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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Aventuras. Drama. Bélico El Cairo, 1917. Durante la Gran Guerra (1914-1918), T.E. Lawrence (Peter O'Toole), un conflictivo y enigmático oficial británico, es enviado al desierto para participar en una campaña de apoyo a los árabes contra Turquía. Él y su amigo Sherif Alí (Omar Sharif) pondrán en esta misión toda su alma. Los nativos adoran a Lawrence porque ha demostrado sobradamente ser un amante del desierto y del pueblo árabe. En cambio, sus superiores ... [+]
8 de diciembre de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haya hecho lo que haya hecho, Thomas Edward Lawrence se ganó ya un lugar en la historia de los exploradores y militares del mundo. Como suele ocurrir, mucho de lo que se cuenta tiene que ver con los afanes de mitificación y sensacionalismo de que se sirven particulares periodistas para dar realce a sus informes o para aumentar el interés por sus libros. De hecho, ya muchos analistas han dicho que la obra del periodista Lowell Thomas, “Siete pilares de sabiduría”, está plagada de exageraciones.

Pero también es seguro que, algo de lo que se cuenta, tiene su asiento en la realidad y al parecer, el llamado Lawrence de Arabia, fue un gran estratega que sirvió a la libertad de aquel pueblo oprimido, para asegurar los intereses de las potencias colonialistas, Inglaterra y Francia, las cuales mantenían un profundo interés por repartirse la torta, pues para nadie es un secreto que el 65% del petróleo del mundo se encuentra por aquellos lados. Y para Arabia, el crudo constituye el 90% de sus exportaciones.

Esto, desde luego, es lo que hace imposible que uno pueda sentir empatía con semejante figura que, además de que fue un comprobado megalómano (“Los árabes buscan su libertad. Yo se las voy a dar”. “A mi solo pueden matarme con una bala de oro” y otras, frases que se citan en la película expresadas por él), fue también un exhibicionista, un consumado mentiroso y otras menudencias. Todo esto, el filme lo recrea con detalles sutiles pero bien precisos.

Con un brillante guión de Robert Bolt y Michael Wilson (cuyo reconocimiento solo vino tras la reconstrucción del filme en 1989, siéndole entregado el Oscar póstumo), David Lean logra la que es, sin duda, su más majestuosa película épica, donde el ambiente y los logros fotográficos de Frederick Young son para enmarcar. Admirable la objetividad con que Lean asume al personaje mostrándolo con claridad en sus contradicciones, aunque resulta un tanto exagerado su afán de embellecerlo físicamente, hasta el punto de convertirlo, en algunos planos, en un ser casi andrógino, lo que llevaría al dramaturgo Noel Coward a hacer un comentario bastante mordaz: “Si T. E. Lawrence hubiera sido así de bonito, los árabes hubieran preferido llamarlo Florence de Arabia”.

Peter O’Toole (de notable parecido físico con el personaje real) tiene aquí el rol que lo llevaría a la cumbre, pues se le da la ocasión de desplegar una multiplicidad de encontradas emociones, con las cuales dio cuenta de que era un intérprete capaz de meterse en la piel de cualquier personaje. Abierto este camino, vendrían después, “Becket”, “Lord Jim”… y ya su nombre estaba entre los grandes.

Debo decir que prefiero la versión de casi tres horas como se exhibió inicialmente, pues la restauración a casi cuatro la vuelve bastante pesada y un tanto confusa, y lo agregado tan solo aporta un mayor disfrute del majestuoso desierto de Jordania y una que otra frase diciente, pero sin la mayor relevancia. La frase de Marlon Brando, con la que expresó su rechazo al rol de Lawrence, recobra ahora su significado: “No quiero pasarme dos años de mi vida montando un camello en un desierto”.

En todo caso, “LAWRENCE DE ARABIA” es un filme bastante apreciable y de gran valor para el conocimiento de la historia y de la esencia humana.
Luis Guillermo Cardona
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