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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Una cadena de televisión convierte en estrella televisiva a un vagabundo. La sorprendente reacción del público hacia el personaje cambiará su vida por completo, convirtiéndolo en una víctima de los medios de comunicación. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Estamos en 1957 –escribía Elia Kazan- y la televisión es ya la “gran industria”. Es un gigante… y un gigante en crecimiento. Está destinada a ser mucho más grande de lo que han sido las películas. Durante las elecciones, en los campeonatos mundiales, en las crisis políticas… los hogares de costa a costa están ligados por unas cuantas cadenas con el mismo cable. No sé si esto sea bueno, malo, o las dos cosas... pero está aquí”.

Ha pasado más de medio siglo. A la luz de hoy ¿estará este comentario muy lejos de la realidad?

A Kazan comenzó a interesarle tanto el fenómeno de la televisión por su capacidad de manipular a las masas, de sembrar ideologías, de establecer gustos, de idiotizar a los débiles… que, junto a Budd Schulberg, el oscarizado guionista de “La ley del silencio”, comenzó a trabajar de manera estrecha en la guionización de una corta historia que ya éste había escrito con el título “Your Arkansas traveler” y que, juntos, rodarían luego con el título “UN ROSTRO EN LA MULTITUD”. Había que tener sumo cuidado con una regla del código ético autoimpuesto por la industria del cine que rezaba: “Tú puedes favorecerlos a todos o puedes ofenderlos a todos”. Pero Kazan era de los que pensaba que “quien trata de complacer a todo el mundo no complacerá a nadie”.

En el proceso, se entrevistó a mucha gente que bien sabía del poder hipnótico de la pantalla chica, la cual, también en ocasiones, puede ser muy efectiva para hacer buenas obras; se filmó a prestantes figuras de la industria, y se estudiaron los más recientes fenómenos sociales (la era McCarthy, la radiodifusora de Nixon, la pelea de boxeo Basilio-Saxton…) en los que la tele jugó un rol significativo, y el resultado es una impactante historia en la que se muestra como un hombre salido de nada, pero con algo de labia y un fuerte sentido populista, puede llegar a convertirse en un fenómeno social si la televisión le da la mano.

Larry Rhodes (impecable debut de Andy Griffith), vividor y caminante -lanzado como Lonesome Rhodes por su descubridora Marcia Jeffries, periodista de la emisora KGRB (con esta sigla se inician algunos tendenciosos y soterrados apuntes) quien orienta un programa llamado “Un rostro en la multitud”-, se convierte en un abrir y cerrar de ojos, en una especie de benefactor social cuya popularidad no tarda en trascender, siendo llamado como publicista y atraído luego hacia un programa de televisión que promociona uno de esos productos que son pura patraña.

El filme describe con brillantez, la forma in crescendo como se va dando este proceso de la sugestión social, hasta llevar a la cima a un hombre que seduce porque lo seduce el poder, y nos deja bien advertidos de la necesidad de aguzar el sentido crítico, pues bien se sabe ya que “no todo lo que brilla es oro” y que, la voracidad de los medios, fácilmente deja de lado hasta los más simples escrúpulos.

Hay que decir que, a “UN ROSTRO EN LA MULTITUD” lo afecta el exceso de situaciones, pues da la impresión de que Kazan y Schulberg tenían un cartapacio inmenso del que nada querían desechar, y se da lugar, entonces, a momentos muy planos donde el ritmo se viene al piso, tardando varias escenas para volver a levantar el ánimo. Con todo, es indudable que estamos ante un filme necesario y con una clara advertencia que no deberíamos dejar de lado.

Título para Latinoamérica: “UN ROSTRO EN LA MUCHEDUMBRE”
Luis Guillermo Cardona
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