Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Terror. Thriller Polanski interpreta al agradable Trelkovsky, que vive en un apartamento de París que tiene un sombrío pasado... la anterior inquilina, una mujer joven, se tiró por el balcón. Sus pertenencias siguen allí... cosas que alimentan la obsesión de Trelkovsky por la mujer. ¿O tal vez le están llevando a la locura? (FILMAFFINITY)
16 de agosto de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Roman Polanski tienen infinidad de virtudes, entre ellas una a la que no suele prestarse excesiva atención: envejecen muy bien. Mérito particularmente reseñable en el caso de las rodadas en la década de los setenta, en general y salvo excepciones bastante maltratadas por el paso del tiempo. Prueba fehaciente de lo cual es esta “El quimérico inquilino”. Su estreno fue saludado con abucheos; hoy, en cambio, se considera una cinta de culto. Y merecidamente, cabría añadir.
En efecto, la adaptación que Polanski hace de la novela de Roland Topor es una joya indiscutible, una obra maestra en el subgénero que se prefiera: terror, crítica social, o incluso comedia –cierto que negra como el alquitrán–. Tres dimensiones conjugadas con la precisión de un mecano para un film poliédrico que nos agarra por las solapas y zarandea nuestras conciencias aburguesadas, abofeteándolas sin piedad ni descanso durante dos horas que, no obstante, se pasan en un suspiro. El panóptico foucaltiano que constituye esa comunidad de vecinos dimana fetidez y fascismo a partes iguales en un “crescendo” asfixiante culminado por una apoteosis operística de indisimulados ribetes fellinianos.
Asimismo, conmueve hasta el tuétano el absoluto desamparo que transmite su protagonista, encarnado por el propio Polanski. Claro que, el papel parece diseñado a su medida. Se antoja imposible siquiera imaginar otro rostro para Trelkovsky, apocado funcionario de raíz kafkiana, sobrepasado por la situación y sumido progresiva pero ineluctablemente en los abismos de la paranoia para acabar atrapado en el espantoso eterno retorno que trasluce un desenlace no por enigmático menos impactante. Con una arriesgadísima pirueta argumental sólo al alcance de un genio como Roman Polanski, éste nos conduce de pronto al arranque de la trama, dejándonos el alma en vilo con ese aullido en carne viva que hace las veces de sublime punto final.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow