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Las minas del rey Salomón

Aventuras. Romance. Acción El marido de Elizabeth Curtis ha desaparecido en algún lugar de África mientras intentaba encontrar las minas de diamantes del rey Salomón. Para encontrarlo, Elizabeth contrata al aventurero y explorador Alan Quartermaine y le ofrece una recompensa de 5.000 libras. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que tenemos ya una edad y hemos visto el paso del tiempo en cuanto a cine se refiere, cuando nos llega un producto del estilo de Las minas del rey Salomón, lo agradecemos enormemente, verdadero cine para ver en familia, me recuerda a mi infancia, los domingos rodeado de mi familia, viendo las películas de Tarzán, donde el protagonista principal no era el actor, sino la naturaleza.

Ésta maravilla se deja ver sola, es impresionante la cantidad de animales que aparecen durante la proyección, pocos de los más importantes se le quedan atrás al director. Desde arañas, rinocerontes, cocodrilos, serpientes, cebras, leones, hienas, elefantes, ¿me dejo alguno? Una auténtica gozada. Puro cine de aventuras, no me extrañaría nada que Spielberg se inspirara en este tipo de trabajos para su personaje de Indiana Jones.

El argumento es una auténtica delicia, un explorador que se gana la vida llevando a los típicos pijos ricos por la selva y con los cuales debe tener mucho cuidado, para que no expongan sus vidas al peligro, por cazar una buena pieza. Su finalidad es reunir dinero para el bienestar futuro de su hijo y es aquí cuando aparece Elizabeth Curtis y le ofrece a Allan Quatermain la gran cifra de 5.000$ ante su negativa anterior, para que la acompañe a buscar a su marido, quien dos años antes se fue en busca de las minas del rey Salomón. Si de por si, la selva es dura para los hombres más curtidos, imaginad una mujer rica, acostumbrada a los lujos y comodidades...para mear y no echar gota.
La cantidad de anécdotas graciosas y también peligrosas serán muy atractivas de cara al espectador.

La culpa de ésta magia la tienen Stewart Granger, magnífico en este papel, hecho a su medida y la guapísima Deborah Kerr, quien interpreta a la perfección su papel de mujer florero, sin rayar lo ridículo, lo cual demuestra su grandeza, no sobreactúa para que la cosa quede más clara, lo hace todo de forma tan natural, que es bastante creíble. Recordemos en todo momento, que se trata de atravesar una gran parte de la selva. Animales, peligros, tiempo, enemigos...no será nada fácil y nos lo pasaremos muy bien, esto lo puedo asegurar.

Creo que aparte de lo anteriormente mencionado, cuando se trata de una película de este corte, debe haber química entre la pareja protagonista y sin duda, aquí la hay de sobra, sino, esto no habría funcionado tan perfectamente. Lo dicho, señores directores, queremos más películas de este tipo.
THE CROW
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24 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que Indiana se alzara con el imperio de la arqueología y sus correspondientes aventuras en la selva, lelgó Stewart Granger como Quaterman en 1950.

Ganadora de 2 estatuillas, la película cuenta las visicitudes de una mujer casada pero cuyo marido todos creen muerto en el interior del territorio inexplorado de la selva menos ella, por eso se adentra con Quatermain y su safari tras aceptar pagarle 5000 dólares.

Las aventuras realmente son genuinas en esta cinta, una de las primeras superproducciones norteamericanas rodadas en África supongo.

La reticencia de Deborah Kerr es su mejor negación de sí misma, al principio como una mujer rica repelente cuyo concepto cambia conforme ve los horrores de la selva y la supervivencia y la acerca más al explorador contratado, a Quatermain.

De efectos buenos para la época, el guión es maravilloso y nada fácil, no tan dramático pues parece que la selva va mermando sensibilidad, para luego ser recuperada por la magistral interpretación de Granger, un gran pilar intelectual y físico como especialista en safaris, dotado para el papel con pasmosa facilidad, muy a lo Heminway.

Los animales, auténticos en estado salvaje dan una lección a todo aquel que pasa por delante, de limpieza espiritual y de autenticidad, al igual que los nativos reivindican un algo, una señal propia de ellos en la selva.

Apelando a ese sentimiento, el resultado es una invitación a la aventura más ilimitada de todas en ese tiempo: encontrar al marido de la mujer, para después si lo encuentra entrar en una fase emocional diferente, la más tormentosa de todas.

De aventuras varias, de caballerosidad, de hombres que ya se han hecho y se han ido, de mujeres que cambian y traicionan, de puros, de escopetas y tiros, de elefantes, de víboras, tribus y peligros, eso tiene esta historia. Es de lo mucho que esta gran aventura cuenta además de los límites hacia los que el ser humano es capaz de llegar por amor.
La caza y su continuo abuso de ella o su modo de usarla para sobrevivir, la ley de la selva en la que cazar o ser comido es lo primordial, injusto pero natural, la cuestión de las quimeras o lo real.

Todo eso tiene esta película, clásico entre los clásicos de las aventuras.Una de las mejores de Stewart Granger, que engrandece una vez más el cine de los dorados cincuenta.
barbara12
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7 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
03/03(03/01/21) Envejecida cinta de aventuras que acaba de cumplir 70 años desde su estreno (09/10/1950), que teniendo elementos reseñables en su naturalista ambientación, posee un desarrollo plano, con incluso tramos de tedio, siendo un claro antecedente su rol protagónico del más famoso arqueólogo del cine, como es Indiana Jones (con incluso un sombrero parecido). Fue la segunda versión de la homónima novela de 1885 de Henry Rider Haggard, la primera fue una producción británica en 1937 con Paul Robeson. Esta de 1950 está dirigida por Andrew Marton y Compton Bennett, después de cinco meses de rodaje en África, Andrew Marton (que dirigía la segunda unidad) reemplazó a Compton Bennett como director, razón oficial dada fue que Bennett enfermó, pero hubo rumores de que Bennett tuvo una pelea con algunos del elenco. El guión es de Helen Deutsch (“La séptima cruz” o “Fuego de juventud”), y protagonizan de modo funcional Deborah Kerr, Stewart Granger y Richard Carlson. El productor Sam Zimbalist (ya había producido varios Tarzán) ha llevado a directores y actores a un largo viaje de 40.000 kilómetros por África, las tribus presentes son reales, en particular los singulares Watutsi. Incluso la banda sonora (sin música, solo batería y canciones tribales) es auténtica. Las imágenes en delicioso tecnicolor del tri-oscarizado por esta labor Robert Surtees (y 14 nominaciones al Oscar, lo ganó por “Cautivos del mal”, “Ben-Hur” y esta “Las minas del rey Salomnón”), con tomas panorámicas exóticas de la sábana africana, mezclando el claro sentido de documental con el desarrollo dramático, ello con varios efectos visuales para las escenas de acción, bien llevados estos (excepto el ridículo de una araña gigante que parece salida de una tienda de Halloween de chinos). Además la edición de Ralph E. Winters y Conrad A. Nervig, también fue nominada a Mejor Película, perdió ante “Eva al desnudo”.

La película se siente más comprometida con mostrar lo exótico de la naturaleza que con su prometedora historia que se va desinflando hasta desembocar en su pésimo final. Vemos avanzar al trío protagonista por la pradera africana, con algún sobresalto de vez en cuando, con un romance más forzado que intentar meter un elefante pro el ojo de una aguja, nada creíble, por imperativo del guión (donde la catarsis parece ser que ella se corta su larga cabellera ¿?), con diálogos insípidos, donde la de hecho esto es inventado para la película, pues este rol de la mujer no está en la novela. Por no hablar de que la mujer organiza la expedición para buscar a su esposo perdido y por el camino tiene un affair con el líder del grupo (puaj!). Rol femenino que parece estar ahí además para tener sustos con diferentes animales, desde cocodrilos, serpientes, arañas, leones, rinocerontes, o una estampida de gacelas. Ello haciendo que su metraje resulte lánguido por momentos, donde las interacciones con las tribus parecen nada naturales, no hay tensiones con ellas. Hay un tufillo pan-colonialista bastante pronunciado en el modo condescendiente de tratar a los nativos los ingleses, donde el ejemplo de la decadencia occidental queda contrastada en la tropa de porteadores negros que llevan para que el trío de blancos pueda viajar a todo lujo, durmiendo en camastros en grandes tiendas por las noches. Ejemplo de este paternalismo grimante es el modo en que Allan Quatermain afronta la muerte al inicio de uno de sus cazadores aborígenes, y como da el pésame a su esposa, le obsequia con un collar, de dinero ni hablar (puaj!). Ya sé que esta es una visión de nuestros días, y todo hay que encuadrarlo en su tiempo, pero no puede evitar sentir dentera a este comportamiento.

El rodaje tuvo lugar en lugares de África: Murchison Falls en Uganda; Astrida, "la tierra del gigante Watusis "; Volcano Country y Stanleyville en el Congo Belga; Tanganica; y Rumuruti y Machakos en Kenia. La escena de la cueva fue filmada en Slaughter Canyon Cave en el Parque Nacional de las Cavernas de Carlsbad y otras escenas en las cercanas Sitting Bull Falls en Lincoln National Forest, ambas en el estado de Nuevo México, en el suroeste de los Estados Unidos.

No es que sea un mal film, es que esperaba mucho más cuando leo que para muchos críticos esta cinta es un clásico del cine de aventuras, y vista hoy día, bajo mi modesto punto de vista no lo es. Tiene algunos buenos momentos como la estampida de gacelas, o la huida de poblado regido por una especie de Willem Kurtz, pero tiene muchos valles de ritmo, con interacciones que son lastres. Para colmo su rush final es una ametralladora de tiros en el pie, donde el título del film se convierte en un McGuffing, y la trama pierde todo su sentido (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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20 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Africa es un continente inhóspito, con una naturaleza salvaje, un clima extremo y multitud de fieras voraces los peligros acechan por doquier, un territorio en el que solo los mas fuertes sobreviven, en el que el agua es un tesoro y los esfuerzos para alcanzar el destino deben ser cuidadosamente dosificados.

Andrew Marton y Compton Bennett dirigieron esta estupenda película de aventuras en el continente africano aprovechando al máximo las posibilidades que su entorno les ofrecía, paisajes y cielos espectaculares aderezados con una multitud de animales fascinantes.

Buen papel de un Stewart Granger pletórico de forma que mostró en todo momento la entereza y determinación que se espera de un cazador profesional.

Guapísima Deborah Kerr con su preciosa cabellera pelirroja le otorga un magnetismo especial ante la cámara.

Un antiguo film de 1950 lleno de aventuras y posibilidades para todos aquellos que disfruten de los espacios abiertos y mágicos en los que la jungla parece abrazar el desierto.
shortcut
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11 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película canónica de Safaris, tierras inexploradas, aventuras en la selva y amores de expedicionarios con británicas recatadas que esperan una cosa y encuentran animalidad amorosa en estado puro.
Es una cinta preciosa, con dos actores en estado de gracia: Deborah Kerr y Stewart Granger. Guapa y elegante, buena combinación. Insegura que busca la fortaleza y la seguridad frente a macho varonil incapaz de comprender más allá de sus propios intereses qué hacer ante situaciones emocionales que requieran algo más de sutileza que fuerza bruta. Una combinación realmente fructífera desde el punto de vista dramático.
Un clásico entre los clásicos. Un canon de cinta de aventuras de safaris, del que han bebido los más grandes con cintas como Hatari de Hawks en 1962, o la mismísima Mogambo de Ford en 1953. Indudablemente bebe de estas fuentes. También tiene un punto documentalista e incluso naturista, el retrato de las tribus y de los animales es respetuoso y bondadoso.
ÁAD
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