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Críticas de Juan Ignacio
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Críticas 414
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
27 de noviembre de 2020
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Mark Dixon es un inspector de policía de Nueva York conocido por maltratar a aquellos delincuentes que detiene. Parece sentir un odio inevitable hacia estos, según se da a entender, porque su padre también fue un malhechor y estuvo a punto de arruinarle la vida a su hijo por ello. Esa actitud le ha costado el ser degradado recientemente. En esas, al ir a detener a un homicida, Dixon mata a este accidentalmente, lo que dará paso al nudo de la historia.

Otto Preminger produce y dirige esta película, la última suya para la Twentieth Century Fox, con guion de Ben Hecht basado en la novela 'Night Cry', de William L. Stuart.

Dana Andrews y Gene Tierney trabajan juntos por quinta y última vez, todas ellas bajo la dirección de Preminger., en este film en el que sus mayores méritos están, a mi parecer, en su dirección, con un ritmo preciso, en la fotografía de Joseph LaShelle y en la música de Ciril J. Mockridge; así como en la breve pero magnífica interpretación de Tom Tully en el papel de Jiggs Taylor.

Continúo en la 'zona spoiler'.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Ignacio
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7
23 de noviembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se desarrolla en un pequeño restaurante, tan solo tiene doce asientos, sito en el barrio de Shinjuku, en Tokio, el cual tiene una característica que lo hace peculiar, su horario, desde la medianoche hasta las siete de la mañana. Los episodios, independientes unos de otros, con el tema central, cada uno, de un plato de la cocina japonesa, a modo de macguffin, muestran al hierático propietario y cocinero, del que nunca conoceremos su nombre, ni casi nada de su intimidad, y a quien sus clientes se dirigen a él siempre con la palabra Maestro; así como a su asidua clientela, más otra circunstancial que es en quien se suele centrar cada capítulo.

Serie japonesa dirigida por Joji Matsuoka y Nobuhiro Yamashita, basada en el manga del mismo nombre, 'El Restaurante de Medianoche', de Yaro Abe, de 10 capítulos por temporada, con una duración de unos 24 minutos cada uno de ellos, que en las temporadas emitidas en 2009, 2011 y 2014 lo hicieron exclusivamente para el canal Fuji Tv. Las de 2016 y 2019 fueron ya distribuidas por Netflix, que no se pudo hacer con los derechos de las anteriores, quien también participó en la producción de estas dos últimas, y son a las que yo he tenido acceso.

Estamos ante unas historias bien contadas y desarrolladas, de forma muy sencilla, en el breve espacio de tiempo citado por capítulo, unas mejores que otras, por supuesto, que resultan ser amenas y entrañables, por lo que se ven con agrado, y que van desde el amor hasta el desamor, pasando por el compañerismo, problemas laborales, familiares y otras circunstancias, que si bien son propias de la condición humana, están revestidas por la cultura propia nipona que, a pesar de la llamada globalización (prefiero la palabra mundialización), siguen resultando en muchos casos curiosas para el espectador occidental.
Juan Ignacio
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7
4 de noviembre de 2020
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La acción transcurre a comienzos de 1971 en un pequeño poblado del inmenso desierto del sureste australiano. Allí, Amadeo, un hombre de 51 años, soltero, natural de Roma, que emigró al país oceánico hace veinte años, vive solo en un barracón metálico, acondicionado como pequeña casa, mientras trabaja en el mantenimiento de la línea telefónica instalada paralela sobre los raíles del ferrocarril. Un sábado, Amadeo decide ir al pequeño y único pueblo, más o menos cerca de donde reside, a un baile entre compatriotas; muchos hombres y pocas mujeres se dan cita allí, con lo cual, ligar es una quimera. Pero Amadeo no desespera, quiere dejar de estar solo, y busca entonces la ayuda de don Anselmo, el cura de la comunidad italiana que también hace las veces de casamentero, facilitando la correspondencia entre los emigrantes y compatriotas que estén dispuestas a irse al otro lado del mundo a desposarse. Ahí comienza la gran aventura de Amadeo.

Película del género conocido como 'comedia italiana' dirigida por el entonces ya veterano Luigi Zampa, quien coescribió el guion junto a Rodolfo Sonego, prolífico guionista, de quien también es la autoría del argumento de esta cinta.

Estamos, por supuesto, ante una comedia, pero que tiene un fondo bastante amargo, el cual produce tristeza por su realidad, pues refleja la tremenda soledad del emigrante tan lejos de su tierra y de los suyos. Y también las soledades, y otras miserias de la vida, de mujeres que están dispuestas a dejarlas atrás aun pagando el precio de dejar sus hábitats y unirse a hombres a quienes ni tan siquiera conocen realmente.

Con un excelente guion, provisto de una cadencia perfecta, y una meritoria labor de dirección, la historia de Amadeo y Carmela, de su lenta, pero progresiva aproximación, a través de ese largo viaje desde el aeropuerto de Brisbane hasta Bun Bun Gan, el poblado de Amadeo, tras el engaño de este a la mujer (ella también había mentido lo suyo en la descripción de su vida en la carta enviada a aquel), se nos termina haciendo creíble, por disparatada que pudiera parecer en un principio, y no solo eso, sino entrañable, al tiempo que divertida, claro, y con un final que hace justicia a toda la simpática y empática narración anterior.

Alberto Sordi y Claudia Cardinale sostienen los papeles principales. Sordi, que ya se había ganado todo el prestigio del que gozó, a través de sus innumerables papeles, le da ternura a ese sufrido y paciente Amadeo en busca de su oportunidad ante Carmela, siempre con su vis cómica, a veces algo sobreactuada. Cardinale, en el largo esplendor de su carrera, hace gala de su característica belleza, sensualidad y carácter, aquí de mujer calabresa, creando una gran interpretación con la que ganó su segundo Premio David di Donatello a la mejor actriz

Por último, no quiero dejar en el olvido la bella y adecuada música de Piero Piccioni, uno de los más aclamados compositores de bandas sonoras para el cine en su época y país, sobre todo de películas, como en este caso, pertenecientes a la 'comedia italiana'.
Juan Ignacio
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9
1 de noviembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se desarrolla a principios del siglo XX en algún lugar indeterminado de Suecia. La joven Edit, miembro del Ejército de Salvación, se encuentra moribunda en su cama, a causa de la tuberculosis, acompañada de su madre y de María, amiga y compañera de labores religiosas y humanitarias. Edit, como último deseo, pide que lleven ante su presencia a un tal David Holm, lo que provoca la sorpresa y consternación de ambas mujeres.

Victor Sjöström protagoniza, dirige y crea el guion de esta película basada fielmente en la novela homónima, en su título en sueco, 'El conductor', escrita en 1912 por Selma Lagerlörf. La fecha del estreno de la cinta fue el día de Año Nuevo de 1921, el más apropiado para ello, como podrá comprobar quien la vea.

Sjöström, al menos en las películas de él que yo he visto, siempre se mostró muy fiel a los textos literarios en que basaba sus guiones. En esta ocasión no iba a ser una excepción, pues para entonces la autora de 'El conductor' era ya toda una eminencia, más aún en su país, con Premio Nobel incluido, y fue ella quien dio el visto bueno al guion que el propio Sjöström le fue a leer a su casa.

La obra literaria, que no obtuvo éxito, ni crítico ni comercial, resulta bastante compleja, fruto del nuevo estilo de prosa que comenzaba a imponerse en la época en que se publicó, y adaptarla al cine no era nada sencillo, más aún a un cine mudo. Muchos conceptos encierra el texto, entremezclados y en diferentes periodos de tiempo que se alternan continuamente. Pues bien, todo ello lo resolvió con maestría Sjöström, rodando de esa manera la que para muchos sería su mejor película.

Y es que estamos ante la eterna lucha del Mal contra el Bien. En este caso el Mal se encuentra representado por los efectos destructores del alcoholismo (Lagerlörf sufrió esta adicción por alguien muy cercano de su familia); y el Bien se personifica en la figura de Edit, en gran parte en el amor con fondo cristiano de su labor benéfica (la religión tiene mucha importancia en el ser de la obra, no solo representada por la labor Edit, sino como camino de expiación), pero también en el amor mundano que se deja entrever por parte de la joven (aquí la censura también estaba al acecho) hacia el hombre que en la narración es la pura encarnación del Mal.

A lo reseñado en el párrafo anterior se une, con gran importancia, toda la parte fantástica del film, esa carreta que se encarga de recoger las almas de quienes acaban de fallecer (algo que tiene su origen en un cuento bretón), y que al director le supuso un gran trabajo de postproducción al tener que realizar superposiciones de escenas de una forma puramente artesanal.

Resumiendo, obra capital del cine mudo y, para muchos, del cine en general.
Juan Ignacio
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6
26 de octubre de 2020
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Polonia, siglo XVII. Dos caballeros alemanes, camino de Varsovia, se detienen a descansar en el monasterio de Sendomir. Son recibidos por un hosco monje a quien le preguntan por la fundación del monasterio.

Victor Sjostrom, con guion propio, dirige esta película que es una fiel adaptación del relato, con estructura teatral (se llega a señalar las distintas partes en que se divide éste), homónimo de Franz Grillparzer, escrito en 1828.

Sjostrom sumerge al espectador en este mediometraje, tras la presentación que he recogido en mi sinopsis, en un flashback que abarcará el nudo de la obra, en un episodio escrito en plena era romántica, en la que el amor del marido, más su idea del honor y la infidelidad de su esposa supondrán el núcleo de la acción. La parte final, el desenlace, a algunos les sorprenderá y a otros les parecerá previsible.

Interesante argumento, aunque se puede considerar bastante melodramático, e incluso folletinesco, muy del gusto del público que acudía al cine hace cien años. Sjostrom dirige con su habitual maestría, y a pesar de que sigue manteniendo la cámara estática, la acción del guion y un buen montaje hacen que la narración tenga dinamismo, algo que ya había conseguido en anteriores ocasiones.
Juan Ignacio
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