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La posesión de Verónica

Terror Inspirada en una historia real sucedida en el madrileño barrio de Vallecas en los años 90. Tras hacer una ouija con unas amigas, una adolescente es asediada por aterradoras presencias sobrenaturales que amenazan con hacer daño a toda su familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 199
Críticas ordenadas por utilidad
26 de agosto de 2017
108 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía mucha fe en esta película, y en eso si que me asustaba, ya que es muy habitual ensalzar una película y luego decepcionarse. No ha sido el caso. Desde el minuto uno y desde el primer fotograma, quedé atrapado por la película. Reparto sorprendente y muy grato. Una explosión de caras jóvenes y noveles, aderezadas con toques de experiencia, véase a Ana Torrent. La factura técnica impoluta, con buenísimos enfoques, siniestra ambientación sonora y una puntillosa puesta de decorados y ambientación noventera. La protagonista está esplendida y sus hermanas en la ficción le da un apoyo fundamental, sin olvidar al varón de la familia, que pese a su edad, me he creido su actuación. Una monja muy convincente y una Ana Torrent muy profesional y dejando con toda la confianza del mundo, el poder a sus hijas. Miedo pasé, pero no sentí en ningún momento que me manipulaban, ni intentaban empujarme a creer nada. No diré más, 8,5 y con ganas de volver a disfrutarla cuando salga en formato físico. Recomendada.
SethSamurai
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25 de agosto de 2017
84 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de admitirlo... Estoy gratamente sorprendido, Paco Plaza ha vuelto a hacerlo, creía que Rec fue su gran obra del terror y que ya había dado todo lo que tenía que darnos pero parece que una vez más me equivocaba...
Verónica nos cuenta uno de los expedientes x más famosos ocurridos en Madrid durante la década de los 90.
Nos sitúa en la familia humilde de una madre y sus hijas cuyas normales vidas se ven truncadas por un acontecimiento absolutamente terrorífico...
Y especial énfasis en terrorífico, ¡que tensión!, el director consigue sin dudas transmitir de una manera muy natural los sucesos escalofriantes que tuvieron lugar aquellos trágicos días.
Si hay algo que quiero destacar con especial cariñó es la genial manera con la que se narra la historia, llegando esta misma a reproducirse durante el visionado de una manera tan realista que te lo crees, quiero decir, sin tonterias, sin cliches, parece que realmente estas viviendo la situación de horror de una pobre niña que ha jugado a la Ouija por aquello de "ver que pasa".
Si algo de especial tiene esta obra de Paco Plaza es que gracias a su naturalidad narrativa, la historia se mete y cala en tus huesos de una manera sensacional, te hace empatizar con los personajes, te hace trasladarte a aquellos mágicos años 90, con sus walkman, con sus kioskos, sus revistas, sus teles de cubo o sus colegios...
Es además sorprendente ver unas actuaciones tan conseguidas y tan bien llevadas de talentos tan jóvenes y emergentes como los que vemos en la película, esto ayuda por su puesto a que la experiencia sea mucho más intensa.
Lejos de los clichés, el film sin duda goza de personalidad y su principal virtud como he dicho es su naturalidad y goza de una habilidad para mantenernos en tensión durante su visionado pocas veces vista.
Agradezco un montón que tenga una naturalidad tan pura o unos personajes tan cuidados o un guión realista por que son estos detalles los que han hecho que me sumerja en aquellos 3 fatídicos días casi como si los hubiese vivido yo.
Me considero un amante del cine del terror y llevaba mucho tiempo planteándome por que la calidad en lo que a este género se refiere había disminuido tanto(aunque admito que últimamente estaba remontando gracias a películas como The Witch o Expediente Warren) y gracias a esta película me he dado cuenta que es precisamente por dejar de lado a los personajes, por no brindarles personalidad y realismo, por no intentar transmitir a traves de las actuaciones y el guión la historia, por pecar de usar clichés y sobretodo por intentar hacer terror barato de ese que sólo se basa en sustos con subidas ridículas del volumen para sumergir al espectador, un truco sólo válido quizás para los novatos del género que no han tenido el placer de gozar de auténticos títulos de terror.
El cine español ya es hora de admitirlo los últimos 10 15 años ha pegado un salto increíble en calidad, cada vez salen mejores directores con grandes ideas y con la imaginación suficiente para contarlas y es de agradecer.
Muchas gracias a Paco Plaza y el reparto y el equipo que han hecho posible que Verónica sea una realidad, ya disfruté muchísimo en su día con Rec y he vuelto, debo reconocerlo a sentirme mal viendo una película de terror, a experimentar esa angustia, esa subida de adrenalina y esos miedos que me producían estas películas cuando era más chaval. La última que había conseguido algo similar en mi fué expediente Warren 1, pero quitando que esta es superior en lo que la parte de audiovisuales se refiere he de reconocer que me he metido mucho más en esta película del director español y eso es para mí lo más importante.
Ha conseguido que sus personajes calen en mi tan fuerte como lo hicieron con la película The Witch, que si algo tiene en común con esta es su fidelidad y su simplicidad para con la realidad que las envuelve respectivamente y salvando distancias entre sí por la ambientación en diferentes siglos claro está.
Así que chapó, chapó por que veo la luz al final del tunel, veo que el genero del terror tiene un gran futuro si podemos contar con directores tan brillantes y acertados como Paco Plaza, y eso me llena de satisfacción pues este género no tiene desperdicio ni tampoco lo tiene el porrón de adrenalina que uno puede experimentar viendo un buen film de este tipo de películas.
Concluiré precisamente usando una frase cliché que viene al pelo y que resume en gran medida a la película; "No juegues con fuego si no quieres quemarte". Más claro agua, sin embargo lo que de verdad es más claro es que el hombre es curioso por naturaleza y que pese a las advertencias se arriesga a asumir peligros innecesarios creyendo que su comprensión lógica esta por encima de todo, pero no todo es calculable, quizás no todo puede entenderse, hoy no, y por eso hay que respetarlo.
Ocurrió en Vallecas en 1991, no juegues con lo que creas que te puede hacer daño....

8/10
Jack Durden
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27 de agosto de 2017
68 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de terror es un género azaroso, saturado de convenciones y clichés que pueden hacer las delicias de los amantes del sobresalto y el horror, pero que, al mismo tiempo, lo condenan a ser la mayoría de las veces un catálogo de tópicos previsibles que lo empobrecen y agostan al limitar su alcance y originalidad. Bien está que se sepan utilizar con destreza e ingenio los lugares comunes esperables, pero se corre el peligro de convertir la cinta en un cansino artefacto bien ensamblado pero vacuo, plagado de charcutería y fuegos de artificio pero ayuno de profundidad o interés.

En esta ocasión el director y coguionista Paco Plaza rescata un hecho verídico y lo convierte en un sugestivo relato sobre la soledad de una adolescente vallecana obsesionada con el ocultismo de quiosco y los interminables fascículos rocambolescos que excitaron la fantasía calenturienta y púber de nuestro pasado inmediato. Si bien no consigue sortear alguna de las engañifas más fraudulentas y estomagantes (como esa innecesaria monja grandilocuente, ciega y alucinada que parece salida de una película deplorable y de baratija), es cierto que sabe urdir con habilidad una historia perturbadora e inquietante, que si bien promete más de lo que ofrece, nos complace por su atrevimiento y desparpajo.

Su mayor acierto es la reconstrucción de una época tan reciente como obsoleta, tan insensata como reconocible, tan turbia como disparatada, tan rancia como castiza y que nos hace sonreír con amargura al vernos reflejados en esos desconchados cutres y en esa cháchara quimérica e iluminada de pacotilla. Recrear aquella caverna nigromante sin telefonía móvil ni Internet, donde cualquier mentira podía venderse por fascículos en cualquier esquina resulta entrañable y regocijante. Ahora los embustes más insensatos y pueriles salen ennoblecidos en las pantallas de cualquier dispositivo con solo dar a una tecla. Pobres de nosotros, es para echarse a temblar o llorar… pero seguro que se puede ir a peor.

También merece destacarse la asfixiante, quebradiza y opaca atmósfera que lo envuelve todo en una neblina ponzoñosa, atestada de peligros y temores, donde la ausencia de unos padres (por trabajo o defunción) pesa como una losa opresiva y acorchada que engulle los gritos de socorro de la protagonista hasta volverlos inaudibles. La soledad es una cárcel sin escapatoria aparente. Contar con un reparto cómplice y eficaz añade lustre y vigor, dotando de vida a lo que podrían haber sido meras marionetas. En conjunto, un relato gótico con gotas de ironía y salpicado de sangre. Apetitoso.
antonalva
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26 de agosto de 2017
54 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Paco Plaza se basa directamente en la historia de Estefanía Gutiérrez Lázaro, conocido por todos aquellos que tengan un mínimo interés en la historia de lo paranormal en España. Terreno pantanoso este, si tenemos en cuenta que algunas de las situaciones aparentemente vividas en el núcleo de la joven ya son de por sí tópicos anexos al cine que toca en mayor o menor medida el tema sobrenatural. Tomándose diversas licencias (el nombre de la joven que aquí da nombre a la cinta, los propios miembros de la familia, personajes secundarios inventados para la ocasión, el motivo de la sesión de ouija...) Paco Plaza adapta el Caso Vallecas ya con una propuesta inicialmente fascinante: el traslado al Madrid de primeros de los 90, el de la barriada madrileña de primeros de esa década en un contexto cuya adaptación merece un punto de apertura muy interesante. En su siempre presente valor por lo autóctono por parte del director (y ya visto en algunas de sus otras películas), el dramatizar el caso en su propia localización no viene asimilado como una adaptación, sino casi como una traslación necesaria en su contexto. Las localizaciones, principalmente exteriores, donde nos situamos en la Vallecas de los 90, hacen conducir a esta Verónica y su drama familiar por la cotidianidad, casi por lo urbano, lo cual no solo supone un punto positivo a la hora de tratar el caso (ya que bajo este estigma es como ha quedado en el imaginario popular), sino que casa también con algo que parece perseguir Plaza en su asimilación del terror: el hacer confluir un estilo por un sello oriundo que siempre funciona. Colegios religiosos o la dura vida de los currantes de barrio, todo ello envuelto con una premisa que circula sobre toda la trama: el retrato de la pubertad, la incipiente juventud y esa curiosidad por lo extraño y lo misterioso. Un mix que ante un entorno tan familiar y cercano tenía todo para confluir en una historia de terror con iconografía propia para desarrollar un contexto singular. Lamentablemente, y ya esto casi avisa de lo irregular de su propio estilo, el opening retratando la llegada de la policía al domicilio familiar funciona solo a medias; este sello autóctono desarrollado minutos después aquí converge con algún que otro cliché mal aprovechado y un look que avisa de algunas de las (fallidas) concepciones artísticas que estarán por llegar.

El desarrollo de Verónica sigue a pies juntillas los tópicos de este tipo de propuestas, con buenas ideas de Paco Plaza en su peculiar y altamente referencial concepción del terror. Algunas secuencias se antojan muy bien planteadas, como la propia sesión de espiritismo (el momento en el que se fusionan dos construcciones de escena, eclipse mediante, es para el que esto escribe su momento favorito del film), los primeros contoneos de la protagonista con algo que la persigue (hay una escena de comida familiar también especialmente destacable y acertada) y con los titubeos de no caer, en inicio, en la rendición a algunos de los tópicos del propio género casi inevitables ante el material de partida; el núcleo familiar aquí con presencias de infantes, el mal usurpando el propio hogar, los guiños musicales a la propia época (y un tema principal de Héroes del Silencio que Verónica se apropia para dos de sus momentos trascendentales) y una premisa sobre la que Plaza circula constantemente y que anexa claramente con el calado que a día de hoy tiene el Caso Vallecas y que en estas líneas ya se han mencionado: la irrupción de un elemento de misterio, focalizado bajo las auto-exigencias en el terror, que rompe la cotidianidad de gente de la calle, no personajes prefabricados con el objetivo de caer rendidos al horror. A destacar otro apunte manido, casualmente muy rescatado en la actualidad y que parece una grotesca pero encomiable mezcolanza de cierto subgénero de la explotación con el terror: la figura de la monja ambigua y de sobrenatural apariencia, aquí en una ciega devota que se utiliza como mesiánica eminencia en su advertencia del terror, aprovechada con solvencia sólo en algunos momentos. Su escena de desarrollo, eso sí, a pesar de los tópicos, es otra de esas subidas de perturbación en Verónica tremendamente dignas.

Verónica, sin embargo, falla en aquellos momentos donde se pretende dar un look mucho más convencional, algo palpable en las resoluciones de algunas secuencias que jugaban maravillosamente con la sugerencia y se finalizan bajo unas estamentos estéticos mucho más deudores del horror más habitual, de ese terror más digno del artificio y que la agregan al momento con las texturas menos excitantes del género moderno. Más grave aún se siente esto cuando se perciben al mismo tiempo los guiños y referencias a alguna que otra cinematografía del horror de décadas pasadas, resolviendo la puesta en escena con unos anticlimáticos clichés visuales.  Aunque la comparación sea odiosa y hasta quizá injusta, el terror autóctono que Plaza matizó en el primer tramo de la película se ve irrumpido en una especie de emulación barata y poco atractiva de los convencionalismos del cine de James Wan (mucho mejor asimilados por el director malayo), presente de manera paulatina en cuanto la intensidad de la irrupción del mal en Verónica sea más patente. Todo ello restará valor y encanto a algunos de los puntos de partida de Plaza en su abordaje al Caso Vallecas, tales como el nexo familiar (y donde la presencia de infantes se acerca a la trama con finura y sin estridencias), la irrupción del horror ante lo ordinario y un estilo narrativo que busca la complacencia y empatía del espectador. Verónica se gana al amante del terror en cuanto más evidente es su sello castizo, y lo aleja de su trama en el momento que más evidentes son tanto sus influencias como la innecesaria conexión con la dramatización del terror más contemporánea.

(Continúa en Zona Spoiler, pero sin Spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reverendo Wilson
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25 de agosto de 2017
47 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que el terror es un género tan trillado que tenemos que remontarnos a El Exorcista, El Resplandor de Kubrick o Misery (las dos últimas basadas en novelas de Stephen King, quien vuelve en dos semanas con el malvado Pennywise a la gran pantalla) para recuperar cintas muy redondas (los Expedientes Warren son magníficos en atmósferas pero trillados en historias) y aún así son más psicológicas que terroríficas. Mira que esta película ni pensaba verla, mira que el tráiler ni me llamaba. Pues ha sido meterme al cine a su primera sesión (16:05 en los Yelmo Ocimax de Gijón) y salir con el corazón a cien. Verónica es la respuesta a todas mis quejas del género de terror y más. Una sorprendente y brillante película que acaba de desbancar a Que dios nos perdone como mi película española favorita.

Su duración acotada y su pulso mantenido (un Paco Plaza sensacional en la dirección, digno del mejor James Wan pero sin copiar para nada) no hacen más que beneficiarla -yendo al grano te cargas muchos tópicos y minutos extras que varias películas suelen adolecer-. La historia toma de inspiración fundamental el caso Vallecas y por muy conocida que sea dicha historia real, la película te mantiene con el corazón en un puño. La ambientación de los noventa, la música, la edición: todo es maravilloso y ultra creíble. ¿Qué decir de los personajes? Sublimes, absolutamente todos. Destacando a una Sandra Escacena que acaba de empezar y ya se halla en estado de gracia, todos los jóvenes actores se comen la pantalla haciendo que nos identifiquemos con ellos, les cojamos aprecio y supliquemos por su seguridad en los momentos más aterradores. Hasta el genial guión esconde un final con pequeños giros brutalmente sorprendentes que ni hasta el más mal pensado vería venir. Ninguna otra película de terror había conseguido hacer eso, creo que en la historia reciente del género (y me he visto varias).

En el plano del terror: Verónica es la mejor película de terror de los últimos años simplemente por saber dar terror. No hay ningún screamer o jump scare barato (mi principal queja y lo que, por desgracia, abunda en las películas). Es más incluso la música siempre se halla presente. Aquí hay imágenes y secuencias de puro horror gracias al manejo maestro de la tensión y planos sostenidos. Se notan las influencias de Plaza, pero también se nota que ha aprendido a lo grande y ha sabido hacer suyo el estilo. Hay momentos dignos de pesadilla, no por el sobresalto sino por lo que se ve y se siente, que no me extrañaría si poblasen algunos de mis turbios sueños algunas noches de estas, mientras los Héroes del Silencio hacen la cuenta atrás hasta uno.

Puedo parecer exagerado, pero no soy yo (soy el primero que dilapida o resta valor sin piedad a una película, claro que si lo merece). Lo exagerado es que una película española sin mucha propaganda (en la sala, por desgracia, éramos cinco -aunque eso también contribuye a la atmósfera-) y que parecía otra más haya dado la campanada coronándose como la mejor película de terror que el cine me ha entregado desde tiempos ochenteros. Para mí, Verónica es un clásico instantáneo desde ya y una de las películas imprescindibles de este 2017. Supera sin miedo las producciones norteamericanas desmedidas sin despeinarse, es una película de terror sin trucos que da miedo de verdad y que te hará escuchar sin remedio a los Héroes del Silencio (si es que no lo has hecho ya). Nunca lo hubiese esperado, pero por fin salgo del cine sin asociar la palabra terror a una muñeca maldita ni a una puerta que se destroza a hachazos ante gritos histéricos de una mujer a punto de ser asesinada. Cuando pienso en terror, veo a Verónica. Y que esto se logre en tiempos turbulentos y de tanta basura como el actual no me hace más que sonreír... mientras trato de controlar los temblores de mi cuerpo.
TeAmargo
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