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El jardín de las palabras

Animación. Drama. Romance La historia tiene lugar en la temporada de lluvia de Japón durante el mes de junio. Un aprendiz de zapatero llamado Takao se encuentra dibujando zapatos en un jardín japonés cuando conoce a una misteriosa mujer mayor que él. Desde ese primer encuentro, ambos siguen reuniéndose y estrechando su relación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2019
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En primer lugar, la calidad de la animación, es de las mejores que he visto, fijándose en el más mínimo detalle, animando hasta la más mínima gota, haciéndolo hiperrealista por utilizar como base de su animación fotografías reales, técnica que llevará a su máxima expresión en Your Name. Sólo por poder disfrutar de esta animación ya merece la pena ver este mediometraje.
En sólo 46 minutos, logra crear una gran historia de amor, que se inicia cuando dos personas en busca de protegerse del mundo que les rodea y la lluvia, encuentra un refugio y el apoyo de ambos. Veremos como poco a poco se desarrolla el amor entre ambos. La cultura japonesa y su forma de ser hace que estas historias logren alcanzar una forma de romance puro, que para mí es muy bonito.
En definitiva, en este corto periodo de tiempo, he disfrutado de una historia que es una delicia, una animación con carácter propio y un final, que bueno, será mejor que descubras por ti mismo.
VRMASTER
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11 de noviembre de 2019
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Takao, un muchacho de 15 años, los días de lluvia no acude a clase en el instituto y en su lugar se dirige a Shinjuku Gyoen, un parque en la 'región especial' de Shinjuku, perteneciente a la prefectura de Tokio. Allí, a cubierto de la lluvia debajo de un cobertizo, diseña los zapatos que algún día desearía hacer, porque esa es su verdadera vocación: la de diseñador de calzado. Un día de esos, lluviosos, la estación de lluvias ha llegado a la región de Kanto, coincide en su lugar de retiro con una mujer joven, más adelante sabremos que se llama Yukiro y tiene 27 años. Ambos se muestran silenciosos, Takao concentrado mientras dibuja sus diseños, y Yukiro absorta en sus pensamientos mientras consume cerveza y chocolate; poco a poco, tras diversos encuentros, irán abriéndose el uno al otro.

Makoto Shinkai dirige este mediometraje, de 46 minutos de duración, que fue estrenado en cines de su país con gran éxito. Shinkai, igualmente, es el autor del guion y del montaje.

Historia de amor (en japonés clásico 'amor' se escribía con dos ideogramas que significaban 'tristeza solitaria'), escrita con mucha ternura, a modo de cuento, dirigida, según palabras del propio autor, al público adolescente, en especial a aquellos que se sienten retraídos y pocos comunicativos con el resto de la sociedad, si bien, Shinkai, dice no tener nada en contra de la soledad. El director vivió durante diez años muy cerca del jardín donde centra la acción y manifiesta haber sido rechazado reiteradamente por las mujeres.

Aunque estamos ante una historia sencilla en su exposición, en cambio encierra varias metáforas en ella (el jardín japonés, representación del perfecto orden del universo; o el tanka, modelo de poesía clásica japonesa que servía, en su origen, para que los amantes se pudieran enviar, a través de sus versos, mensajes secretos), la mayoría de las cuales giran alrededor del problema existencial de ambos personajes principales, Takao y Yukiro. Por ello no es casualidad que el chico quiera ser zapatero, hacer zapatos para caminar, y eso es lo que precisan tanto él como su acompañante, emprender el camino, cada uno el suyo, desde el lugar en que ambos se hallan varados..., él por no encontrar el modo de seguir adelante (hijo de padres divorciados, que vive con su madre y que ésta, últimamente, no para mucho en casa, pues pasa más tiempo en la de su nuevo novio, y su hermano mayor, quien pronto va a abandonar el hogar familiar para irse a vivir con su novia; y que, además, no se ve en absoluto motivado ni por los estudios ni por sus compañeros, y que ahora, para colmo, se ha enamorado de su enigmática acompañante); y ella, Yukiro, porque ha sufrido un grave problema en el centro donde imparte clases de literatura japonesa (el mismo al que acude Takao, aunque él no la haya reconocido como profesora de otra aula) que le ha costado el repudio general e incluso la separación de su pareja. Finalmente, uno al otro, se infundirán las fuerzas precisas para comenzar su andadura vital logrando cada uno su renacimiento personal (representado por el resurgir tras la intensa lluvia y la posterior aparición del sol, otra metáfora más).

Por último, quiero destacar la gran calidad de las técnicas de animación utilizadas (dibujos a mano, rotoscopios y animación por ordenador) que consiguen un conjunto de gran belleza y realismo.
Juan Ignacio
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19 de marzo de 2020
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El jardín de las palabras, o cómo Makoto Shinkai hace una labor cinematográfica exuberante en menos de una hora de metraje. El argumento aposenta sus bases en la amistad, el amor, el destino y la soledad, todo ello expuesto a través de sus protagonistas: un alumno de secundaria y una profesora, ambos desconocidos recíprocamente en una primera instancia. Tanto la construcción como el trasfondo de los personajes es casi inexistente, algo que encaja a la perfección con la historia narrada; sitúa al espectador en un estado de desconocimiento constante, en la misma línea de los personajes principales, haciendo, también, que el foco de atención quede fijado en los sentimientos, en las palabras. La animación empleada, de increíble belleza visual, hace que todo lo concerniente a la relación entre los personajes quede embadurnado de puro lirismo, así como otorga la atmósfera óptima para su desarrollo. El elemento de la lluvia es un factor clave, el director lo emplea como hilo conductor, agregando un tono desmadejado y marchito al argumento valiéndose del simbolismo que este conlleva; melancolía, murria, nostalgia. Por ende, no resulta estrambótica la perfecta confección animada de la que se vale el nipón para representar el agua. El guión es simple pero efectivo, los diálogos son escasos en forma pero ricos en contenido, cuando el verbo muta a innecesario, el escenario lo suplementa, aportando lo que las palabras no son capaces de aportar. Esta película supone un punto intermedio en la filmografía del cineasta japonés, una gran mejora desde la laxa 5 centímetros por segundo hasta el culmen que supuso Your Name.
Tiggy
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9 de octubre de 2021
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Un encuentro bajo la lluvia entre un adolescente preocupado por su futuro y una mujer que huye de su trabajo es el punto de partida de la que, en mi opinión, debe considerarse con todo merecimiento como la obra más depurada, discutiblemente la mejor, en el estilo característico que lleva imprimiendo Makoto Shinkai desde sus inicios.

"El jardín de las palabras" dura apenas 46 minutos, y una buena parte de ellos consiste en lentos momentos de observación y tanteo en una relación que fluye lenta y, a pesar de su corto metraje, extrañamente segura. Combinando diálogos y narración introspectiva con el montaje de secuencias apenas mudas, esta película logra lo imposible: una catarsis eficaz donde apenas hay espacio narrativo, y un retrato complejo y expansivo de dos personas, de su trasfondo social, de sus expectativas de vida y de sus sentimientos. No es ninguna novedad que Shinkai sabe administrar tiempos cortos, y que tal vez incluso se sienta más cómodo en este formato. Un pequeño monólogo y una breve llamada telefónica son todo lo que necesita el espectador para entender el estado de ánimo de Yukino. Un solo diálogo de apenas unos segundos es lo que hace falta para conocer el momento por el que pasa Akizuki. Apenas necesita unos pocos trazos para presentar y dar a entender lo esencial de su historia.

El resto, por tanto y como es costumbre en su autor, es exaltación. De la soledad, de la distancia emocional, del miedo y de la no pertenencia, en un jardín que sus dos personajes toman como refugio, donde sus vidas fluyen de un modo distinto al que dictan sus expectativas. Akizuki va al instituto pero carece de confianza para perseguir su vocación y tomar decisiones cruciales en su vida. Yukino es una mujer emocionalmente rota que no se recupera de los golpes que sufrió. Ambos son artefactos de una sociedad que les presiona, y el idílico lugar en el que se encuentran, una vía de escape. Pero sus problemas, y por tanto sus tempos, son distintos, y en su conexión hay también una distancia implícita que termina explotando.

De hecho, aunque "El jardín de las palabras" podría verse como una historia de amor, no creo que el romance sea su razón de ser, ni siquiera que sea un romance de por sí. Si es así, lo es de forma plenamente circunstancial, y Shinkai lo trata con la delicadeza suficiente como para que en ningún momento la relación entre un adolescente y una mujer adulta se convierta en un aspecto discursivo cuestionable. La entiende desde el punto de vista de necesidades individuales que convergen en una conexión emocional, con matices distintos para cada uno, pero eficaz para ambos. Esto puede observarse especialmente en la forma en que el punto de vista cambia cuando se enfoca en cada personaje. Frente a la fisicalidad con la que vemos a Yukino a ojos de Akazuki, cuando es ella la que observa percibimos un enfoque más encerrado en sí mismo. Él es más curioso y más activo, ella más emocional e introvertida. Para él es transitorio, para ella vital.

(sigue en spoiler, hay algún pequeño spoiler en el párrafo inmediatamente posterior pero los siguientes pueden leerse sin problemas)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ghibliano
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13 de diciembre de 2021
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Mediometraje de una calidad acorde con las obras de su director, Makoto Shinkai (Your Name). Una obra narrada con sutilidad, buen gusto y un estilo artístico superior, demostrando que el dibujo en 2D aún tiene mucho que aportar al cine. Y el señor Shinkai es ya uno de sus mayores exponentes, erigiendo a Japón como el reducto indomable donde la animación clásica demuestra que no está muerta.

Gracias a obras como estas, se entiende mejor un sentir y un estilo como el anime japonés. El caso que hoy nos toca es una historia minimalista, sin grandes estridencias, una obra que puede ser considerada, por su duración, como un haiku o tanka, estilos narrativos de poesía breve del país del Sol Naciente. Como tal se entiende esta película de 46 minutos, una obra personal, delicada, que narra el cruce de dos almas solitarias bajo el abrazo protector de la lluvia. No en vano, la lluvia se convierte en una especie de tercer protagonista, puesto que sin ella nos quedaríamos sin historia. Aquí reside, en el relato, el gran punto fuerte de la producción tras el estupendo trabajo pictórico: una historia íntima narrada con precisión y alma a la que se le dota también de decisión y poderío. Es, pues, una carta de amor a la madurez, la juventud y las decisiones que el ser humano debe tomar. Un bello relato sobre la amistad y el crecimiento personal, sobre lo que puede y no debe ser, un relato de amor que va más allá de lo que se ve y siente.
Siferval
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