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De canción en canción

Drama. Romance Dos triángulos amorosos interrelacionados, la de las parejas formadas por los compositores Faye (Rooney Mara) y BV (Ryan Gosling), y la del productor musical Cook (Michael Fassbender) y su novia camarera (Natalie Portman), persiguiendo todos el éxito mientras tropiezan con la obsesión y la traición en el mundo de la escena musical de Austin, Texas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
18 de junio de 2017
60 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, sigo creyendo que todo espectador tiene su propio misterio personal con Terrence Malick, cuando ve alguna de sus películas.
Sin embargo, los misterios tienen una particularidad: hay que querer resolverlos, o no.
De ahí supongo que vienen las brutales críticas y las encendidas alabanzas a un director que, pese a todo, no cambia por nada ni por nadie.

Menos mal, porque sus películas no son sólo historias audiovisuales, sino testimonios, emociones, impresiones...
Me resisto a creer que "Malick no cuenta nada" cuando en un par de planos es capaz de conectar con mi subconsciente y hacerme recordar experiencias de mi propia vida, parecidas a las que él a menudo retrata.

'Song to Song' se podría definir, de manera simple, como la historia de un triángulo amoroso, y de las personas que viven atadas a él.
Están el ingenuo e idealista BV, la etérea Faye y el intimidante Cook. Los dos primeros, cantantes de la escena musical de Texas, y el último productor deseoso de aprovechar sus florecientes talentos.
A medida que vemos estrecharse su amistad también nos damos cuenta de la asimetría de su relación, del inocente romance entre Faye y BV, y de la voraz sexualidad existente entre Cook y la propia Faye; ambos hombres están enganchados a una mujer que prefiere sentirlo todo, vivir o sufrir cada experiencia, antes que darse cuenta algún día de que no ha vivido nada.

Faye recopila sus confusos sentimientos, intenta que encajen, habla de vivir "canción a canción", sin plantearse nada más que lo puramente inmediato... cómo negarse, cuando vemos que entre los tres existe una química sencilla y natural, donde cada uno se siente parte de algo más grande, una sensación indescriptible desgranada entre atardeceres y charlas de madrugada difusa.

Cook ya sabe de los sentimientos entre Faye y BV, y los respeta, sin echarse atrás, de la única manera que entiende: viviendo como un bestia, devorando experiencias y atenciones, lidiando consigo mismo sin dejar de vivir por los demás... "no puedo tomar la vida tal cual es" pronuncia en un momento de la cinta, quizás su único momento de claridad entre desvanecimientos etílicos.
También le dice a BV: "todo esto... las fiestas, los acuerdos, la fama... es solo un escenario tío, solo eso".
Quizá por eso órbita alrededor de los dos amantes cantantes, exigiendo su parte de esa belleza que comparten cuando están juntos, esa belleza única que le hace a él sentirse horrendo y monstruoso.

Malick opta por casi silenciar lo superfluo, las conversaciones banales, los ruidos de fondo, y te sumerge en un estado de ensoñación marcado por pensamientos y canciones, como piezas de un puzzle que nunca logra acabarse.
"Quisiera que todo este dolor sirviera de algo" dice un desengañado BV, el único que todavía piensa en el punzante amor como cemento de pasiones y melodías, no como la hambrienta soledad que han cultivado Faye y Cook.
El amor es dolor, establece Malick. Quizá no sólo dolor, sino también renuncia de otros amantes, otros hechizos que dejamos pasar, y a la vez aceptación de la incertidumbre que supone buscar una luz de guía, que muchas veces nos dirige por el camino equivocado.

"No puedes tenerlo todo" susurra una sorprendente Lykke Li como amor pasado y sabio, asemejándose más que nunca a esa guía que creíamos perdida.
Pero el caso es que queremos todo, queremos una buena vida, queremos todas las pasiones que entraron y se quedaron (una magnífica Cate Blanchett, una sensual y cálida Bérénice Marlohe), queremos no darnos cuenta de que hemos gastado amor cuando ya es imposible recuperarlo.
Queremos levantarnos de la cama y que el tacto del lecho no nos devuelva algún eco del pasado, acariciando nuestro corazón no amado.

En última instancia, Malick exhibe cómo necesitamos el amor para comenzar de nuevo, para despellejar nuestra piel y renacer como el fénix que a todos nos toca ser en algún momento.
Hasta que lleguemos a redescubrir deseo en el simple acto de desabotonar nuestra camisa, porque ella o él pasará su mano por debajo, hasta que podamos prescindir de ese escenario en el que nos movemos aparentando ser lo que no queremos.
Y si se te ocurre vender una ilusión de amor... cuida de no venderte tú a la ilusión, como la pobre Rhonda que encarna Natalie Portman, mujer de inocencia sencilla y maneras de lolita, que teme lo que su amor exige de ella, y se desespera porque las chicas de abdominales perfectos y belleza exuberante no sienten miedo alguno.

¿Qué emoción tan ingrata es la misma que cambia de piel según lo que pidas de ella?
La misma que te permite volver a empezar, por mucho que la hayas apaleado y la consideres muerta dentro de ti.
Al final, todo vuelve a su sitio, en un atardecer que sabe a fin de búsqueda, y en un lugar que huele a felicidad reverdecida.
"Esto. Solo algo como esto"

Vivamos de canción en canción, sí.
Quizá la única pena es que muchas no las queramos oír hasta más tarde (o nunca) y otras tantas no suenen cuando las necesitamos.
Pero nadie es dueño de su propio álbum.
Charles
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18 de junio de 2017
38 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para no hacer perder tiempo a nadie hablaré claramente: si te gustaron las dos primeras obras de este señor pero las demás te han empezado a caer gordas, no veas Song to song. No entiendo que sigan soltándole la pasta a este hombre para hacer lo de siempre: lens flares entre plantas, planos contrapicados con objetivos angulares, voces en off........Y así hasta que llega la siesta.
MartinScocerse
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11 de noviembre de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera de Terrence Malick es una de las más inusuales que ha conocido Hollywood.
En apenas cinco años encadenó dos cintas que se convirtieron en películas de culto: ‘Malas tierras‘, aplaudida ópera prima, y ‘Días de cielo‘, por la que ganó el premio a Mejor director en el Festival de Cannes. Tras dichas películas, el director tejano se tomó un largo respiro y hubo que esperar nada menos que veinte largos años para el estreno de su siguiente trabajo, ‘La delgada línea roja‘, considerada por muchos como su mejor película hasta la fecha, y otros siete para ‘El nuevo mundo‘.
En 2011 se estrenó ‘El árbol de la vida‘, su obra más polémica hasta la fecha y que sin duda marcó un punto de inflexión en su carrera. La propuesta, tan arriesgada como ambiciosa, polarizó a crítica y público, calificada de obra maestra por unos y de estafa por otros, llegando a advertir determinados cines de las particularidades de la cinta ante la cantidad de espectadores que salían de la sala exigiendo que se les devolviese el dinero. Mientras tanto, la película se hacía con la prestigiosa Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Tras el estreno de ‘El arbol de la vida’ se produjo un cambio en la carrera del cineasta, mucho más prolífica y marcada por la experimentación con la libertad narrativa. Dicha etapa la conforman las siguientes películas: ‘To the Wonder‘, ‘Knight of Cups‘ y ‘Song to Song‘, todas ellas rodadas y estrenadas en los últimos seis años. Esta reciente trilogía cuenta con dos elementos característicos: la ausencia de guión, dejando así margen para la improvisación por parte de los actores, y la importancia del aspecto visual frente al narrativo.
Este último período no ha resultado muy exitoso para el director, pues las películas no han contado con el respaldo ni del público ni de la crítica ni del público, que ha llegado a acusar a Malick de estar borracho de sí mismo, rodando escenas pretenciosas e inconexas que no llevan a ninguna parte. El director se ha justificado alegando que ha rodado de este modo para intentar encontrar “la verdad”, intentando capturar la realidad a través de momentos espontáneos y libres, en un proceso que se asemeja más al documental que al largometraje de ficción. Aunque el propio Malick ha llegado a arrepentirse de rodar de este modo, afirmando lo siguiente: “Recientemente he estado trabajando sin guión y me he arrepentido de la idea. Hay mucha presión trabajando sin guión porque puedes perderte muy fácilmente.”

La película narra la historia de un triángulo amoroso entre dos compositores y un productor musical, todos ellos en búsqueda del éxito profesional. BV (Ryan Gosling) mantiene una relación romántica con Faye (Rooney Mara), quien a su vez tiene una aventura con Cook (Michael Fassbender), amigo de ambos.
La relación entre BV, de carácter inocente y tranquilo, con Faye está destinada al fracaso por el modo de vida de Faye, enfrascada en vivir todas las experiencias posibles y evitar ataduras (tal y como dice ella misma: “vivir de canción en canción“), sin plantearse más allá que el momento presente. Es por ello que, para huir del compromiso con BV, busca escape en la figura de Cook, por el que siente una fuerte atracción sexual, manteniendo así una aventura con él a espaldas de BV. Sin embargo, Cook, consciente de los sentimientos existentes entre BV y Faye y de la belleza de su amor, en contraposición con su mundana existencia, se ve obligado a huir, lo que a su vez le lleva a conocer a una camarera e iniciar una relación romántica con ella.

Ya estamos acostumbrados a que Malick se rodee de grandes figuras de Hollywood para el reparto de sus películas, contando en esta ocasión con nombres de la talla de Ryan Gosling, Rooney Mara, Michael Fassbender o Natalie Portman. Entre sus secundarios se encuentran Cate Blanchett, Val Kilmer y numerosos artistas musicales como Iggy Pop o Lykke Li. Tampoco es ninguna sorpresa que gran parte del reparto se haya quedado fuera del metraje, siendo los perjudicados esta vez Christian Bale, Benicio del Toro y la banda Arcade Fire.
Así mismo, Malick vuelve a contar una vez más para la fotografía con su fiel compañero Emmanuel Lubezki, quien vuelve a deleitarnos con escenas preciosistas, teniendo su trabajo vital importancia en la cinta dada la forma visual de narrarse la historia.

La película tiene numerosos puntos en común con las dos anteriores cintas del director: una historia que gira en torno a un triángulo amoroso, la presencia de personajes a la deriva deambulando por ciudades mientras sus pensamientos son narrados con voz en off, la fotografía de Lubezki… Sin embargo, la principal característica que diferencia y eleva a ‘Song to Song’ frente a sus predecesoras es que, a pesar de compartir dichos puntos en común, aquí se permite al espectador conectar con la historia que nos quiere contar Malick, quien también firma el guión, sin encontrarnos ante una simple sucesión de escenas inconexas a las que cuesta encontrar el sentido, como ocurría en sus dos últimos filmes.

En definitiva, ‘Song to Song’ es un drama romántico que continúa por la senda iniciada por las dos anteriores cintas del director, con las que, si bien comparte numerosos elementos, logra desmarcarse al lograr que esta vez lo que sucede en pantalla nos importe.


https://kinoblogsite.wordpress.com/2017/11/11/song-to-song-acertado-cierre-de-etapa/
Javier
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4 de julio de 2017
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy similar a su predecesora Knight Of Cups; Personajes sufridos y atormentados bajo una lupa de linda y sugestiva fotografía. El guión se mueve como un pedo de culebra, bastante desorientado, sin brújula, dando la impresión de estar constantemente mareado por su propio instrospectivismo sordo de frustración existencial.

La cámara de Malick es un gran angular muy abierto y algo borracho, que tiende a deslizar su mirada en diagonal, y desmayarse en contrapicado, cuando se ve interrupido con un corte de toma abrupto; a otra fija, contemplativa, en otro lugar; resaltando una composición fotográfica minimalista de budismo chic.
Destellan muchos ases oblicuos y perpendiculares de luz de atardecer, porque casi siempre es atardecer. Los cortes de toma forman un bucle experimental cansador, sin ritmo, pulso ni continuidad, que hacen de la edición y montaje un mamarracho de vanguardia adolescente. Una lástima, porque la fotografía pese a todo aquello sigue siendo hermosa, de verdad, pero mejor sería si estuviera fija e impresa en papel para contemplar en una revista. La narración en off de sus protagonistas es susurrante, tímida y cansina; sin la fuerza profunda y solemne de "To The Wonder". Creo haber identificado varias tomas realizadas con GoPro, y todo entremezclado con distintas texturas y calidad de factura visual. Si no fuera por un aclamado director de foto, todo esto sería un esperpento infumable. Al menos la hizo opioide. Y por eso el 5 de mi valoración, en un ataque de generosidad y clemencia, y, porque también, no todo es tan malo; algunos flash de diálogos y cosas resultan pese a tanta improvisación experimental. Hay valentía al jugar fuera de cualquier molde. Te disculpo Malick. Sé que la próxima película será un golpe de timón y dejarás todos estos fantasmas agobiantes en el pasado: ya lo reconociste en rueda de prensa. Salud por eso, y con tramadol.

Pd: Es más, voy a meter la película en un programa de edición y le voy a reemplazar la pista de audio por un boiler room de música electrónica, uno como el de Nicola Cruz o El Búho. Quedaría estupenda.
Claudio Puga
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20 de junio de 2017
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva película de Malick donde una vez más vemos los mismos personajes existenciales, mismos conflictos internos, misma estructura, mismas voces en off (que funcionarían de igual forma en sus dos anteriores películas), misma fotografía (la más floja a mi gusto de todas sus películas) y mismas bellezas femeninas. Lo único que cambia es el entorno en donde se mueven estos desvalidos personajes, en una eterna búsqueda de su yo fragmentado en medio de un País ideal, donde nada los satisface.

Desde ese punto de vista, creo que esta película logra el cierre más satisfactorio de la tres. Que a diferencia de "To the Wonder y Knight of Cups, en ellas daba la sensación que podrían estirarse eternamente (lamentablemente sin aburrirme). Pero quería tocar un punto, que no sé si es porque uno ya se ha acostumbrado e interiorizado la propuesta de Malick, pero en Song to Song me dio la sensación que en Rooney Mara se hace (por momentos) totalmente explícita la "vanguardista" dirección de Malick. Simplemente la mayoría del tiempo no logré conectar con su personaje, daba la impresión que ni siquiera ella sabía lo que estaba haciendo, incluso en ocaciones miraba a la cámara y sonría fuera de su personaje.

Comparto el análisis de un crítico donde comenta la ausencia de Malick en el set (debido a su manera de dirigir casi fantasmal a través de una radio) y siento que esto influye completamente en el corazón de algunas escenas que prácticamente no expresan nada, están Vacías.

Por último recalcar algo que también me llamó la atención y es que la fotografía en esta película bajó considerablemente su nivel. No se a que se haya debido (¿pereza de Malick?) pero los encuadres y el aumento del gran angular muchas veces hacían ver la película con una calidad de GoPro utilizada por un estudiante de Cine.

Sin más, decir que lamentablemente Malick me sigue gustando, y pese a todo disfruto sus películas como muy pocas en la actualidad. Su puesta en escena logra muchas veces sensaciones que me sumergen de lleno en esa espiritualidad etérea que no logra cualquiera. La naturaleza como eje principal del desarrollo de sus películas, sigue estando presente. Los personajes pasan a un segundo plano y solo queda dejarse llevar por el sonido del viento, susurros y pasos fantasmales, que pese a no conducir a ningún lugar, te sientes parte del mundo infinito donde transitan.

Espero que Malick intente un cambio narrativo en su próxima película, si no, a esperarla de igual forma.
Chapsuc
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