El final de la cuenta atrás

El final de la cuenta atrás es una amena película bélica sobre viajes en el tiempo. La acción se desarrolla en 1941, justo antes del famoso ataque japonés, cuando un superportaviones estadounidense retrocede en el tiempo mientras se desata una misteriosa tormenta. Se plantea el dilema de intervenir o no en el conflicto para evitar el bombardeo de Pearl Harbour.

En general, entretiene bastante, aunque hay tramos en los que resulta algo pesada, sobre todo con tanto aterrizaje y despegue de aviones. El final también me pareció precipitado.

Ví esta película por primera vez cuando era un crío en "Sábado cine" en los años 80.

¿Recordais cuando solo había dos canales de televisión y se emitían cuatro o cinco películas a la semana?
Pues en esa época.

Me gustó un montón en ese momento y hace poco, por casualidad la he vuelto a ver.
Ya sabeis que cuando vemos una película en la infancia la idealizamos bastante y luego nos desilusionamos cuando la volvemos a ver, pero en este caso no pasó así afortunadamente.

El argumento es interesante, jugando con la "Paradoja del abuelo", las interpretaciones están bien sobre todo las de Kirk Douglas y Martin Sheen y con un James Farentino limitado, como casi siempre.
Sin duda una película que te garantiza un par de horas de diversión.

Bueno despues de haberla visto par de veces me parece una gran pelicula aunque no se la ha valorado como merece el guion es bueno aunque se puede mejorar, los efectos especiales son mediocres para nuestra época claro pero en su momento fue un hito.
Pero he de decir que la música es una obra maestra es arte en estado puro un grandiosos trabajo echo por el artista y director Jonh Scot, en una escala del 1 al 10 le daria 6 mas que nada por la música y nada que decir del reparto de papeles pues actuan uno de los grandes del cine Kirk Douglas.

Impresionantes imágenes a bordo de un portaaviones sirven para escenificar una vez más la intrigante y provocadora hipótesis de la posibilidad de viajar a través del tiempo.
La película resulta absorbente y, salvo por algunos detalles ingenuos que resultan poco creíbles en el contexto de la marina norteamericana, mantiene un alto grado de verosimilitud, una capacidad de fabulación más que notable y ese ritmo trepidante que el espectador espera encontrar en un largometraje de acción.
Elaborado con buena factura cinematográfica y con elevado sentido de la pertinencia, el largometraje cumple con creces sus objetivos a pesar de la dificultad intrínseca del tema que plantea.

Han pasado 40 años, menos de los que tengo y, como muchos críticos, aficionados y profesionales también de la aeronáutica, resulta particularmente entrañable ver en acción a un Nimitz muy real y las maniobras propias de operaciones de facilitación de plataforma de un portaaviones de cuando ya era un adolescente. Nada que ver con lo que sé ahora.
En cuanto al film, ver al recientemente fallecido Douglas, con 104 años, habiendo sido teniente de la armada estadounidense, me resulta un excelente bucle del tiempo. No el del film en sí, sino de nuestras propias vidas. Todo un hermoso cocktail. Más emocionante e intensa que la moderna sobre Pearl Harbour.
Descanse en paz, señor Douglas.
Todos seremos Espartacus...