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España España · Madrid
Voto de minke:
6
Drama. Romance Dos triángulos amorosos interrelacionados, la de las parejas formadas por los compositores Faye (Rooney Mara) y BV (Ryan Gosling), y la del productor musical Cook (Michael Fassbender) y su novia camarera (Natalie Portman), persiguiendo todos el éxito mientras tropiezan con la obsesión y la traición en el mundo de la escena musical de Austin, Texas. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2020
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Recuperada en Filmin tras el estreno tardío de Knight of Cups en el reciente y capado festival de San Sebastián, pertenece a la época digital y algo temblona de Terry Malick, donde filma rodeado de estrellas que quieren aparecer en sus larguísimas disquisiciones impresionistas y filosóficas, rodeados de sus elementos indelebles: agua, steady cam, grandes angulares, la fotografía excelsa de Lubezki, arquitectura de vanguardia, voz en off... Y montaje obsesionante, donde al director especialista en Heidegger, no le importa cortar toda la participación de Chistopher Nolan en este caso.

Mientras teje una levísima ¿historia? de dos parejas con amantes intercambiadas donde aparecen una mujeres tan bellas, tan tenues, tan delgadas y tan rubias, que parecen todas la misma. Y mete una levísima banda sonora, una de las características de Malick, con más de 50 canciones que aparecen en ráfagas de unos pocos segundos, mientras unos que pasaban por allí, Iggy Pop, Pattie Smith, Val Kilmer... hacen unos cameos como les viene en gana. Claro que en una película sin guion como esta, tampoco desentonan mucho.

Dos horas que dan para mucho, la versión original era de ocho, para asomarse a su universo truncado, a sus elucubraciones chuecas en torno al amor, la compasión y la piedad, la futilidad de la vida, el glamour estúpido del show business, y el vacío mental de divos como Michael Fassbender cuando le dejan a su aire delante de una cámara que te sigue como un chihuahua con síndrome de abstinencia. Pero aquí, la reiteración de elementos acaba tejiendo un tapiz de finísimos y deslumbrantes relieves.

Hasta el mejor escribano echa un borrón. Pero un borrón de una paleta maravillosa.
alfonso
minke
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