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Voto de Antonio Morales:
7
Cine negro Un boxeador rescata a una cantante de las lascivas garras de su jefe. Intriga y melodrama para una película de bajo presupuesto producida, dirigida, escrita, fotografiada y montada por Stanley Kubrick. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de callejones vacíos, de púgiles, bailarinas y gángsters, de ambientes en los que rezuma la peste de garitos y pensiones. “El beso del asesino” es la única historia original en la filmografía de Kubrick – exceptuando su debut no oficial con “Fear and Desire”-, por cierto, Kubrick renegaba de este primer film porque lo consideraba un trabajo de aficionado y mandó quemar todas las copias que encontró. Afortunadamente se salvó alguna, como la que últimamente, se emitió en el canal TCM, al parecer una buena copia con subtítulos en español, según he oído, (pues yo no la he visto) la película no es tan mala como él pensaba, pues ya apuntaba algunos detalles de lo que sería su estilo visual.

“El beso del asesino” se adscribe al llamado “film noir” hasta el punto de poder entenderse como una antología del género. Davy Gordon, un boxeador fracasado de Greenwich Village, recuerda su historia en una estación de tren. En un largo “flashback” que ocupa la totalidad de la película, reflexiona desconsolado sobre los acontecimientos recientes que le han empujado a huir de la ciudad. Todo empieza cuando rescata a su vecina, la bailarina Gloria Price, cuando es golpeada por su jefe, un gánster de poca monta. En apariencia es la clásica historia de dos almas solitarias (y enamoradas) enfrentadas a una ciudad hostil, pero en su interior hay más misterio y zonas oscuras de lo que cabría esperar.

Hallamos también un magnífico empleo de la imagen sin necesidad de palabras, evocando el mejor cine mudo, antes de conocerse, los protagonistas bajan las escaleras del edificio en un montaje paralelo muy expresivo. Sólo su genio incipiente explica la calidad de la escena en el ring, donde gracias a su eficaz ritmo y a la cámara subjetiva, el espectador, y no solo Davy Gordon, también es noqueado. En el peor de los casos, Kubrick mostró con “El beso del asesino” que con un presupuesto muy limitado (75,000 $, que Kubrick recopiló de amigos y familiares), de una producción independiente, era capaz de orquestar un siniestro film de serie negra con mejor estilo y mayor elocuencia que otras producciones de su época mucho más caras. La expresiva puesta en escena, el empleo de un estilizado e inquietante blanco y negro, o el “score” de jazz festivo en contraste con el drama que sucede, dan fe de la claridad de ideas de su director, que siempre parecía saber a dónde iba y cómo llegar, aunque el resultado se resiente en ocasiones de un guión con fisuras, de subtramas que no se cierran y motivaciones no justificadas. En todo caso, es estimulante asistir a la historia de amor menos escéptica y más ingenua filmada por Kubrick, quizá porque todavía está concebida desde la pasión y la fe de un veintiañero.

Finalmente resaltar que los actores protagonistas semidesconocidos, hacen un trabajo aceptable en consonancia con el presupuesto, como anécdota debo indicar que las escenas callejeras se rodaron con cámara al hombro o desde un coche sin permiso de las autoridades. La bailarina del segmento de ballet es Ruth Sobotka, la primera esposa de Kubrick.
Antonio Morales
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