Halloween III - El imperio de las brujas

Cuando vi Halloween II comenté que «para hacer una buena secuela o un buen remake de algo como la Halloween de Carpenter no se puede replicar lo anterior o continuarlo, hay que reinventarlo o dejarlo atrás por completo» y lo dije de tal forma que casi parecería que tenía por aquel entonces la más mínima idea de que justo esta película es exacta e intencionadamente lo segundo. (El protagonista de hecho rompe de una patada en un momento la pantalla de un televisor en que se está proyectando Halloween, cómo puede uno declarar un distanciamiento más abiertamente).

Si en la primera secuela, en un intento por imitar lo que había hecho grande la obra original, se lograban entender y replicar los aspectos más superficiales del cine de su autor, en esta el esfuerzo por comprender y asimilar su fórmula para dar vida a una obra nueva es tal que por momentos casi puede sentirse lejanamente como una película de Carpenter –que vuelve a encargarse de la genial partitura–, curiosamente más cercana a la posterior They Live que a la propia Halloween de la que toma el nombre y con una influencia nada disimulada de la Invasion of the Body Snatchers de Don Siegel, con la que dialoga de una manera muy interesante.

En ellas se inspira para construir su atmósfera terriblemente inquietante, sustentada inicialmente en una amenaza invisible que pronto se revela como una temible entidad siempre atenta, siempre vigilante y siempre implacable cuyos tentáculos se extienden por todas partes y contra la que no parece haber resistencia posible, un estado de ánimo que me devuelve siempre a la escalofriante escena de la Body Snatchers de Ferrara (Where you gonna go, where you gonna run, where you gonna hide?) y que queda subrayado aquí en la terrorífica y angustiante secuencia que cierra magistralmente esta película con la misma nota aterradora con que tendría que haber acabado la de Siegel 25 años antes

Por lo demás, sin duda un relato lleno de agujeros de guion sonrojantes, sucesos inviables, planes incomprensibles, romances increíbles y a todas luces cuestionables, una historia con tan nulo sentido que es fácil interpretarla en clave irónica –ayuda mucho el carismático villano del entrañable Dan O'Herlihy o el gag recurrente de la furiosa exmujer– y un padre divorciado con el carisma de una zapatilla que un siempre genial Tom Atkins convierte como tal en un protagonista tan anticlimático que es realmente divertido –y bajo cierta lectura hasta enormemente acertado.

Pero un relato al mismo tiempo plagado de ideas brillantes de cine, sobre cómo hacer una gran obra de terror, sobre cómo sorprender con una secuela que se opone al modelo de producción audiovisual en cadena dentro de una franquicia que pretendía convertirse y terminó por convertirse en una fábrica de producción en cadena y sobre un montón de cosas más que afortunadamente ya analiza con gran detalle Miguel en este* completísimo texto que complementa muy bien a la película.

Frente a la falta de originalidad y la ausencia de ideas, de espíritu artístico y de voluntad por hacer gran cine, una Halloween singular sin Myers con una atmósfera fascinante, un pueblo fantasma inquietante y memorable, imaginación, dimensión, sutil inventiva y un buen puñado de imágenes irrepetibles que se graban para siempre en el recuerdo.

* https://www.elantepenultimomohicano.com/2019/10/halloween-3-el-dia-de-la-bruja-1982.html

Con “Halloween 3. El Día de la Bruja”, tanto John Carpenter como Debra Hill quisieron dejar de lado -pese al enfado de sus antiguos socios- las andanzas del asesino de la máscara Michael Myers. Su voluntad era la de comenzar una serie de películas que tuvieran la festividad de Halloween como telón de fondo y nexo de unión, al más puro estilo de los cómics de la Warren (o la EC) o series televisivas como “The Twilight Zone”. Para ello contactarían con Nigel Kneale -guionista en la increíblemente recomendable saga Quatermass- con objeto de darle un cierto toque de mezcla de terror y ciencia ficción inglesa de los 60 a un guion que a Dino de Laurentis no gustó y provocó la marcha del británico (desvinculándose totalmente del proyecto -incluso pidió no aparecer acreditado). De esta forma, el proyecto recaería en el coleguilla de Carpenter, Tommy Lee Wallace (íntimo amigo, compañero en su banda “The Coupe de Villes” y que, por cierto, ya había rechazado la dirección de la segunda entrega de “Halloween”). Siendo ésta una de las secuelas (aunque en definitiva no lo es) menos populares de la saga “Halloween”, “El día de la Bruja” es un espeluznante relato de terror que no ha envejecido nada mal. Misterio, terror, dosis justas de gore,... Estoy convencido de que, si sus responsables no la hubieran integrado en la saga de Michael Myers, se hubiera convertido en un clásico instantáneo. El veterano Tom Atkins, no sé si en su único papel protagonista, está inmenso. Pero si alguien es capaz de meterte miedo en el cuerpo, ese es Dan O'Herlihy (ese afable viejecito dueño de la OCP en “Robocop”) con su mirada (y ya está). Punto destacable la impresionante banda sonora compuesta por Carpenter y Alan Howarth. ¡Increíble! ¡Ésta sí que es una película totalmente a reivindicar!

Un tipo corre perseguido por alguien que parece escapado de “La invasión de los ultracuerpos”. Pasan los minutos y no vemos a Jamie Lee Curtis, y lo que es peor ¡No sale Michael Myers!.
La primera vez que la vi, me sentí frustrado y estafado, incluso pensé que no era una entrega canónica de la saga y que le pusieron ese título porque les salió de las narices para engañar al personal. Si se titula “Halloween 3” ¿por qué no sigue la historia y solo vemos referencias a las otras películas cuando las emiten en la televisión? Con el tiempo, llegaron Google y Wikipedia, y pude saber que lo que querían era hacer una explotación antológica de terror relacionado con la noche de Halloween, una vez que se suponía que Myers la había palmado en el hospital de la segunda parte (¡qué ilusos!).
Una vez aceptado esto, la película es una historia algo absurda pero entretenida, con una conspiración que se parece a las de la mítica “Expediente X”. Aunque no sea una maravilla ni mucho menos, pica la curiosidad por ver cómo va a terminar y qué demonios pasa con esas máscaras.
Es un film con ese cierto encanto (por decir algo) de la serie B del terror de los 80. Se deja ver si no ponemos el listón muy alto. Aunque supongo que no debió de tener mucho éxito, cuando el cansino de Michael Myers volvió para la siguiente, para seguir acuchillando durante al menos cuatro décadas más.
Por cierto, ¡qué pesada la cancioncita de marras!

En esta ocasión se prescinde totalmente de Michael Myers; ni él ni ninguno de los personajes de la primera y/o segunda entrega figuran en este filme. De hecho la única referencia a las primeras entregas son un par de imágenes televisivas (con lo que se da a entender que en el universo de la tercera entrega, los hechos sucedidos en las anteriores son ficticios). La idea era realizar una especie de saga o serie de películas cuyo único nexo era que sus argumentos estuviesen relacionados de uno u otro modo con la noche de brujas. Esto que pudo ser una idea positiva, fue pesimamente ejecutado, razón por la cual la idea tuvo que desecharse, lo que trajo como consecuencia el regreso de Michael Myers en gloria y majestad.
La película en si misma es un bodrio de proporciones. Decir que es de serie B es ofender esta clase de filmes, lo correcto es serie X, Y o incluso Z. El argumento es un absurdo de marca mayor; un niño de 5 años hubiese hecho algo igual o mejor, difícilmente algo peor. Lo mejor de esta película es su capacidad de transformar las películas de Ed Wood en productos decentes.

Iré al grano: Es una buena idea pero está mal ejecutada y fallaron al ponerle el titulo de una de las mejores series de terror. Tiene bastantes fallas y la ausencia de Michael Myers se nota en cada minuto. Para pasar el rato está entretenida pero para verla por gusto o por Michael... mejor renten otra película.