Qué pena que termine sucumbiendo al lado más hollywoodiense del género y no opte por continuar por esa vertiente más costumbrista que Plaza expone tan bien durante la primera mitad de la película. Esos pisos destartalados del Vallecas de principios de los 90, con sus televisiones de tubo de rayos catódicos, cristaleras gruesas y translúcidas y paredes de gotelé, sacados del mejor programa de sucesos, al estilo 'Gente', que emitía TVE hace 20 años.

'Verónica funciona', como suele pasar casi siempre en las cintas de terror, cuanto más sutil y sugerente se muestra. Cuando es como un susurro. Llega un punto en que parece que su director, cansado de tanta contención, opta por romper con el tono pausado y decide imprimir al filme un ritmo frenético que, sinceramente, convierte a su producto en uno más. "Jump scares" por doquier y una entidad maligna al estilo 'Insidious' que le deja a uno con la sensación de que esto ya lo ha visto antes.