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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Drama Guerra de los Cien Años, siglos XIV y XV. En 1431, la joven Juana de Arco, después de haber conducido a las tropas francesas a la victoria, es arrestada y acusada de brujería. Ella declara haber recibido de Dios la misión de salvar a Francia, pero es procesada y condenada a morir en la hoguera. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carl Theodor Dreyer son palabras mayores, y ello merced a obras maestras de la talla de “La pasión de Juana de Arco”, corolario y quintaesencia de la riqueza expresiva del cine mudo, perdida en su mayor parte —si no toda— con el paso al sonoro. Todos los hallazgos del primero se conjugan aquí en una inolvidable sinfonía de imágenes que alterna primerísimos y primeros planos, planos detalle y travellings laterales con muy alta cadencia y, sin embargo, superlativa fluidez narrativa. Al resultado, de una hermosura tan hipnótica como asfixiante, contribuye sobremanera la fotografía de Rudolph Maté, quien ejecuta una antología de estampas donde se materializa en todo su austero esplendor —valga la paradoja— la inconfundible espiritualidad dreyeriana, inmortalizada en el doliente rostro de Maria Falconetti sobre el vacío infinito de ese fondo blanco. Los abruptos contrapicados con que filma a los miembros del tribunal, reproducción del punto de vista de la indefensa doncella de Orleans, evolucionan hasta volverse angulaciones alucinadas y pesadillescas, de evidente raíz expresionista.
Mención aparte merece la interpretación de Maria Falconetti. Actriz de teatro con apenas un par de participaciones en el cine diez años antes, su Juana de Arco ha pasado a la gran historia del cine. La híper-gestualidad característica de las películas mudas viene en su caso matizada por una solemnidad a la vez teatral y escultórica. La fanática mirada de sus ojos abiertos de par en par da paso a unas lágrimas no sé si más reconocibles que conmovedoras o viceversa, pero que sólo serán emuladas en cuanto a fama y celebridad por las del monólogo con que Rutger Hauer ponía punto pinal a “Blade Runner” (ídem, 1982). Se intuye bastante de teatro de la crueldad en el trabajo de Falconetti, no en vano el reparto de “La pasión de Juana de Arco” incluye a Antonin Artaud, principal teórico de dicha escuela, cuyos preceptos expondrá con posterioridad en “El teatro y su doble”, de 1938. Aquí encarna a un monje, enjuto y exaltado —diríase pasoliniano, también “Avant la lettre”—, que le sienta como un guante.
Carorpar
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