La posesión de Verónica

En lugar de centrarse en la historia, Paco Plaza reelabora el guión junto a Fernando Navarro, y nos ofrece una película al más puro estilo Expediente Warren. No hace falta ni siquiera salir de Vallecas, tan solo una casa, cuatro niños y una exquisita recreación de los años 90 que a más de uno se le saltará la lagrimita. Verónica es una chica con inquietudes por lo esotérico, de manera que se hace con una Ouija y decide jugar con dos amigas para poder hablar con su padre. Sin embargo, algo falla y tendrá que lidiar y protegerse de aquello que se ha desencadenado.

Banda sonora de Héroes del Silencio sonando, colegios religiosos, barrio trabajador, estética de los noventa, y una niña que comienza su pubertad como una más, descubriendo gusto por el más allá que, quien más y quien menos, siempre ha querido experimentar. Ese límite entre la realidad y la fantasía es lo que hace de VERÓNICA una película de gran calidad, puesto que narra los miedos de cualquier adolescente, de manera que nunca sabemos dónde está lo real de lo ficticio.

Mención aparte merece el elenco, empezando por una Sandra Escacena brutal, sin duda merece la nominación al Goya a mejor actriz revelación. Pero tampoco hay que olvidar a sus tres hermanos, Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero, que aportan un gran sentido del humor al filme y, además, nos ofrecen momentazos. Paco Plaza demuestra que sabe sacar mucho partido a los actores noveles y, además, VERÓNICA cuenta con una gran fotografía, ejemplos del eclipse o las cortas pero intensas apariciones de Madre Muerte.

En definitiva, VERÓNICA es una película que todo buen amante del cine de terror debe ver sin falta. De lo mejor del año, dirigida por un Paco Plaza que pone mucho de su propia vida e interpretada por una Sandra Escacena a la que, espero, la academia sepa reconocer su gran esfuerzo. Producción y recreación de los 90 a la altura de las mejores películas americana, en concreto recuerda mucho a Expediente Warren. Ni se os ocurra perdérosla.

Por mucho que intente que su Verónica se acerque al universo Expediente Warren en plan cañí, la peli de Plaza es un quiero y no puedo constante que desgraciadamente prometía mucho y se queda en poco, poco, poco.
Terror de segunda con efectos de tercera y guión nivel instituto lastran lo mejor de la cinta, la frescura y carácter de sus personajes, muy mal aprovechados.
Quien fuera compañero de mi amado Balagueró y que nos da una de cal y una de arena, ( a mí Cuento de navidad y El segundo nombre me encantan) vuelve al susto facilón de subir el volumen y poco más.
A destacar esa Ana Torrente perfecta y las hermanas mellizas, futuros estrellones, y personajes como el de la monja Muerte, que contrasta con otros como el de la sosaina de la Dolerá.
Pues eso, regular tirando a mal.
Una lástima, pero este Expediente Vallecas no sabe a nada, por mucho referente a El ente o al gran Ibáñez Serrador.
Lo mejor, sin duda, los momentos costumbristas en familia, que son los mismos que los míos, con esos Héroes del Silencio a todo trapo, los vaqueros lavados a la piedra y los hermanos mayores cuidando de los más chicos.
Lo peor, el componente terror, calcado en estilo a los culebroncillos de Cuarto Milenio.
Una pena.

Llegaba al cine con pocas esperanzas, con miedo a encontrarme otra de tantas, con miedo de encontrar lo de siempre, no obstantel, tenía la sensación de que ésta, iba a ser diferente.
Y vaya si lo ha sido. "Verónica" es una película que te hace recuperar la fé en el género de terror (tan descarriado últimamente).

El filme, dirigido por el gran Paco Plaza, cuenta la historia del expediente Vallecas, uno de los casos más famosos del país.
Y aunque si que es cierto, que no plasma el caso punto por punto, la base del mismo le es suficiente para crear una delicia de película.

La naturalidad de los actores es otro punto a favor de la cinta, no son los típicos actores que cobran millones y sobreactuan en las superproducciones hollywoodienses, son actores simples, actores de a pie, que se meten en el papel de personas corrientes de los años 90.

Y la banda sonora, por una parte, los Héroes del Silencio, el icónico grupo de moda de la década, que juega un buen papel a lo largo de la película. Por otra parte, los efectos de sonido encajan muy bien en la película.

En definitiva, una gran película que hará que te reconcilies con este género tan delicado.

Postdata: Gracias Paco, gracias por no hacer una película más de las que pegan cuatro sustos y te embolsan millones, gracias por crearme esa tensión que me hacía estremecer, gracias por dejarme revuelto el cuerpo al salir de la sala. No dejes de hacer esto, no dejes de hacerlo así.

Lo que salva a “Verónica” de ser un tópico más, es la feliz ocurrencia de rescatar el informe policial de unos hechos (reales) que tuvieron lugar en Vallecas.

De esta forma, que Plaza y Navarro (guionistas) coloquen algo que fácilmente podría considerarse “desubicado” en un escenario más propio de un cotidiano (y castizo) naturalismo costumbrista que de “paranormalidad” alguna, resulta, cuando menos, extraño.

Y eso es precisamente lo que deja al descubierto una de las premisas fundamentales de todo (o casi todo) cuento de miedo, porque éste siempre prefiere colarse por la brecha (a menudo brusca) que se produce en la línea de la monotonía cotidiana.

Plaza, con un buen trabajo actoral (excelente esfuerzo de Escacena, y con los niños), cuenta la historia con el dinamismo necesario para mantener el interés, a pesar de que el tema no es nuevo y de que, además, contiene alguna concesión comercial demasiado explícita (FX), quizá comprensible, pero a todas luces innecesaria porque, en ocasiones, sustituye la posibilidad de la inquietud (esencial), por rudimentaria truculencia.

Pero, en conjunto, interesante. Se pasa buen rato.

Verónica abre con la madrugada del 15 de junio de 1991, donde una llamada de emergencia a la policía debido a la sucesión de extraños sucesos en un pequeño barrio madrileño será el aliciente para que el espectador descubra qué se esconde tras la nueva película del director Paco Plaza (REC, El segundo nombre), quien dirige esta espeluznante obra basada en unos archivos policiales que nunca han sido resueltos y que aterrorizaron a toda una generación.

Madrid, años 90. Verónica (Sandra Escacena), afectada tras la muerte de su padre, debe hacer frente a las dificultades familiares cuidando de sus hermanos mientras su madre (Ana Torrent) trabaja para sacar hacia delante su hogar. Acompañada de unas amigas, la joven juega la Ouija, acto que tendrá graves consecuencias en ella y abrirá la puerta a fenómenos paranormales.

A partir de este hecho, caminaremos en las sombras durante los últimos tres días en la vida de la protagonista después de jugar con la Ouija intentando contactar con su fallecido padre, provocando que la figura del mal se torne sobre ella y su familia.

Este intenso thriller psicológico, enmascarado en las convenciones del género de terror, consigue mantener al público enganchado mediante una estructura narrativa equilibrada cuya tensión va in crescendo cuanto más cercano es el fatídico desenlace. Gracias a la ambientación exquisita de una década en la que muchos encontramos un hogar, el director convierte Vallecas en el terrorífico escenario que retrata socialmente a la España del momento convirtiéndola en una pesadilla castiza del hecho que involucró a numerosos jóvenes curiosos que invocaban al atormentado espíritu de Verónica.

Plaza, como de costumbre, humaniza el terror haciéndolo más cercano bañándose en grandes referencias cinematográficas para elevar este metafórico relato en el Expediente Warren español al son de Héroes del Silencio. El espeluznante debut de Sandra Escacena es sólo un acierto en la elección de un casting multigeneracional con grandes niños prodigio en la línea de Cría Cuervos (Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero) acompañados por el reencuentro con Ana Torrent, todo un hito de nuestro cine patrio.

El esmerado trabajo realizado con Verónica la convierte en una película cuidada con cariño que, a pesar de no convertirse en leyenda, sí es un estimulante relato sobre las posesiones demoniacas envuelto de naturalismo sobre el despertar de los monstruos en la adolescencia.

Crítica realizada por Antonio Fuentes Belando:
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