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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Western Un grupo de veteranos atracadores de bancos que viven al margen de la ley y que actúan en la frontera entre los Estados Unidos y México, se ven acorralados a la vez por unos cazadores de recompensas y por el ejército mexicano. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, fue el haber visto la película de Arthur Penn, “Bonnie & Clyde”, lo que llevó al director, Sam Peckinpah, a pensar que lo que se había hecho en el cine de acción hasta la fecha, era una pura falsificación de la realidad, pues, ésta es mucho más cruel y salvaje de lo que imaginan los bien pensantes. Así que, cuando en los Estudios de la Warner Bros., apareció una historia que habían escrito, Walon Green y Roy N. Sickner -la cual guardaba ciertas similitudes con “Butch Cassidy and the Sundance Kid”-, él se animó a tomarla, y junto a Green, la modificó con sus propias ideas.

A, Peckinpah, se le ocurrió una ingenua idea, pero ¡¿han visto ustedes cuántas ingenuas ideas han tenido éxito?! Él pensó que plasmando la violencia tal como ocurre en la vida real, conseguiría, primero, hacer su propia catarsis, pues, lo que contaría es una historia donde se hace justicia contra un oprobioso y cruel enemigo del pueblo; y, en segundo lugar, el director pensó que, al ver tan explícita crueldad, el público se horrorizaría de la violencia y comenzaría a repugnar de ella… pero, cuando se sentó con la gente a ver su película, Peckinpah casi llora al ver que no había la menor repulsa contra lo que, en ella veían, y al contrario, había la más consciente y abierta complacencia con todas las cosas que iban pasando. El efecto era, pues, contrario: Cuando la violencia se inocula una… y otra… y otra vez… el ser humano se acostumbra a ella y termina por verla como algo normal. Por eso es que hemos oído decir: “Lo difícil es matar al primero, ¡ya después uno se acostumbra!”

También, el director, cometió otro llamativo error: Llenó la película de muchachas guapas (con predilección por las prostitutas) y el mensaje de que éste es uno de los más atractivos regalos que brindan las armas y el poder, también se va metiendo en las cabecitas poco a poco… y sin querer queriendo, el filme se va convirtiendo, así, en otro producto bastante cuestionable.

Sin embargo, ¿hay algo que haga que, <<LA PANDILLA SALVAJE>>, pueda ser un filme digno de aprecio y positiva consideración? ¡Indudablemente que sí! Lo primero, hay un guion muy bien estructurado que deslinda el bien del mal y los convierte en lo que realmente son: tendencias ambivalentes con inevitables puntos de encuentro. Después, desde la óptica estética hay un logro grandísimo en las escenas de acción con una composición de planos de inmensa plasticidad; la eficaz edición entremezclando tomas rápidas con planos muy lentos (slow motion); una que otra metáfora o situación de preciso significado (los niños presenciando el combate entre los escorpiones y las hormigas; el abandono de Pike a ciertos amigos; el niño que, al final, empuña el fusil anticipando el futuro…); unos diálogos con numerosos aciertos; y unos efectos especiales de sorprendente realismo que, de aquí en adelante, harían escuela. De otro lado, el conjunto actoral resulta bastante calificado, con un, William Holden (Pike), actuando como pocas veces; un Ernest Borgnine (Dutch), que, como siempre, es todo un carácter; un Robert Ryan (Thornton), con esa serenidad que amaga con explotar; Edmond O’Brien (Sykes), con ese entusiasmo difícil de extinguir… hasta llegar a Jaime Sánchez (el joven empleado de “El Prestamista”), que impactará de nuevo con su dramático rol del rebelde, Ángel.

Mención inevitable para la muy efectiva banda sonora de Jerry Fielding… y para esa muchacha que pone profundamente nervioso al atrevido Pike (y también a nosotros) mientras se limpia el cuello… ¡a estas cosas llega el maldito, Peckinpah!
Luis Guillermo Cardona
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