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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
7
Thriller Tras ser testigo de un accidente, Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un apasionado joven que no consigue encontrar empleo, descubre como forma de ganar dinero el mundo del periodismo criminalista en la peligrosa ciudad de Los Ángeles. Su trabajo es llegar al escenario de crímenes o accidentes y fotografiar lo sucedido para venderlos al mejor postor. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin alma. Sin principios morales. Lleno hasta las trancas de anabolizantes en forma de cursos 'online' de emprendedores. Perdido en la noche como aquel paria al que Scorsese obligaba a cobrar carreras por las calles de Nueva York mientras lo enloquecía para corregir violentamente el sistema. Pero, en este caso, adorador de ese sistema, hijo del capitalismo. Y, como tal, libre de ataduras deontológicas para volar muy arriba en una sociedad que desea despertarse viendo cómo a un tipo corriente le rajaron la garganta al tratar de robarle el coche. Sangre en las pantallas y mermelada en las tostadas. El desayuno de moda que Lou Bloom quiere perpetuar para reclamar el cobro de su sueño americano: un Mustang junto al porche y, en la espalda, la palmadita de sus vecinos por un trabajo bien hecho.
Bloom es un joven sin rumbo que roba metales para subsistir mientras aguarda su momento de gloria. Formado en la red para crear empresas de éxito y con la osadía que le da la falta de escrúpulos, solo necesita la chispa que le indique el camino a seguir para llenarse los bolsillos y volver a ser parte activa de la sociedad. El azar lo podría haber colocado en la venta de preferentes, pero una noche es testigo de un accidente y de cómo unos reporteros cubren la tragedia para vender las imágenes al mejor postor. A partir de ese momento, recorrerá las calles con una cámara y el objetivo de andar siempre un paso por delante, acercándose a las víctimas sin importarle que la sangre le manche la camisa.
Resulta sencillo traspasar una cinta de policía cuando no hay barreras éticas que cruzar. Pero el guionista Dan Gilroy no tiene como fin principal la crítica a la basura del periodismo ni al morbo insaciable de los espectadores. Por ello, su caricatura de la realidad de los telediarios y su máxima del “todo vale por conseguir audiencia” se antoja tan desmesurada. Su encuadre se centra en desarrollar un personaje tremendamente potente, desde unos inicios en los que hace creer al público que Bloom se esfuerza por hacerse un hueco y progresar -sin principios, pero con eficiencia-, hasta escupirle en la cara su locura con la magistral habilidad de despertar el deseo de ver más sangre.
La trama roza el absurdo en ciertos episodios, y por el devenir del protagonista se cruzan personajes irreales, como la agente que intenta desenmascarar su forma de trabajar. Sin embargo, esas máculas se perdonan por la fuerza de un guion candidato al Óscar que radiografía con precisión el interior de un ser humano con el que es imposible empatizar aunque rebosa de atractivo. El humor negro se convierte en el perfecto aliado para asestar la crítica social: hay que tenerlos bien puestos para contratar a un becario cuando no se puede llenar la nevera, y la llamada a seguir los fundamentos del buen periodismo por parte de un miembro de la dirección de los informativos se rebate con un lapidario “tú estás aquí para escribir el tuit del día”.
La fiel recreación de la noche de Los Ángeles, solitaria y oscura como un polígono industrial, y la magnífica actuación de Jake Gyllenhaal -sublime en su parquedad de gestos e inquietante por su dualidad de hombre afable y trastornado- completan las virtudes de un filme independiente que debería figurar en su agenda cinéfila de estas semanas. El infierno se colapsó de solicitudes de ingreso cuando la Academia no incluyó a Gyllenhaal en la lucha por el Óscar; no añadan su nombre a la lista.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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