de Tron con un gusto exquisito. La trama, es desarrollada con virtuosismo desde sus primeros minutos, utiliza la acción para presentar a Sam y no se detiene a exhibir su perfil con diálogos insípidos que no ofrecen lo esperado. De modo que no cuesta entrar en la película en ningún momento, Kocinski coge el toro por los cuernos desde los primeros planos, dejando claro que no tiene ninguna intención de esperar a Tron para dar rienda suelta al espectáculo. Queda pues revelado la naturaleza rebelde de nuestro protagonista desde el primer momento, y a pesar de que todo sucede con rapidez en el mundo real, obtenemos información suficiente como entablar amistad con Sam y disponernos a vivir su aventura. “Tron Legacy”, se puede ver, y esto es importante sin haber visto el film de Lisberger, a lo largo de la aventura se nos pondrá al corriente de información necesaria para no perderse. No conviene destapar demasiado de su argumento, sencillo y discreto, dispone del espectáculo como arma principal, visual, increíblemente bien rodada y con personajes realmente carismáticos, Bridges sin hacer demasiado se basta en pantalla para hacerse querer y tanto Garrett Hedlund (Sam) como Olivia Wilde (Quorra) están fantásticos en sus papeles, me sirvo poner el 10 porque si bien puede que no sea perfecta (no lo dudo), tampoco puedo ignorar que sin esperarlo me ha llenado y satisfecho por completo, como pocas películas han logrado.