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Detrás del candelabro (TV)

Drama Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y a los platós de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y guapo Scott Thorson entra en su camerino y, a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría varios años.
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
14 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demasiado gay para mi gusto. No obstante es una buena película que se sostiene por las muy logradas actuaciones de Michael Douglas y Matt Damon, dos “machos”, declarados heterosexuales alrededor de la corte de Hollywood y que aquí deben comportarse como auténticos partidarios de la homosexualidad: vaya reto actoral. Aquí el plano artístico es algo completamente secundario. LIBERACE es un artista sin tormento, no busca hurgar en las profundidades de la música ni crear belleza, es un extravagante que sabe atender muy bien las excentricidades de la farándula y del espectáculo de masas a través de la desmesura. Esa faceta no es la que le interesa hurgar a Soderbergh, sino la intima, la de los sentimientos y sexual. LIBERACE es un multimillonario vanidoso y solitario cuya sexualidad es voraz y le mantiene en una constante zozobra que logra aplacar a través de la promiscuidad. No hay grandeza en la vida cotidiana de éste hombre, si es que se puede pensar así cuando somos seres anodinos donde el tiempo va erosionando cualquier vestigio de dignidad. LIBERACE procura barnizar una existencia llena de vacíos afectivos y no todo lo que brilla es precisamente oro. Aún así se las arregló, mediante una ética laboral un tanto frenética, mantenerse en el tope de la fama, que si a ver vamos era su verdadero aliciente vital. La película a pesar de todo el glamour es seca y árida, nada agradable para un espectador promedio domesticado alrededor de actuaciones pulcras y con “sentimiento” que el cine como magia siempre ha procurado embellecer. Behind The Candelabra es básicamente un ladrillo visual cuyo esplendor se va diluyendo alrededor de la convivencia de dos seres simples maniatados por un destino que les subyuga y tuerce. LIBERACE es un pragmático empresario del espectáculo y sabe bien manejar su propio negocio, aunque más allá de eso es un personaje prisionero de su propia ruina moral que al compartirla con otros produce un descenso a los infiernos. Y es que la vida humana, la convivencia en sí, tiene en su epicentro la sordidez, y si ésta no se compensa con grandes y pequeños momentos de heroicidad y nobleza cotidiana, termina por envilecer a cualquiera.
bucefalo
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28 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero hacer de fastuosa una palabra que resuma todo lo que esta película ofrece al espectador. No creo que haya otra experiencia igual en el cine reciente. Lo que han logrado Michael Douglas y Matt Damon roza con la perfección actoral. Cátedra para los que deben convencerse que cada personaje merece un respeto suficiente como para hacerlo ver como realmente fue, y aunque no tenga una referencia real de Liberace creo que cada uno puede darse cuenta de que lo que hace Douglas es un hombre "real".
Drama cargado de comedia; irreverencia documentada con la historia de de un siglo, el siglo que casi por completo vivió Liberace. Amor, desamor, pasiones, desajustes, elegancia, soberbia... Estamos ante una de las grandes película del 2013.
Valetamayo
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13 de enero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ocurren casos como el que atañe a la distribución de Behind the Candelabra, uno se da rápidamente cuenta de que todavía vivimos en un mundo lleno de prejuicios, incapaz de mirar lo que es una normalidad que –debería- ser mundialmente asumida, por mucho que nos califiquemos a nosotros como primer mundo. Porque Behind the Candelabra, no sólo es una buena película, repleta de aciertos brillantes, sino que también es una historia de amor como cualquier otra, y el hecho de mirarla con los ojos retrógrados con los que muchos la han mirado, sólo alimenta monstruos como el propio Liberace, en sus golpes más bajos, negando su naturaleza.

Dicho esto, recalco y repito: Behind the Candelabra es una superlativa visión de una historia insólita y emotiva, la historia de amor de dos hombres que trasciende sus propias rígidas y vistosas formas. Steven Soderbergh vuelve a amoldar su cámara y su estilo a la historia que nos está contando, realizando el que es para mí uno de sus mejores trabajos. Pueden parecer exagerados ciertos decorados, vestuarios, montajes musicales, pero basta con mirar cualquier video del auténtico Liberace para ver que la realidad supera a la ficción. Soderberg orquesta un espectáculo visual recargado y kitsch, que nunca hace sombra sin embargo a la sensibilidad de la historia que cuenta: una historia regida por el desencanto, la mentira, la hipocresía, la vampirización del amor, y su poder redentor.

Pero claro, Behind the Candelabra no sería el espectáculo (visual y emocional) que es, si no fuera por dos actores superlativos, entregados en cuerpo y alma a la complejidad de los dos protagonistas. Matt Damon interpreta al amante, Scott Thorson, en un personaje mucho menos vistoso que el de su compañero, pero que el actor clava con sensibilidad, contención, sutiles detalles formales, verdadero cariño y compasión, y nos hace partícipes de esa desoladora sensación de haber tenido una juventud y que ésta haya sido robada. De haber amado sin cerebro, pero de haber amado a lo grande. Y del vacío que queda después, cuando las candilejas se apagan.

Michael Douglas, como se ha dicho y se debe decir hasta la saciedad, está pletórico. Puede ser, creo yo, el personaje más complejo al que el actor ha dado vida en toda su dilatada carrera. Es, sin duda, el más alejado de los registros que suele interpretar. Y en cualquier caso, es una creación extraordinaria, una mímesis frontal y profunda con el verdadero Liberace, en el amaneramiento de las formas y en lo aciago de sus profundidades. En lo excéntrico de su puesta en escena, y en lo secretamente vulnerable de su intimidad. No hay momento de todo el filme en el que Douglas no deslumbre más que esa cantidad de brillos que lleva encima.

Gracias a estos dos hombres, dos actores perfectamente compenetrados, generosos en el riesgo que toman, en la honestidad de dos interpretaciones recargadas pero llenas de vida; Behind the Candelabra se convierte en el emotivo drama romántico que es, una historia de amor fuera de toda duda y marcada por algunas de las mayores vejaciones a la integridad del otro, pero sin embargo vívida y rebosante de verdadero cariño, de auténtico conocimiento.
jaly
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6 de abril de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y los plató de televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso, dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y hermoso Scott Thorson entra en su camerino y a pesar de la diferencia de edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta que duraría cinco años.

Estrenada en televisión, "Behind The Candelabra" nos traslada a finales de los años 70, en una época en la que el hecho de salir del armario y pronunciarse sobre la homosexualidad no era un tema de buen gusto. Pero ahora, en pleno siglo XXI, Steven Soderbergh nos traslada esta historia basada en hechos reales y con una recreación sorprendentemente verídica.
Pero esto es un tema que trataremos más adelante.
Para empezar comencemos analizando el guión de Richard LaGravenese, basado en el libro de uno de los protagonistas: Scott Thorson. El guión está bien construido, los personajes, las situaciones, todo se ha creado de acuerdo a unos cánones predefinidos de la escritura de guiones, y, de hecho, el resultado es más que satisfactorio. No se nos presenta la historia de golpe, sin que sepamos las motivaciones o los deseos de cada personaje, esto último se ve, se nota, se siente.
En gran parte por las enormes actuaciones de sus protagonistas, pero también en gran medida por la dirección de un Soderbergh que nos traslada con sumo cuidado esa excentricidad que rodeaba al genio del piano y que tan maravillosamente está reflejada en la película.
Pero no todo es un camino de rosas, y el guión, obviamente, tiene sus flaquezas. Especialmente en el último tramo, con una conclusión un tanto precipitada y un despegue por completo de la idea de "hacer disfrutar al espectador", ya que, en este tramo, todo el cariño y la compenetración que habíamos construido con los dos protagonistas, se pierde de golpe, y no por exigencias de la historia, ya que no debería de ser así, sino porque se dejan de lado aspectos clave para la correcta conclusión de la trama, como son el avance de la enfermedad en Liberace hasta su posterior muerte, o el trauma personal de Thorson, que no parece excesivamente dramático.

Pero si por algo ha sido reconocida esta cinta, es por las actuaciones de sus protagonistas, ganadores ambos de varios premios importantes como por ejemplo premios Emmy, BAFTA o incluso Globos de Oro, todos especialmente dirigidos hacia vejete Douglas, quién realiza una interpretación digna de estos galardones, aunque, a la misma altura que la de Damon, quién sólo ha sido reconocido por medio de alguna que otra nominación.
Y es gracias al trabajo de estos actores como descubrimos el avance de la historia, las emociones y las motivaciones sobre todo de Thorson y más adelante de Liberace. La vergüenza, el temor al eterno: '¿qué dirán?', son situaciones y sentimientos maravillosamente reflejados en la película y que, obviamente, ayudan a que el espectador se introduzca en la trama y llegue a compenetrarse con los personajes de manera muy profunda.

Pero también podemos destacar esta cinta por su estrambótico estilo. No por el de Soderbergh, que ya no sorprende, sino por la dirección artística y de fotografía maravillosas de las que goza la película. Con una recreación impresionante de la mansión del genio estadounidense y una obsesión por el detalle y la perfección, no sólo del personaje, sino del propio equipo de decoración, que llega a puntos preocupantes, aunque el resultado final no podía ser mejor.
La opulencia y el lujo que se vislumbran en la película no podía haber sido obtenido de otro modo, si no es con un enorme trabajo de los equipos artísticos, que ofrecen el escenario perfecto para que la narrativa del guión fluya sin problemas.
Nada más comenzar la cinta nos percataremos del tono de color que se la impregnado a esta para hacerla parecer antigua, al estilo de finales de los 70, recargando en gran medida los tonos amarillos y ofreciéndonos algunas imágenes que quedarán para el recuerdo de los espectadores que disfruten de la cinta.

Hay que dejar una cosa clara antes de finalizar el análisis: "Behind The Candelabra" no es una película que todo el mundo sabrá apreciar, hay que estar seguro de lo que se va a ver. Es una historia de amor entre dos hombres. No hay escenas sexuales ni nada por el estilo, no tiene efectos especiales ni un ritmo muy acelerado, es más, peca de lento en algunos tramos. Es una cinta para cautivar al espectador deseoso de nuevos desafíos dramáticos que, en esta ocasión, se ve recompensando con una muy buena cinta.
La nota final por lo tanto es de 7.5/10. Perfecta para una tarde de reflexión y cine dramático, sin llegar a extremos de alto riesgo de deshidratación, es más, todo lo contrario, lágrimas, más bien ninguna. Para pensar.

Lo Mejor: El dúo protagonista que se come la pantalla desde el primer momento.
Lo Peor: El ritmo, muchas veces algo lento, desesperará a los más impacientes.

Para más críticas entrad en www.criticasdecinejorge.blogspot.com ¡Muchas Gracias!
Jorge Garzon
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10 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me cabe la menor duda de que con directores como Steven Soderbergh haciendo Telefilmes llegaremos a "alabar" a la televisión tanto como al cine. Recuerdo cuando de pequeño en clases de Arte me acotaron que para un actor trabajar en Cine y luego hacer televisión era incluso "humillante"...Que lo repitan en presencia de Kevin Spacey o mejor, en frente de Michael Douglas y Matt Damon quienes han DE-LEI-TA-DO con sus estelares interpretaciones en "Behind the Candelabra". Douglas quien jugó a ser Liberace es mejor que el mismísimo Liberace en persona, derrochando un carisma arrollador, y Matt Damon (según opiniones, mayorcito para el papel) nos recuerda que es mucho más que el protagonista de la saga Bourne y que se trata de un actor que se está consolidando dentro de lo grande. La producción extraordinaria me han hecho olvidar que era un telefilm, disfrutando al máximo de cada toma y cada plano.

Aunque la televisión se acerca al cine cada día más y que todavía descarte una "competición" de fuerzas, creo que cintas de la calidad de "Behind the Cnadelabra" serían fuertes oponentes del lado de la pantalla chica. Total, nunca creí que una peli donde viéramos a un Michael Douglas viejete ligando con Matt Damon me gustara tanto a mí y a sus espectadores.
egomez93
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