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El refugio

Western. Drama Vern Haskell recorre todo el Oeste en busca del hombre que violó y mató a su prometida. Alguien le dice que quizá lo encuentre en Chuck-a-Luck, un rancho que sirve de escondite a toda clase de criminales y cuya propietaria es la cantante Altar Keane. Para entrar en el rancho sin despertar sospechas, se hace pasar por un forajido. El problema es que en ese lugar hay una norma inviolable: está prohibido hacer preguntas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Western diferente, distinto, incluso feminista. De gran influencia posterior, no tanto en los Western crepusculares, sino en el propio cine. Quizá Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) no se entiende sin esta cinta, por ejemplo.
Me ha gustado mucho Arthur Kennedy, que está soberbio. Nunca me había gustado tanto. Sereno, con carácter, firme. Un gran papel. A Marlene Dietrich, y a Mel Ferrer ya les he visto en varias películas, naturalmente, y siempre me han gustado, pero en este visionado he redescubierto a Kennedy.
La copia que he visto (en Trece TV, en el programa de J. L. Garci) no es muy diferente a la que yo tengo. Ambas merecerían una restauración en toda regla. Se ve bien, pero no de forma nítida, sino con granulado, y a veces ligeramente borrosa. Supongo que habrá mejores copias, pero ésta no es del todo buena. Llama la atención que no se haya abordado la restauración de esta película, siendo su director una auténtica celebridad del cine.
El guión es una maravilla, una especie de retrospectiva sobre Altar Keane en el primer tercio, para abordar la venganza en la segunda parte. Está desarrollado por Daniel Taradash, que luego dirigió una película con mucho recorrido "En el ojo del huracán".
ÁAD
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11 de octubre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vern Haskell (Kennedy) recorre el Oeste buscando al hombre que violó y mató a su prometida tras robarle. Le han dicho que puede andar en un rancho que sirve de escondite a gente indeseable. Su propietaria es la cantante Altar Keane (Dietrich), amiga de un pistolero (Ferrer). Consigue entrar en el rancho haciéndose pasar por un proscrito. Pero en ese lugar hay una norma: prohibido hacer preguntas.

Western singular y atípico, feminista, donde la mujer tiene una presencia enorme, gran poderío, tal el rol de la Dietrich, algo que no es usual en los westerns, y menos en los de aquella época.

Hay, además, personajes pasionales, con los elementos propios del género: golpes, duelos, disparos, pasión; y no hay grandes praderas, pues está rodada mayormente en estudio y no en paisajes naturales, lo cual no quita a esta obra, sino que permite a nuestro director conservar su propio estilo. Son destacables los diversos flashbacks que ordenan la trama.

Sigue habiendo una marcada influencia del expresionismo del que Lang fue un maestro. Y dos cosas fundamentales: el retrato del mal y el valor de la amistad entre los protagonistas varones.

En el reparto Marlene Dietrich bellísima, madura y fascinante; la interpretación de Kennedy cumple en uno de sus pocos papeles como protagonista, un poco sobreactuado, pero su actuación resulta sincera y emotiva; Mel Ferrer interpreta a su personaje con gran frialdad, traspira sobriedad y elegancia. Acompañando Gloria Henry o Williams Frawley, entre otros, todos bien.

La música, de Emil Newman amplía el clima de tensión con sonidos disonantes y graves profundos. La película aporta tres canciones originales de Ken Darby. Sobresale la balada "The Legend Of Chuck-A-Luck", interpretada por William Lee.

La fotografía de Hal Mohr en oscuros con predominio de ocres y verdes, es acorde a la tendencia expresionista, y la cámara se mueve en travelling (s) dinámicos y abundancia de primeros, medios planos y algún plano profundo.

El guion de Daniel Taradash (adaptación de una historia de Sylvia Richards) tiene diálogos sugerentes y turbadores, con un estilo tendente a la interioridad de los protagonistas y el afán de redención que siempre se esconde en lo profundo de los forajidos.

En suma: Fascinante western "noir" y feminista de Lang.
Kikivall
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12 de julio de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fenomenal western que al igual que "Johnny Guitar" cuenta con un sustancial protagonismo femenino, en este caso el de una madura y misteriosa Marlene Dietrich.

La película se centra en la venganza de un hombre golpeado por la tragedia y con deseos de resarcimiento dentro de una atmósfera tensa y siniestra fotografiada en pletórico Technicolor.

Las interpretaciones y caracterizaciones de los personajes son muy acertadas, proporcionando singularidad y diversidad a una historia inquietante, de espacios cerrados, con notorios momentos de realce emocional que mezcla algunos elementos arquetípicos del western con el leitmotiv clásico del cine de Lang, es decir, la imposibilidad de sortear el fatalismo de un destino tristemente marcado.

El resultado es este western atípico, especial, un film que posee el sello maestro de un autor fascinante con un talento fuera de lo común para dejar una profunda huella en el espectador con sus intensas historias..
BartonKeyes
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13 de julio de 2011
18 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Venga ya, hombre. ¿7,5? ¿Pero se puede saber qué valoramos realmente a la hora de criticar una película? Casi me imagino el proceso mental: "Anda, es un western de 1952, sale la Dietrich y el director es muy conocido, un tal Fritz Lang. No necesito más. Un notable". Venga, ya, hombre, ¡venga ya!

La película sirve para pasar el rato, con unas interpretaciones correctas y una historia que, aunque no es una maravilla, mantiene cierta coherencia, sin caer en lo repetitivo. Lo mejor, sin duda, es el triángulo medio amoroso, medio vengativo que se establece y, muy especialmente, los diálogos entre Altar y el protagonista, llenos de una chulería y un ingenio dignos de admiración. Posiblemente toda mi nota se deba a ese cruce de réplicas a cual más ingeniosa.

Pero, claro, eso sólo no sustenta una película.

Por ejemplo, el tono mítico que le quieren otorgar a la cantante Altar Keane, presentándonosla durante casi una hora antes de verla, digamos, en persona, no se consigue. Entre otras cuestiones, por los pésimos flashbacks, donde desmenuzan su pasado con todo lujo de detalle. ¿Dónde está, pues, el misterio? ¿Dónde la leyenda? El resto de personajes bien podrían desaparecer porque no aportan absolutamente nada a la trama, excepto Mel Ferrer, que tiene cierta importancia. Los demás están sólo para hacer bulto.

El ritmo es más bien aburrido, que no tiene nada que ver con que sea lento; es aburrido porque los acontecimientos son sosos, casi nulos, y los tiroteos parecen puro fingimiento, sobretodo el final... Ese rifle en la ventana... no tiene nombre. Al final se intuye cierta moraleja, injusta por otra parte, que te deja tan indiferente como al principio. Lo comento un poco más en spoiler.

Sigue el proceso mental:

"Mira que eres critocona. ¿No ves que sale Dietrich, el director es Fritz Lang y es de los cincuenta? Todo un clásico, vamos."

Venga ya, hombre, ¡venga ya!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kaori
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24 de mayo de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como otros grandes directores, Fritz Lang poseía un espíritu de artesano y siempre prefería arriesgarse en su profesión que quedarse estancado en un género 9 tipo de cine.

Al natural de Austria siempre se le reconocería por ser uno de los maestros del expresionismos en tierras alemanas y uno de los más hábiles dentro del cine negro en las americanas, lo cual le sirvió para poner de manifiesto toda la destreza que poseía como narrador de historias y creador de atmósferas absorbentes. No obstante sus intervenciones en otros géneros resutan iguales de satisfactorias, desde los grandes melodramas románticos hasta las fábulas de aventuras, o, como en este caso, los "westerns", un cine al que tampoco regresaba con mucha asiduidad. Antes de los años '50, la edad dorada de las películas del Oeste, sólo había dirigido dos de ellas.
Estas fueron "La Venganza de Frank James" y "Espíritu de Conquista"; pero habrían de pasar once años para que el hombre se volviera a poner al frente del género (aunque a punto estuvo de filmar "Winchester 73", el ahora clásico de Anthony Mann), y lo haría en un proyecto pensado originalmente como vehículo de lucimiento para su diva protagonista, la inimitable Marlene Dietrich. Del libreto se encargaría Daniel Taradash (quien más tarde escribiría "De Aquí a la Eternidad" y "La Fortaleza") tomando de base una historia original de la guionista Silvia Richards.

"Oh!, listen...listen well. ¡Listen to the legend of Chuck-a-luck!". Así se inicia la película que nos disponemos a ver y de igual modo la canción que irá conduciendo los cauces de su trama (original de Ken Darby pero interpretada por William Lee); es el primer "western" de la Historia del cine en utilizar este recurso, imitado hasta la saciedad a partir de entonces. Se trata de un cantar de gesta cuyo motivo esencial es el odio, el asesinato y la venganza que pone en los oídos del espectador con un sentimiento juguetón y no menos épico lo que más tarde irá presenciando en imágenes.
Tras esto un beso, el beso de una pareja, una secuencia inicial que podría hacerse pasar por un final, el clásico final feliz que tanto le gusta a la industria hollywoodiense promover...pero nada más lejos de la realidad. Lang deshace el maravilloso sueño y sólo concederá a la susodicha pareja unos segundos de regocijo, pues nada más separarse el hombre de la mujer ésta se verá sorprendida por dos asaltantes; uno de ellos la maltratará y luego la asesinará. Arranca realmente "Rancho Notorius" (así la quiso bautizar el entonces jefe de RKO Pictures Howard Hughes), como ya nos ha anunciado su melancólica melodía: a través de una historia de sangre y muerte, dolor y rabia, rencor y odio irrefrenables.

Vern Haskell, que es como se llama el hombre, se embarca en una cruzada de venganza para atrapar a los criminales, iniciada en las escarpadas tierras de Wyoming y donde dos enigmas serán la clave para descubrir la identidad de los autores: el nombre de un lugar (Chuck-a-Luck) y el de una persona (Altar Keane). De hecho ésta será una mujer, "fría como el hielo y ardiente como el Sol", y sobre ella se erigirá todo un misterio que contribuirá a mitificar su figura. Poco a poco la venganza queda relegada, convertida en subterfugio por Lang para centrarse en esa bella, misteriosa, fuerte e independiente "femme fatale" cuya presencia casi fantasmal persigue Vern sin descanso.
Con la intromisión de un personaje claramente melodramático (Frenchy) el protagonista es conducido a ese refugio situado en la frontera de México de cuya leyenda nos ha advertido Lee en su balada; así, las piezas encajan y el director derriba el mito construido alrededor del Chuck-a-Luck y de Altar, a quien sólo habíamos conocido mediante "flashbacks", jefa de este lugar remoto, escondite de pecados y pecadores, de criminales y proscritos, a todas luces de muertos en vida donde por encima de todo se guarda la confidencialidad. Allí deberá Vern identificar al culpable, sirviéndose de mentiras para ocultarse.

Una joya en forma de broche que pertenecía su esposa y que ahora se halla en un vestido de la dueña es el elemento disparador de la sospecha para el anterior, quien se verá inmerso en un inesperado triángulo amoroso (él, Altar y Frenchy) dispuesto acorde al melodrama clásico, pero lo importante para Lang es subvertir los clichés del género, llevarlos a un profundo reverso de oscuridad y confundirlos con los elementos más propios del cine negro, haciendo hincapié no en la acción (aun así manejada con nervio y sentido del ritmo), sino en la intriga y en la psicología de unos protagonistas más complejos de lo que a simple vista parecen.
Protagonistas (Altar y Vern) unidos por un amargo pasado que fue tocado por los desgarradores giros del destino, del cual son incapaces de huir, y cuyo romance no puede sino terminar en tragedia; la intención de Taradash y Lang no es narrar la historia ubicando el resorte de los fatales sucesos presentes desde un pasado cercano, sino desde un pasado soñado que nunca pudo suceder. Los correctos Arthur Kennedy, Mel Ferrer y Lloyd Gough quedan eclipsados por la poderosa belleza de una Marlene Dietrich autoritaria, fría y melancólica en un personaje femenino atípico (para el "western"), heredado en las posteriores "Johnny Guitar", "Cuarenta Pistolas", "Hasta que llegó su Hora" o "Dos Mulas y una Mujer".

Prestando especial atención a la emoción psicológica de sus personajes y modelando una atmósfera tan áspera y violenta como romántica y evocadora, el austriaco pervierte la narrativa y otros tradicionalismos del Oeste, de los que se nutre orgulloso, creando una fábula de suspense y melodrama más inclinada al "noir" que hacia el clasicismo de los típicos "westerns" hollywoodienses.
En 1.952 se estrenan algunas joyitas del género: "Horizontes del Oeste", "Río de Sangre", "Horizontes Lejanos" y la inmortal "Solo ante el Peligro", de Fred Zinnemann. La obra de Lang mereciera figurar entre éstas.
Chris Jiménez
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