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Al ritmo del corazón (Yuli)

Drama Film sobre el bailarín cubano Carlos Acosta, un viaje temporal a través de su vida, leyenda de la danza y primer bailarín negro en interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet, originariamente escritos para blancos, en compañías como el Houston Ballet o Royal Ballet de Londres (donde ha sido primer bailarín durante más de 15 años). Cuenta desde su dura infancia hasta su madurez, etapa que será protagonizada por el propio ... [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
2 de agosto de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de la vida del bailarín cubano Carlos Acosta, narrada por él mismo.

Las partes de su niñez funcionan bien, las interpretaciones del niño que hace del bailarín, así como de su padre muy conseguidas. Su juventud más o menos funcionan. La parte de su madurez y cómo su vida se ve reflejada en su danza funciona más bien como un documental. El conjunto entretiene, pero no enamora.

Para mi es una obra correcta pero no te dice nada en particular, está rodada de una manera muy plana y pretende emocionar, aunque en mi caso me ha dejado un poquito indiferente. Aun así, terminé de verla.
RupertPupkin
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12 de julio de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una frase muy fuerte durante la película que escucha Carlos Acosta -alías Yuli- (interpretado por él mismo en la época actual), de boca de su papá, que puede sea parte de la ficción (es decir, no sabremos si en verdad él la dijo) pero aunque así fuera no dejan de ser palabras con una enorme validez actual.

Ante las dudas de su hijo -una de tantas- con el éxito y su profesión, tras haber ganado un premio y ser invitado a participar de la prestigiosa English National Ballet, este le dice: “Tú eres negro y es la oportunidad de tú vida”. Esas pocas palabras reflejan una tremenda realidad de las personas afrodescendientes en lugares tan lejanos como Europa, los Estados Unidos, o Costa Rica.

Quiénes tienen que hacer frente a estigmas sociales sin razón de ser, que la sociedad ha ido empujando y cortando sus posibilidades de alcanzar el éxito, esa oportunidad para Acosta era una enorme excepción, de ahí el impulso de su padre, él siendo hijo de esclavos, trabajando partiéndose el lomo, quería algo mejor para su Yuli.

La nueva película de Bollaín es precisamente un trabajo biográfico sobre la figura de Carlos Acosta, el bailarín cubano más reconocido a nivel mundial, dueño de múltiples distinciones, incluido una imagen de romper ciertas barreras para los bailarines negros.

El film recorre desde la infancia (interpretado acá por Edilson Olbera), pasando por su juventud y éxito (Keyvin Martínez), hasta llegar a la adultez donde se ve al propio Acosta en ensayos preparando una presentación biográfica sobre su vida.

Su niñez muestra a un pequeño bailarín que se muestra reacio a querer ingresar a la academia de ballet, no tenía interés alguno, pero lo que sí tenía era un talento natural que debía ser explotado. Sus momentos en esa época de la vida no fueron tampoco del todo satisfactorios, no se encontraba a gusto y en era ocasiones repelido por sus compañeros.

Conforme fue creciendo, fue llegando el éxito, al punto de dar el salto a las “grandes ligas”, en Londres su potencial fue elevado al máximo y pasó a convertirse en un bailarín respetado y admirado. Sin embargo, como le sucede a tanta gente famosa, su situación no terminaba de llenarlo, su vida estaba en Cuba, con su familia, este elemento es otra de las constantes dentro del relato, aunque sobre el final se resiente que quedan algunos nudos desatados en ese aspecto.

La parte adulta del protagonista, que se puede decir es la actual, lo muestra en los ensayos de su puesta en escena biográfica, mientras va recordando su pasado, que es mostrado con los detalles mencionados previamente. Estos bailes llenos de energía y que van ligados con momentos de lo que se está viendo en los flashback, son los mejores instantes, porque es el reflejo de la intensidad y emotividad vivida por Yuli.

El guion de la película corre a cargo de Paul Laverty, esposo de la realizadora que vio en Yuli la oportunidad de trabajar nuevamente con su pareja. La trama tiene una buena mezcla entre el drama y algunos toques de comedia, los saltos en el tiempo están muy bien realizados, aunque como se dijo previamente no termina de cerrar principalmente las ideas expuestas alrededor de los hermanos del protagonista.

Aun con este detalle, el largometraje es una muy buena propuesta, bien filmada incluyendo las danzas completas en una sola toma, que da un respiro a la narrativa común de un filme. Cabe destacar que Laverty ganó el premio a Mejor guion en el Festival de cine de San Sebastián, convirtiéndose así en el primer guionista en ganar tres veces este galardón en alguno de lo cuatro grandes festivales de cine, luego de haber triunfado en Cannes por Sweet Sixteen (2002) y en Venecia por It's a Free World… (2007), ambas dirigidas por Ken Loach.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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22 de agosto de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con regularidad privilegiada en un oficio tan complicado como el de cineasta, la directora madrileña acude a su cita puntual con los espectadores, una vez más acompañada de su marido Paul Laverty a los mandos del guión, para contarnos la vida y milagros (y nunca mejor dicho dada la raza, la extracción social y la situación política en su Cuba natal) del bailarín Carlos Acosta. Un biopic que se esfuerza por no ser convencional sin apenas conseguirlo donde las señas de identidad del cine comprometido socialmente de Bollaín afloran con timidez entre diálogos repetitivos, subrayados innecesarios y números coreográficos intercalados en la narración en los que se nos vuelve a contar mediante la danza lo que ya hemos visto con los actores.

Todo ello facturado con una producción cuidada al igual que la fotografía de Alex Catalán y la música de Alberto Iglesias que alberga momentos emotivos y bellos. Narración dividida en tres tiempos correspondientes a la infancia, juventud y madurez de Acosta, que nunca quiso ser bailarín y cuya figura paterna (buena interpretación pero excesiva presencia) marcó su destino. La Cuba de la que hay que salir dejando enterrado allí el corazón como decía la canción, queda representada por ese complejo tan bello y ambicioso de centro de las artes en ruinas, como un fósil de lo que la revolución pudo ser y no fue por las razones que fueren. Yuli es el nombre guerrero de aquellos que rompieron las cadenas de la esclavitud y siguen intentando romper las de la discriminación racial. Los que no tienen los dones artísticos o deportivos como Yuli siguen atrapados en islas mucho más allá del Caribe.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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17 de enero de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de odio: odiar aquello que te hace excepcional, que tu mayor grandeza sea tu mayor castigo.

Una historia muy bien contada que merecía más reconocimiento.

Hay partes ficticias, pero también se percibe una generosidad al revelarnos momentos de una vida y sentimientos, que son de agradecer, ya que no se piensa normalmente en el sufrimiento de quien se ve abocado a desarrollar un don.
Sheila Cardeña
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