Kung Fu Panda pudiera parecer en principio una de tantas películas de animación que intentan acercarse al nivel tan elevado de Pixar, pero pronto nos damos cuenta de su propia personalidad. Mark Osborne y John Stevenson firman una película ideal para todo el mundo, sin moralina barata ni emotividad fácil.

De hecho estamos ante una película donde las emociones van más al terreno épico que otra cosa. No soy especialmente admirador del personaje principal, pero Kung Fu Panda es una historia tan viva y sobre todo tan inteligente que es imposible no rendirse a sus propios encantos. La animación queda en un segundo plano a pesar de que es bastante vistosa debido a la gran historia que se nos presenta. Pero no es en realidad mérito de la historia, porque pensándolo en frío es un poco todo tal y como cabía esperar. Es más el cómo se narra que lo que se narra.

Divertida, entretenida y de una calidad asombrosa. Puede que no llegue al sobresaliente como algunas, pero a Kung Fu Panda hay que agradecerle que no sea tan profunda y pretenciosa. Desde luego, la película tiene el ingrediente secreto.