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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Tras ser expulsado de una población acusado de haber provocado un incendio, Ben Quick llega a un pueblo y es contratado por Will Varner, dueño y señor del lugar. Melodrama sureño, basado en relatos de William Faulkner, que permitió a un jovencísimo Paul Newman demostrar que era mucho más que una cara bonita. En efecto, gracias a este papel consiguió ganar el prestigioso premio al mejor actor en el Festival de Cannes. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación muy libre de la novela “El Villorrio” y otros dos relatos: “Barn Barning” y “Spotted Horses”de William Faulkner, gracias a los guionistas del film, que mejoran ostensiblemente el relato, para acabar pareciéndose más a una obra del aclamado, en este tipo de melodramas sureños que es Tenneessee Williams. Un melodrama pasional mucha más cercano al universo de Williams que al de Faulkner. Varios factores coinciden favorablemente en esta película, una de las primeras colaboraciones de Ritt y Newman, debieron entenderse bien porque hicieron cinco más, así como la ocasión de conocer éste último a su futura esposa Joanne Woodward. Seguramente a ello se debe que las escenas entre ambos salten chispas.

Todo el capital de que dispone Ben Quick (Paul Newman) está a la vista: es arrogante, ambicioso, oportunista y guapo. Sin embargo, su mala fama de incendiario le persigue por el sur de Mississippi. Quick llega a Frenchman´s Bend, un adormilado villorrio propiedad de un hacendado llamado Vill Varner (Orson Welles), ambos son igual de granujas y se entienden perfectamente. Éste era el hijo que le hubiese gustado tener en lugar del inútil de su hijo Jody (Tony Franciosa), casado con la preciosa pero algo infantil, Eula (Lee Remick), incapaz de darle un nieto. Es más, puede que sea el marido ideal para su hija Clara (Joanne Woodward), que lleva camino de convertirse en una amargada solterona. Porque al viejo lo que le importa es perpetuar su estirpe con nietos fuertes.

Filmado en un espléndido cinemascope, el operador Joseph LaShelle le da al film una luz brillante de color y de ese verano del sur, largo y cálido. Welles como patriarca acapara con su magnetismo personal gran parte del film. En el fondo una historia de ambición, codicia y represión sexual, movido por pasiones amorosas y las raíces atávicas propias del sur, negros, racismo y grandes haciendas. El film aprovecha esa tupida red de relaciones, tensiones y represiones para urdir una trama donde la sexualidad asoma entre plano y plano. Diálogos locuaces, chispeantes, llenos de ingenio y mala uva. Un film excelente con reminiscencias bíblicas en referencia al hijo pródigo.
Antonio Morales
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