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Voto de Caith_Sith:
6
Drama Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de música country que vive al margen de la sociedad, con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas, miles de millas recorridas y que con frecuencia se refugia en el alcohol. Cuando parece que apenas hay salvación para él, aparece Jean (Maggie Gyllenhall), una reportera que descubrirá quién es el verdadero Bad, al hombre detrás del músico. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2010
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me suelen gustar las películas sobre la redención, aquellas en las que el protagonista no es un joven atlético o una bella adolescente en busca del amor. Esas en las que en pantalla no vemos personajes salidos de un cuento de hadas, sino personas que arrastran una vida y que nos muestran en qué ha derivado haberla vivido así. Gente afectada por su decisiones. "Sin perdón" en los 90, "The Wrestler" o "Gran Torino" en 2008, "Mal día para pescar" en 2009 y, ahora, "Crazy Heart". Dirigida por el debutante Scott Cooper, encontramos un ejercicio de sobriedad, una película casi crepuscular, que no se molesta en darnos respuestas al cómo ni al porqué, que "sólo" nos muestra una vida, agotada, a un ser humano, Bad Blake, un cantante de country que no pasa por su mejor momento y que ha sufrido golpes, a veces duros, otras no tanto, pero golpes. Y cuando se dan ciertas circunstancias decide cambiar, abrirse, enamorarse por última vez, sentar la cabeza, seguir adelante. Sí, es un cliché, hay miles de películas así. Pero sólo hay una con Jeff Bridges.

"Crazy Heart" debe el 80% de su efectividad a una desgarradora interpretación de su actor principal, justamente nominado al Oscar y, espero, ganador del codiciado premio en apenas unas horas. Bridges canta, habla, susurra. Se mueve, se contonea, toca la guitarra. Te mira a los ojos, y con mucha verdad, con gran fuerza, es capaz de transmitir tristeza, dolor. Su vida de repente pasa a ser la de alguien cercano a tí, te invita a reflexionar, a pensar cómo podrías ayudarle. Incluso cuando ves que algo le va moderadamente bien, sabes que no va a durar. Es Bad Blake, antes, ahora, y siempre. El 20% restante pertenece a un grupo de secundarios bastante notable, con una eficiente Gyllenhaal y, casi, casi cameos de Robert Duvall y Colin Farrell, que junto a Bridges tiene el (probablemente) mejor momento del film. La música, corazón y sangre de Blake, hacen que esta historia sobre superación personal no decaiga incluso a pesar de su final, un poco blandito. Pero después de tantos golpes, no podemos sino alegrarnos porque Blake obtenga su recompensa, bien sea a través de una sonrisa, una entrevista o, quien sabe, un calvo dorado. Qué duda cabe de que lo merece.

Un film más que interesante, limitado por su propio concepto pero que merece la pena verse, disfrutarse y escucharse gracias a un colosal Bridges, a un buen reparto y una música fantástica. Eso sí, la calidad general del film está a años luz de las mencionadas en el primer párrafo: ni encontramos el lirismo de “Sin perdón” ni la furiosa y deprimente mirada de un perdedor de “The Wrestler”. Es un one-man-show: Bridges devorando la pantalla. Y con cada mordisco, poco a poco, nuestra alma.
Caith_Sith
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