El club

“El Club” no es una mala película, pero tiene tan buena crítica que uno espera llegar a una película memorable y simplemente no está cerca de ser tal. Pablo Larraín nuevamente vuelve a ser uno de los directores más sobrevalorados del último tiempo, con películas no más allá de regulares que resultan aclamadas como si fueran joyas del cine. Es difícil entender el favoritismo a este director por parte de la crítica.

“El Club”, me parece la mejor película de Pablo Larraín. Mas que nada porque la temática que toca es alucinante y da para tanto. La locación y la forma en la que lo aborda (curas delictuales relegados en una casa costera en un pueblo pescador) son simplemente un gran escenario para desplegarse respecto a un tema tan interesante. Pero ahí está el principal problema de la película, no logra desplegarse. Incoherencias en el guión, falta de profundidad en los personajes, diálogos de poca riqueza y actuaciones regulares para abajo, no permiten que la película despegue. La fotografía y el potencial de la película son lo más destacado. Muy poco para una obra tan alabada.

Los actores que representan a los curas transmiten pocas emociones (Alfredo Castro y Alejandro Goic están para el olvido), para que hablar del resto del elenco, los surfistas tienen una actuación para el olvido (pocas formas más malas de desarrollar en forma creíble el cuico prepotente, una caricatura). Los curas mesclan temas y los tratan de abordar todos: pedofilia, trafico de niños, encubrimiento de crimenes de lesa humanidad, etc. El auto trató de meter todos los escándalos de la Iglesia chilena en uno, es decir, un menjunje que hace que ninguna de las temáticas que se desarrollan está bien desarrollada.

El cura joven, un intento de renovador de la Iglesia, también es puesto en el pelotón de los acusados, porque el autor claramente muestra que su misión es encubrir y además hace un guiño a que él también tiene los males que viene a reprender (acariciando a Sandokán en el pelo).

Al final la película termina siendo una gran caricatura, sin que se pueda desarrollar en profundidad interesantes temáticas como son el celibato, los abusos, la humanización del criminal, el arrepentimiento, etc. Todo queda resumido a una caricatura muy burda.

Enésima andanada contra la Iglesia Católica donde más le duele, las acciones personales de distintos miembros de su comunidad. Esta película está muy bien, dura porque debe serlo y sin apenas personajes que "oxigenen" un poco el aire absolutamente viciado de lo que se cuenta.
Es mejor no contar mucho, y hay que entrarle con ganas; el feísmo de lo que se muestra es menor del que encierra lo que se dice. Expiación de los pecados improblable cuando son tan graves e irreparables.
Grandes interpretaciones contenidas de todos los actores, y como alguien me ha apuntado es resaltable la de la única mujer protagonista Antonia Zegers como la "ama de llaves". Está magnífica dirigida por su esposo Pablo Larraín, valiente al meterle mano al asunto chileno y, por desgracia, a la vez universal.
Orejas atentas porque su forma de hablar es realmente difícil para los oídos españoles.
Nota: 7,00.

Me guié de los magníficos comentarios y críticas recibidas, y tengo que decir que por poco me quedé dormido en el cine.
La película tiene sobresalientes actuaciones, sobresaliente fotografía, sobresalientes diálogos, sobresaliente banda sonora, sobresaliente tema de fondo...es decir, toda una película exhibicionista en todos los sentidos pero entonces ¿qué es lo que falla? Pues señores, el curso, el pulso o transcurso de la película queda abandonado con un ritmo excesivamente lento en los dos primeros tercios que acaba desesperando hasta llegar hacia el final donde se acelera por obra divina de Dios. El director se empeña en empaparnos de florituras cinéfilas y peca por abundancia.
La sensación con la que salí del cine fue, como la sensación de ver al vecino con un gran Ferrari para solo sacarlo dos días al mes y encima no pasar de 80km/h.
Nota: 6

Después de todo lo que había leído, incluida la crítica de Días de cine calificándola como la mejor película del 2015, me he llevado un gran chasco.
No comparto para nada que sea un gran film. Está bien que se siga denunciando los abusos de los curas y su protección por el estamento eclesiástico. Pero para mí hay películas más significativas sobre el mismo tema.
Los actores que representan a los curas no transmiten apenas emociones y ya ni contar con otros personajes que no aportan nada, como los surfistas. Todo queda relativazado en dos personajes: el cura y el psicólogo jesuita.
Hasta la música por momentos me parece machacona y repetitiva.
Sólo resaltar como denuncia como la Iglesia en vez de denunciar a estos curitas, les puso una cárcel de lujo en la playa.

Demoledor largometraje, donde se saca a relucir un tema tan infame como vergonzoso para la Iglesia. Larraín, en una muestra de valentía, lanza la piedra sin esconder su mano, y golpea con fuerza en el cristal de la hipocresía, haciendo añicos en el reflejo de tantas vidas rotas por tales sucesos tapados y enterrados en el olvido.
Magníficas interpretaciones para una película necesaria. Dura, seca y contundente.