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Voto de Antonio Morales:
7
Romance. Drama La historia transcurre en el verano de 1880, durante la noche de San Juan. En una mansión irlandesa, la joven aristócrata Miss Julie (Jessica Chastain) y un criado de su padre (Colin Farrell). En un ambiente festivo del que han desaparecido las barreras sociales, Julia y John bailan, beben, se seducen y manipulan. Ella, llena de altivez, desea rebajarse; él es educado, pero zafio. A los dos les une un deseo y una repulsión mutua. ... [+]
14 de agosto de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el siglo XIX las diferencias de clase entre pobres y ricos eran enormes y gran parte de los conflictos sociales y personales se generaron por el rechazo que producían, de tal forma, que la literatura, la ópera y el teatro lo plasmaron de forma admirables. He de reconocer que desconozco las dos versiones anteriores para el cine de la inmortal obra de teatro homónima de 1888 del gran dramaturgo y renovador del teatro sueco August Strindberg, la versión de 1951 (Fröken Julie) de Alf Sjöberg, así como la de Mike Figgis de 1999 (Miss Julie) y que ardo en deseos de ver. Pero en todo caso, me ha gustado y me ha conmovido enormemente esta fascinante versión adaptada por la propia actriz y directora Liv Ullman.

Ésta sitúa la acción en la verde Irlanda de 1890 y concentra el drama en la noche previa a San Juan, identificada siempre con el solsticio de verano, alrededor de sus tres personajes esenciales: la señorita Julia (Jessica Chastain), John, el criado (Colin Farrell) y la cocinera Kathleen (Samantha Morton). Hay no obstante, una pequeña excepción: un prólogo, ausente en el original escénico, en el cual vemos a Julia de niña (Nora McMenamy), suspirando por su madre muerta, un apunte espléndido al que sigue un paseo por el bosque hasta recalar en un rio cercano a la mansión y de vital importancia. Pues más tarde Ullman recupera ese escenario campestre para “airear” la obra escénica, mientras el criado le habla a Julia sobre el amor que desde la infancia sentía por ella.

La joven y noble Julia, que intenta escapar de una existencia atada a barreras sociales y mitigar su soledad, decide invitar a bailar a John. Abatida por los abismos de la soledad, Julia ve mancillada su posición social, al haberse relacionado con un criado. Gran parte de la acción tiene lugar en la cocina, un espacio seco, frío y austero, regentado por Kathleen, primera defensora de ese orden social, moral y ético, pues ella influye en Julia reprimiéndola con puritanismo y fanatismo religioso. La lucha de clases y el poder están muy presentes en la obra. Julia ejerce el poder sobre John, porque es de una clase social más alta. El barón, un personaje que no aparece en el film, ejerce el poder sobre ambos personajes porque es el patrón y propietario de la hacienda. Nunca sale pero sus botas sí que las limpia John, como recordatorio de su presencia y poder.

Por sus características se trata de una obra naturalista. Julia es una mujer de voluntad firme, aunque caprichosa e insatisfecha. En cambio John es un hombre débil, agobiado por sus dudas y cobardía, ante una mujer dispuesta a renunciar a todo por amor. Ullman planifica la película de forma muy clásica aparentemente, pero en el fondo de lo más moderna, como demuestra en la forma de construir relaciones entre los personajes, mediante la elaboración de los encuadres y la dirección de actores, los tres están esplendidos, despojando al escenario de todo artificio. Sin desdeñar la ilustración musical, en varias secuencias con el segundo movimiento (Andante con moto), del Trío para piano Opus 100, de Franz Schubert, que ya utilizó el gran Stanley Kubrick en “Barry Lyndon” para expresar el dolor y la melancolía por la pérdida de su hijo, y que aquí sirve para mostrar la angustia, el abatimiento y la desesperación de la señorita Julia ante su desafío social.
Antonio Morales
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