Si "Europa" de Las Von Trier recoge con ambigüedad (pero con mucho acierto) el destino de una lacerante y mancillada Alemania de posguerra, en el sentido metafórico de un tren sin destino fijo cargado de prejuicios y de vergüenzas, Fassbinder hace lo propio, pero en este caso desde la determinación amoral de la conducta sin ambages de María Braun, desde la guerra hasta los años 50.
La reconversión de un Alemania lastrada por la guerra, que resurge desde el trabajo (sea el tipo que sea, incluso la prostitución), desde el determinismo individual feminista y, por supuesto, desde el amor que siente María por su marido fantasmagórico Hermann.
Excesivamente impostada y con falta de verismo y realismo (casi surrealista), su puesta en escena teatral y su ritmo parsimonioso no ayudan, y terminan por aburrir a cada minuto de metraje sumado.
Fassbinder va colocando las piezas sobre el tablero y dirigiéndolas como autómatas, con el determinismo de María hacia su emancipación capitalista, sin importar mucho el contexto y la humanidad de los personajes.
Es un cine que recuerda en ese punto de inverosimilitud y determinismo egoísta al de Almodóvar. Aunque en Almodóvar el tratamiento de la imagen, el color, la música y el diseño artístico y visual es superior al de Fassbinder.
No obstante, es un claro ejemplo del Nuevo Cine Alemán y su apuesta metafórica y formal es arriesgada, incluyendo una relación interracial entre María y Bill.