Notable intriga política con ribetes hitchcockianos. Si Brian de Palma es el heredero americano del inconfundible estilo del maestro del suspense, no resulta descabellado aventurar que Roman Polanski, salvando las distancias, y teniendo en cuenta sus muchas y controvertidas particularidades, sea su legatario europeo.
"The Ghost Writer" es, no cabe duda, lo más destacable de la produccion reciente de Polanski, brillante director cuya carrera se ha visto marcada- no podía ser de otro modo- por su abracadabrante peripecia vital, de todos bien conocida.
En base al "Mcguffin" de las memorias del ex Primer Ministro británico se desarrolla una alambicada trama cuyos meandros no ocultan una crítica brutal a los años de Tony Blair en Downing Street y el pesimismo existencial y antropológico marca de la casa.
El guión a cuatro manos del propio Polanski y el novelista Robert Harris es, sencillamente, excelente. No sobra una coma, todos los personajes están construidos con una solidez inusitada, y contiene algunos diálogos empapados de una socarronería siniestra antológica. Esto último también marca de la casa, lo mismo que la claustrofobia irrespirable que transmite la película desde sus primeros fotogramas. Puro Polanski, valga la aliteración.
En cuanto a las interpretaciones, destacan un Ewan McGregor muy cómodo en su papel de "negro" aparentemente despistado y peligrosamente incisivo, y Olivia Williams como Ruth Lang/Cherie Blair, taimada esposa del Premier Adam Lang/Tony Blair interpretado por un Pierce Brosnan tan envarado como de costumbre.