Despojada de esa sexualización exagerada (que marcaba el espíritu del videojuego) y más humanizada, la Lara Croft de Alicia Vikander, dentro de ese mundo de aventuras arqueológicas, resulta mucho más creíble (a pesar de algunas inevitables escenas inverosímiles) y dota al personaje de un perfil con el que resulta mucho más fácil empatizar.
Si a eso añadimos que la acción tiene poco cgi (y se nota aún menos), lo que la dota de más credibilidad, estamos ante una adaptación bastante digna de videojuego y una entretenida película de aventuras. En el debe, algunas partes del guión, que resultan demasiado evidentes y típicas. Pero como blockbuster, da la talla.