El interés que despierta en sus comienzos, se dispersa a medida que se presenta al personaje principal, con sus pensamientos impuros y los planes perversos que esconde para llegar a salirse con la suya.
Aparentemente un defensor de la justicia y protector de la ciudadanía, nadie espera lo que se encuentra bajo su apariencia serena y pacifica, que comienza a manifestarse en sus deseos sexuales y en diversas argucias que van desvelando el manto de oscuridad que envuelve al personaje. Lamentablemente el demonio bajo la piel se queda en la superficie del mal, resulta confusa y despierta incomprensión al entrar en una vorágine de violencia gratuita, por momentos incomoda, que resulta excesiva e innecesaria.
En el apartado interpretativo destaca negativamente la participación de Jessica Alba, donde lo único que aporta es el destape de sus encantos físicos, dejando bajo la piel cualquier atisbo de interpretación.
La trama avanza hacia una vertiente oscura, que no deja ver con nitidez el camino que conduce al descenso de los infiernos, presentando un cierre decepcionante.
Bodrio contundente disfrazado por la piel del demonio, en el que pocos aspectos se salvan de la quema.