"Star Trek: Misión salvar La Tierra" sea quizá hasta su fecha de estreno la película más arriesgada de toda la saga y la que menos tiene que ver con el planteamiento general de "Star Trek". En esta entrega la tripulación liderada por el almirante James T. Kirk ha de viajar al pasado, concretamente a finales de la década de los 80, para salvar al planeta Tierra de su destrucción. Para ello deberán llevar a su época un par de ejemplares de ballenas grises los cuales se comunicarían con un vehículo sonda, que utilizando el mismo lenguaje que estos enormes cetáceos está causando estragos atmosféricos en el planeta. Aquí quizá encontramos el primer punto flaco del filme, ya que este argumento no brilla por su calidad y su planteamiento relacionado a la ciencia-ficción espacial que caracteriza a esta saga.

Una vez en el pasado, vemos como los miembros del Enterprise han de relacionarse con la gente y los elementos de esta época, encontrando numerosas pinceladas de crítica al comportamiento del hombre en sociedad pero también situaciones extrañas y poco útiles para el desarrollo de un guión convincente.

Esta cuarta entrega pone el broche final a la trilogía empezada por "La ira de Khan", y en ella veremos cómo los acontecimientos encuentran un desenlace ajustado tras quizá sufrir un cierto bajón de calidad en cada película. Este filme podría considerarse un curioso paréntesis en lo que al universo "Star Trek" se refiere debido a lo particular de su argumento, pero la gran incógnita gira en torno a saber si ese paréntesis funciona realmente y si es necesario, algo que muchos fans considerarán que no.

Destellos de humor, casualización de los personajes y la saga, un argumento pobre y con un desarrollo que roza lo absurdo y una dirección que baja el listón, hacen de esta película la peor entrega de "Star Trek" por aquel entonces. El resultado podría haber sido curioso pero al contrario, nos trae una historia que se ha ocupado más de alcanzar el listón comercial que el de la verosimilitud con el universo al que pertenece.

"Carta blanca" es una comedia protagonizada por Owen Wilson y Jason Sudeikis, los cuales darán vida a dos maridos que no dejan de cuestionarse cómo sería el tener sexo con otra mujer que no fuera su esposa. Este par de "salidos" serán obsequiados por sus respectivas mujeres con una semana de libertad, en la que supuestamente podrán hacer lo que quieran sin que ello tenga repercusiones posteriores.

La película se trata de una comedia con un target bastante definido; las personas casadas. En torno a la institución del matrimonio y sus vicisitudes girarán la mayoría de gags humorísticos de este filme. Cuestiones como la fidelidad y el paso del tiempo, sobretodo junto a una pareja, serán los temas principales de este argumento que no consigue despegar del todo y ofrecer un producto sólido y convincente.

El humor de la película está bastante desaprovechado en general, refugiándose en tópicos ya vistos en muchas películas anteriores del mismo corte. El argumento, totalmente plano, hueco y previsible, no hará que la película gane enteros, sino todo lo contrario; el espectador deseará que se llegue ya a un final cada vez más evidente para terminar por fin con un libreto que no hace más que cojear, tanto en su idea inicial como en su desarrollo y desenlace. Las interpretaciones de este filme se tratan de clichés a cargo de dos actores que no han sabido ofrecer algo distinto a lo que suelen; el ultra encasillado Owen Wilson (el tío majo y gracioso) y Jason Sudeikis (el pícaro y más descarado).

"Carta blanca" supone una comedia del montón, que dentro de su género tiene que competir contra otras películas muy superiores que explotan un tipo de humor de forma mucho más acertada. Los gags al estilo de "Algo pasa con Mary" constituyen una fórmula ya casi en desuso, a la que muchas películas siguen recurriendo a pesar de haber transcurrido unos cuantos años desde su estreno. Humor reciclado, tópicos y sobretodo pocas risas hacen de esta película un título prescindible del que no merece la pena hacer un análisis exhaustivo.

"Siete psicópatas" es un thriller de humor negro que nos traslada a la vida de un guionista de Hollywood interpretado por Colin Farrel, el cual está escribiendo su última historia con la ayuda de su amigo Billy (Sam Rockwell), que trabaja robando perros y cobrando posteriormente la recompensa junto a su compañero Hans (Christopher Walken). Los hechos se empiezan a complicar cuando Billy roba por error el perro de un jefe mafioso de la ciudad, quien estará dispuesto a lo que haga falta para recuperar a su mascota.

La película, en líneas generales, explora la mentalidad del psicópata, desde el que mata por un principio, pasando por el que lo hace por intereses, y llegando hasta quien realiza estos crímenes por pura saña y rabia interna, pero el tono del filme no será del todo serio ya que no se trata de un psicoanálisis crudo en el que las psicopatías se pongan al descubierto, sino una visión cómica y poco profunda de este tipo de personas. Las interpretaciones son correctas, destacando Sam Rockwell y Christopher Walken por encima de un Colin Farrel casi sin sustancia.

La película arranca presentando a sus personajes y alternando sus historias y antecedentes particulares de forma breve, quizá demasiado, lo que puede provocar una cierta sensación de incertidumbre en el espectador. A pesar de esto el guión presenta un buen ritmo inicial, con buena acción e interacciones entre personajes que mantienen al tanto al espectador. No es hasta la mitad del filme más o menos cuando la historia decae de forma vertiginosa, ofreciendo un espectáculo soso y soporífero cuyo desenlace no se encuentra a la altura del resto del filme.

"Siete psicópatas" resulta ser una historia bien planteada en un principio, de la que se podría haber sacado más jugo e introducir más y mejores giros de trama, pero no ha sido así. El desaprovechado guión parece tener dos partes bien diferenciadas, en el que la segunda se queda a las puertas de lograr el aprobado y el convencimiento por parte del espectador. Inicialmente promete, se ata las botas, toma impulso y cuando empieza a correr fracasa estrepitosamente.

La gallina de los huevos de oro al parecer sigue dando sus frutos en Hollywood, y "Fast & Furious" se convierte en una de las sagas más explotadas actualmente. Lo que empezó como una simple película de coches rápidos, que a muchos nos introducía en el fastuoso mundo del tunning, ha derivado en ser una de las series de películas de acción más taquilleras de los últimos años, y la cosa no tiene vistas a parar por ahora.

La película arranca directamente en el momento en el que su predecesora terminaba, dando continuidad a las grandísimas aventuras que Dominic Toretto (Vin Diesel) y su equipo de conductores viven alrededor de todo el mundo. El arranque es un poco acelerado, pero cuando una película va por el sexto volumen y ya se conoce a los personajes, y los lazos que les unen están bien definidos en las entregas anteriores, quizá no se necesite de una extensa presentación, por lo que en este aspecto los primeros minutos de la película cumplen.

El desarrollo del guión peca de lentitud por momentos. Nos encontramos ante una trama extensa, que pretende ser ambiciosa tocando elementos de todas las películas de la saga, algo no necesario forzosamente. En ciertas ocasiones tendremos la sensación de que algunas escenas de las que se narran en el filme son demasiada casualidad.

Las escenas de acción vuelven a rozar lo imposible. Maniobras en coche de las que cualquier mortal saldría mal parado, mientras que los protagonistas del filme salen caminando o golpes que harían que cualquiera acabase en el suelo recuperando aire para ellos sólo constituyen un motivo por el que pegar con más fuerza, y así hasta una lista casi interminable que harían que hasta el propio Superman se lo pensara dos veces antes de tener problemas con Toretto y su equipo.

La película apenas presenta variaciones en el elenco principal de personajes, salvo la reincorporación de Michelle Rodríguez como Letty. El actor galés Luke Evans dará vida a Shaw, un exmilitar que pretende crear un arma por el que las naciones más poderosas del mundo pagarían cifras realmente desorbitadas, y al que el equipo de Toretto tendrá que detener. Esta película supone ver a Vin Diesel por enésima vez interpretando al personaje que lo catapultó a la fama definitivamente.

"Fast & Furious" se trata de un producto sobreexplotado, que poco tiene ya que ofrecer al espectador. Aún así la película cumple su cometido de entretener por un lado, y de ser una máquina genera-dinero por otro.El atractivo del filme reside en lo puramente visual, las cargas emocionales aparecen también siendo lo que motiva a los personajes a actuar de un modo u otro. Efectos especiales por un tubo, millones de dólares desparramados ante los ojos del espectador, conducciones vertiginosas y un argumento que por su propio bien debe tocar ya a su fin. La película funciona pero sus engranajes empiezan a chirriar.

Con esta película nos encontramos ante un híbrido de road movie y comedia con varios toques dramáticos, en la que el espectador es invitado a la reflexión acerca de los valores de la vida y de qué realmente importa en ella. El filme, del año 2006, nos narra las desventuras que una familia sufre al realizar un viaje hacia un certamen de belleza en el que la benjamina del grupo participará. Un padre que repudia el fracaso y a los fracasados y, curiosamente, se encuentra al borde del mismo, una madre de familia cansada de su situación, un hermano que no media palabra con nadie, un tío recién salido de la clínica en la que estaba internado por su último intento de suicidio y un abuelo veterano de guerra enganchado a la heroína, componen este cocktail cuya guinda es la pequeña Olive, una niña que sueña con ser reína de belleza.

La historia parte de un planteamiento claro, y las relaciones entre los personajes también se van esclareciendo de forma adecuada, ayudando al desarrollo de la trama. Nos encontramos ante una historia que pretende destacar los valores humanos por encima de las etiquetas, acompañando este mensaje con un conjunto de situaciones cómicas y dramáticas, lo que conduce a los personajes a no tomarse su propia existencia tan en serio como venían haciendo.

La película es rica también en críticas hacia ciertos sectores de la sociedad. Las niñas que suelen presentarse a este tipo de concursos de belleza aparecerán representadas como objetos explotados no sólo por sus propios padres, sino también por los propios organizadores de estos certámenes. Este mundillo es recreado con cierto desprecio en el filme, lleno de superficialidad y gente con actitudes reprochables. También nos encontramos con los yuppies empresarios despreocupados de todo excepto de mantener su nivel de vida, rico en apariencia y pobre en contenido. La película toca brevemente este tema pero con acierto.

Con "Pequeña Miss Sunshine" convergemos con una película inteligente, en la que los momentos cómicos y dramáticos están manejados de forma adecuada a las circunstancias. Los personajes funcionan y cada cual cumple su cometido, las situaciones son realistas y la trama está bien planteada. Una comedia de las que hace pensar en la posibilidad de que todo pueda reducirse a eso; comedia en lugar de lágrimas.