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La cabina (TV)

Intriga. Drama. Terror Producción realizada para la televisión que narra la progresiva angustia de un hombre (López Vázquez) que se queda atrapado en una cabina telefónica. Lo que en principio parece un contratiempo sin trascendencia, se convierte poco a poco en una situación tan inquietante y terrorífica que provoca en el hombre una desesperación y una angustia sin límites. (FILMAFFINITY)
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cabina, un magistral J.L.Lopez Vazquez, unos extras, un toque surrealista, un toque de terror, un toque de simbolismo y un toque de critica social que al franquismo se le escapo al calificarla de historia de terror, y "zas", apareció el mejor mediometraje que he visto jamas.
Un film que cuando se exhibió por televisión dejo anonadado a una España aletargada que se acostó sin comprender nada de lo que habían visto.
Sin duda alguna, desde mi punto de vista, es una gran obra y ya solo me atrevo añadir, que confirma que no hace falta grandes medios ni grandes presupuestos para hacer una gran película, solo es necesario buenas ideas e imaginación.
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5 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años setenta conocieron, para el cine español, una ola de importantes y decisivos cambios en el fondo y la forma de realización de las películas que, hasta la década de los sesenta, aglutinaban planteamientos Cifesa de exaltación patriótica, folklore barato y disposiciones comerciales inocuas.

Desde los inicios de la década, con nuevas plasmaciones del género de terror, como “El bosque del lobo” de Pedro Olea, los dramas rurales al estilo de “Furtivos” de Borau y los experimentales de Carlos Saura como “Cría Cuervos…” hasta apurar 1979 con la propuesta psicotrópico-metamórfica de “Arrebato” de Zulueta, se percibe en todos estos ejemplos una apuesta por un academicismo formal que rechaza la impostura histórica y abraza el aperturismo temático arriesgado y la experimentación de la suficiencia técnica.

En este contexto, Antonio Mercero (célebre creador y potenciador de la teleserie en España) y José Luis Garci (hoy uno de los directores vivos más laureados y consagrados del país) crearon, en tan solo 35 minutos, una de las piezas cinematográficas más importantes y de mayor repercusión de nuestra industria.

Más que una historia, podría decirse que aquello que se retrata es una situación que, llevada al paroxismo y la gravedad alegórica, configura un ejercicio de estilo donde se entremezclan el dolor, la incredulidad, el miedo, las risas y la angustia existencial. Parábola sobre ciudadanos alienados que actúan como siniestros anónimos cohibidos e incapaces de comunicarse y escapar del aislamiento, incomunicación y cerrazón propia y personal de una coyuntura social que les ahoga y acogota cerrando puertas de forma invisible. Su baza elíptica como punto de partida configura un aura de misterio desde los primeros compases de metraje a través de una normalización de la rutina, que es sistemáticamente sodomizada por un trabajo de realización decididamente postmoderno basado en angulaciones vertiginosas y extrañas, proclives a subyacer el destino íntimo del mensaje bajo superficies de planos erráticos, que en las imágenes se plasman en forma de diagonales y en la elaboración de líneas compositivas que, a través de cenitales y aéreos, alejan el punto de vista del espectador y hacen aumentar su incrédulo rol contemplativo.

El apocalipsis personal al que resulta abocado un López Vázquez absolutamente ejemplar obtiene ramalazos del tremendismo y la náusea de los planteamientos surrealistas, que acertada y consecuentemente otorgan a la metáfora el carácter de anomalía cotidiana. Dicho trazo surrealista se asocia con un tono absurdo-pesimista para dilucidar un retrato kafkiano sobre la soledad de la cerrazón en una sociedad aborregada, deshumanizada e indiferente que disfruta cruelmente del sufrimiento de los demás a través del mero entretenimiento.
Como toda pieza provista de un halo de misticismo fuera de lo habitual, no se han escatimado en interpretaciones simbólicas sobre la obra. Hay quienes dicen que esta película refleja las consecuencias de la Dictadura Franquista en el pueblo. Otros incluso, de imaginación muy desbordante, llegaron a ver una crítica al monopolio que Telefónica ejerció en las telecomunicaciones. Puestos a interpretar…

Pero, hablando seriamente, el gran calado de “La cabina” radica no solo en el espanto y la claustrofobia sino también en ese clima añejo, atrabiliario, asmático, de guiños forzados y destempladas responsabilidades. En definitiva, de la memoria colectiva de un país que, durante muchos años, estuvo cerrado en sí mismo, caduco y podrido, lleno de odios, servidumbres y recelos contenidos en falsas sonrisas.

Para concluir, añadiré una reflexión filosófica muy consecuente con las ideas que se desprenden y con las que, en principio, quisieron jugar Mercero y Garci. La soledad, la angustia, el fracaso y la muerte fueron temas muy comunes en la obra de Sartre. Él sostenía que la existencia precede a la esencia, que el infierno son los otros y que el hombre es una pasión inútil porque su vida se antoja el trágico camino de un alma consciente de hallarse condenado a ser libre. Pero, cuando dicha libertad se rechaza y se acepta el ser gobernado y controlado por otros, la esclavitud del alma puede personificarse de muchas formas y rostros. Bajo el criterio de Antonio Mercero y José Luis Garci, en una cabina roja.
Weis
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4 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediometraje dirigido por Antonio Mercero y guionizado por José Luis Garci que muestra el horror desde una cabina de teléfono, con un excelente trabajo de cámara al más puro estilo tradicional. La película se podría diferenciar entres tres partes bien definidas: Descubrimiento del núcleo principal acompañado del estupor y el circo interno de las personas, recorrido y aventura de lo desconocido y terminando en el horror del desenlace. Muchos otros críticos lo han considerado una metáfora de la época franquista donde se desarrolla la cinta (el español vive encerrado, sin que nadie le pueda ayudar adentrándose lentamente en su oscuro destino).


Temas políticos aparte, lo que nos vamos a encontrar es una historia bien narrada, empatizando con el espectador de manera sobresaliente mediante la angustia de un desesperado José Luis López Vázquez. Filmada al estilo clásico de cine, una cámara establecida de manera coherente sin alardes técnicos pero más efectiva que muchas superproducciones. A lo largo del film encontraremos toda la flora y fauna de la época, el típico circo de personas ante lo inusual o surrealista. Lo que más me ha gustado es el final, el horror contado de manera eficiente y concisa. Demostrando que no hay que ser estranbótico para visualizar el miedo, pánico o claustrofobia en pantalla. Un cortometraje con un trasfondo surrealista y unos minutos finales de excelente calidad que merecen mucho la pena.
Paco Garrido
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5 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deberíamos haber bajado de los árboles, ¿para qué tanta tontería/prisa?, ni dejar de andar a cuatro patas, más felices que hubiésemos sido quedándonos como estábamos, tan ricamente, simples y gozosos primates, nada de utensilios absurdos, esos cachivaches, instrumentos o aparatos, los malditos objetos, tanto para nada, para acumular polvo y ocupar sitio y destruir la naturaleza, el ecosistema, la tierra, el planeta, el universo entero con nuestra pesada huella, para acelerar la segura muerte, para ir (siempre) a ninguna parte, tampoco contratante, para volver al polvo apresuradamente, ese desguace, para entrar al trapo y caer en la ignominiosa trampa con tanta premura, para hacer el ridículo siempre hay tiempo, para darnos un baño de sangre, rojo fuego, mate, metálico, siniestro, muerto, recién pintado, a pleno sol, con algún miramiento.
Se siguen o seguían practicando los sacrificios humanos en los setenta, mejorando lo presente, ahora más tecnológicos, es lo que tiene el progreso bueno, a la última, me lo quitan de las manos, ese modelo, la gente que desaparece constantemente y de la que nunca más se sabe (Asesinato en 8mm.), paradero desconocido, no es casualidad, no están vivas, la escoba del sistema las barre, materia sobrante, remesa caduca, que venga o pase la siguiente.
El ángel exterminador es un teléfono que no funciona, no tiene línea, está sordo como una tapia, se ha callado, no tiene nada más que añadir al respecto del estado de la cuestión, silencio ominoso.
El hombre medio es un cordero, víctima propiciatoria, chivo expiatorio, claro.
La gente es cruel y también solidaria, depende, todo depende. Se ríe y (lo intenta) ayuda. No es nada personal, fue un accidente, un malentendido, un error muy acertado.
Te puedes librar y te puede tocar, no hay regla fija ni motivo real ninguno, le caíste tal vez mal al encargado de turno, a veces pasa, una mala mirada y ya, la desgracia a mansalva, excusas, bagatelas para una matanza, son solo inercias, tendencias de última hora, una lotería, una macabra carambola, un encaje de bolillos nimio, arte de birli birloque, la repanocha, madre mía.
En realidad, la puerta estaba abierta desde un buen principio hasta el mismo final. Él no quería salir y el resto tampoco quería entrar, ni pa ti ni pa mí, todo lo demás fue tramoya, monserga, comedia, social hipocresía, pantomima, fingía/n, farsa, falsas apariencias, actores y actrices, un guion y un director tras mucha bambalina, localizaciones y un rodaje y tanto payaso y algún suelto enano desperdigado, claque, una película y un premio y la posteridad que con los brazos abiertos siempre te espera hasta que te desperezas/desesperas o renuncias con todo el dolor de tu gran y simpático corazón a ella, sombras chinescas, espejismo fuego fatuo, las fallas de Valencia, esa luz mediterránea que aquí no es tal, como más madrileña.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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17 de mayo de 2009
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una hábil y feroz crítica social contra el régimen de Franco de aquel entonces, que Antonio Mercero realiza en este mediometraje televisivo.

Y que sin embargo tuvo la suerte de ser emitido por Televisión Española y de ganar muchos prestigioso premios internacionales en aquella época, incluso logró lo que pocos films hubieran conseguido en ese momento, que era sortear y engañar a la censura franquista para que su mensaje llegara a las conciencias de todo el mundo.

Tanto Antonio Mercero como José Luís Garcí los autores del guión de ésta bien llevada historia, fuerón muy listos a la hora de retratar a la oprimida sociedad española de la década de los 70, pero también deja constancia reflejada, de la crueldad, la falta de solidaridad y la ignorancia que por desgracia también existe en nuestra actual sociedad, por lo cual su mensaje concienciador no ha perdido, ni ha quedado desfasado con el paso del tiempo, aunque ahora vivamos en una plena democracía de la cual ahora disfrutamos.

Mediometrajes como éste realizado con pocos medios y mucha habilidad narrativa y visual, deberían ser de obligado visionado, para que las futuras generaciones aprendan, lo que fué en su momento vivir sin derechos de ninguna clase o privilegios en aquella época entre las clases baja y media, y desterremos de una vez por todas la ignorancía en la que por desgracía aún estamos inmersos en ella.
Rostov
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