Despertar de los muertos

No sé si son cosas mías, pero tengo la sensación de que el género de fantasmas no es un lugar especialmente visitado por el cine británico. De hecho, buscando referentes para establecer comparaciones con esta “La maldición de Rookford”, sólo he sido capaz de encontrar uno, “La mujer de negro”, y porque recuerdo que estaba protagonizada por Daniel Radcliffe (Harry Potter). Por supuesto que tiene que haber más, pero o no se me vienen a la cabeza o, probablemente, no los he visto.

Aunque puede que haya otra explicación y es que a lo mejor me ha pasado lo mismo que con “La maldición de Rookford”, que se haya invertido una inusual cantidad de esfuerzo y recursos en hacer ambientar la película en la típica campiña inglesa durante los años de entreguerras, que al final ha salido una película de época con notas de miedo, en la que predomina lo primero sobre lo segundo. Una especie de mezcla de “Downton Abbey” con “Los otros” en la que la grandiosidad del entorno, la majestuosidad de las ubicaciones, la elegancia interpretativa y la sobriedad argumental pueden inducir al público a considerar que no está ante una película de miedo o, cuando menos, en el sentido al que estamos acostumbrados. A esto hay que añadir una ejecución honesta que busca la tensión y la intriga sin recurrir a los manoseados trucos infantiles de subir repentinamente el volumen o sacar al demonio reflejado en un espejo en el que segundos antes no había nada sospechoso.

“La maldición de Rookford” es una película de fantasmas donde el componente terror, que realmente se queda en miedo, es una herramienta y no un fin en sí mismo, un mecanismo pensado más para hacerle sentir al público un desasosiego que refuerce el suspense de las investigaciones de los protagonistas a la hora desentrañar una serie de misterios que para tenerle pegado al sillón por el mero placer de soltar adrenalina a lo loco. Tiene giros, sí; tiene sorpresas, claro; tiene sustos sobrenaturales, faltaría más… pero la historia discurre en todo momento en algo parecido al mundo real, con conflictos y tensiones de índole muy humana. Por un lado, se puede percibir esta película como una anomalía en la que su forma elegante y cuidada distrae de lo que tendría que ser un fondo de excesos e histeria y puede descolocar a más de uno. Por otro lado, se agradece cierta innovación y ganas de subir el nivel, así como poder ver por fin una película de espíritus sin la presión de tener el mando a distancia cerca para bajar el volumen cuando la cosa se pone tensa.

En general, equilibrada. Lo mismo te tiene enganchado para ver qué pasa sentimentalmente con tal o cual personaje como te pone los pelos de punta con alguna revelación extrasensorial. Para no prodigarse mucho en el género, el cine inglés parece haber encontrado con un nuevo concepto.

La maldición de Rookford, de entrada, tiene un título poco apropiado. El original "el despertar" es mucho más adecuado con la trama. Aparte de eso, sorprende la ambientación y las interpretaciones para ser una película de este género. La protagonista acude a un colegio para demostrar que allí no hay ningún fantasma pero se encontrará con una nueva situación que no puede controlar. Es un puntazo que se ambiente en 1921, simplemente por ver la cacharrería que utiliza la protagonista para demostrar las estafas relacionadas con la videncia o las apariciones.

El actor Isaac Hampstead-Wright interpreta a uno de los niños del colegio, y bien la mayoría pensará que le conocerán en su casa....pues resulta que trabaja en la serie "Juego de Tronos" interpretando a Bran. Este chico tiene una mirada que traspasa, si se lo sabe montar bien es probable que nos regale más interpretaciones estupendas.

Sorprende por sus personajes, tan alejados de los estereotipos...tan creíbles y bien interpretados. Este tipo de películas de misterio suelen ser todas muy similares, aun así solemos caer en la tentación de ver casi todas las que se estrenan porque buscamos ese susto que luego te hace pensar "ay que tonta si solo es una peli".

De forma muy elegante, técnica y delicadamente elaborada, el espectador se encuentra ubicado en el período de entreguerras, en el que una Europa cansada y atribulada, no sólo por los desastres del recién pasado conflicto (la I Guerra Mundial), sino también los estragos de la mal llamada «gripe española», iba a trancas y barrancas para recuperarse e intentar levantar cabeza. Lo cual propició la proliferación desmesurada de individuos e individuas que, con sus puestas en escena tan bien actuadas como fraudulentas, tenían una mina de oro en las traumatizadas (y por ende crédulas) personas que habían sido incapaces de procesar un duelo sano en sus vidas, como resultado de los desastres que sumieron al continente, en lo más parecido hasta el momento al Apocalipsis. En este escenario, la cinta de Nick Murphy halla su coherencia, forzada en algunos puntos por la figura de una protagonista que, para su tiempo, está pasada de vueltas en la exhibición del tan sobrevalorado feminismo (con el añadido de algunas exageraciones), aunque esto es gloria con la colección de damas que James Cameron (1997) nos pintó en los infaustos días del Titanic, en un contexto muy parecido al que nos ocupa (1912).

Cabe destacar la perfecta sintonía entre la temática de la historia cuyo guion el propio director teclea a cuatro manos con Stephen Volk, en un momento en el que las teorías de Sigmund Freud estaban en boga (todavía de rabiosa actualidad; en el campo de la psicología, los que se atreven a hablar del maestro vienés y fundador del psicoanálisis, en términos de su obsolescencia, van muy equivocados), y bajo la luz de estos postulados nos resultará más que fácil analizar las peripecias de la protagonista, Rebeca Hall, que nos hará un más que decente (bastante solvente, diría yo) retrato de la principal personaje, Florence Cathart, una joven brillante, independiente e inteligente científica, que se dedica a investigar los casos de fenómenos paranormales engañosos. Con ello, desenmascarar a los aprovechados y devolver (por lo menos en parte) la dignidad a sus cándidas víctimas. Con lo que no cuenta este personaje, es que ella misma tendrá que enfrentarse a sus propios demonios, y el eje de la trama se centrará en ella, en términos de la evolución de su personalidad, en cuanto a su curiosa profesional relación con el «más allá».

Los responsables de ambientación de la película crean un microcosmos que acrecienta las sensaciones de soledad y el aislamiento, ante la confrontación que, cada una de las figuras dramáticas del relato, tendrá que hacer con sus fantasmas del pasado. Florence no será una excepción, y veremos cómo busca desesperadamente encontrar un punto de conexión o contacto con el profesor (Dominic West) del internado de niños, que acudirá a ella para esclarecer las misteriosas supuestas apariciones de las almas de infantes que perecieron en la institución que le encomienda contratar a alguien para que investigue sobre el caso. De hecho, ambos (profesor y Florence), se abandonarán a esta relación (muy poco explotada, por cierto, por los escribanos del libreto), que será sentida como un bálsamo al terrible dolor interno.

Todos los personajes (incluido el «misterioso» niño), se usarán unos a otros como espejo y puerta de entrada para abordar su propio camino de expiación, salvación o redención (pónganle el nombre que quieran). Sin embargo, entre cada uno de los susodichos personajes, se podrán ver plasmadas una serie de diferencias, no sólo ya para dotar a cada cuál de la multidimensionalidad y unicidad con las que requieren ser descritos en la historia. Sin ir más lejos, fijarse en el rol del «ama de llaves» (Mrs. Maud Hill, interpretada por la veterana y curtida ante pantallas, Imelda Staunton), cuya intención será (y valga la metafórica redundancia, que también veremos manifestada como contradicción) la de tener en su poder las «llaves» de los secretos que irán desvelándose paulatinamente, a cuentagotas. Secretos a los que, irónicamente, Florence irá acercándose peligrosamente, en su intento por desenmarañar los sucesos que tienen aterrorizados a todos, con su cacharrería, en el laberíntico y agorafóbico espacio de la mansión, convertida en internado, que se antoja metafóricamente como una despiadada cárcel de almas (me refiero aquí, tanto a las de los vivos, como a las de los muertos), para desempeñar el dudoso cometido de imponer el orden de la cognición, ante los eventos que suceden en aquél espacio. Frustrado objetivo, que se verá reflejado en la figuración gráfica de la mente de Florence en la casa de muñecas, en la que se reproduce (como si de su propio cuento se tratara) el proceso por el que viajará, como la expresión metafórica de un juego de «matrioskas», semióticamente hablando.

La casa de muñecas como elemento diegético visual, tiene la función de guía o narrador. Lo cual ya se ha visto en películas como «Hereditary» (2018), de Ari Aster, o también en otras producciones, como en una de las de la saga de «Amityville», que introduce en una de sus interminables secuelas, el concepto de la casa de muñecas, como «escena dentro de la escena». También en «The Haunting of Bly Manor» (2020), de Mike Flanagan; o la versión de la misma novela de Henry James, que dirigió en su día Floria Sigismondi en 2021 («The Turning»).

El director de “Awakening” procede del mundo televisivo, lo cual quizás explicaría una constante y temeraria tendencia a la elongación del tempo durante el primer acto y medio, como si la producción tuviese que construirse como una miniserie. El chicle se estira demasiado y aboca a un peligroso «accelerando» en el tercer acto, que atropella y confunde al público. Tanto en lo que se refiere al esclarecimiento de la trama, como en todo a lo que afecta a un final, clarísimo a todas luces, aunque torpemente confeccionado hasta el epílogo. Algunos verán ahí una «pretendida» conclusión, cuya realidad depende de la interpretación de cada espectador. Nada más lejos de la realidad.

Actores más que convincentes, localización magnífica, desarrollo trepidante y un final cristalino, con una pretensión de sembrar la duda en el espectador, en mi opinión unas críticas excesivamente duras con este film. El motivo por el cual escribo esto, es porque hay películas con muchisimo más presupuesto que no cumplen.
Recomiendo éste film encarecidamente. No os defraudará.

Estas cosas son las que le faltan a la película al menos bajo mi punto de vista. Ya cuando se estrenó, por sus trailers, me había parecido una película que sería entretenida, con un par de sustos escasos y poco más. Al final, después de verla, se confirma que así es y te deja con un extraño sabor de boca. Lo que podría haber sido una buena cinta de miedo se ha quedado en una más del montón e incluso algo insípida en algunos aspectos.
La historia no es que estuviera mal pero le faltaba chispa. Empieza bien y nos hace creer que seguirá así a medida que nos van planteando la historia principal, pero luego, inexplicablemente, cae en una serie de acontecimientos que no llegan a transmitirnos miedo ni terror de la que solo salvaría un par de escenas contadas.
Si a todo ello le quitamos todo lo que sale en el trailer la película nos queda en nada y así no se puede pretender asustar a la gente que acude a verla. Con todo esto no diré que la película sea mala ni previsible porque no lo es, pero podría haber sido mucho mejor de lo que ha sido.
Si tuviera que destacar algo sería la escena de la casa de muñecas a mitad de metraje o su banda sonora que cumple bien con lo que estamos viendo. Todo lo demás se coge con pinzas y su final no es algo que haga mejorar el resultado ya que no ''pega'' demasiado con lo que uno se estaba esperando encontrar.
Las interpretaciones correctas sin más y por supuesto olvidadizas. Ningún rostro realmente conocido hacen de ''La maldición de Rockford'' una cinta de terror (sin demasiado terror) del montón y que sinceramente no recomendaría a nadie que desee pasar miedo de verdad. No obstante ningún actor ni actriz desentona aunque tampoco es que su elenco sea muy grande como para profundizar mucho más en ello.
Y del apartado del miedo poco más que añadir al respecto. Cuando estamos frente a una cinta catalogada como de terror mínimamente esperamos que nos cause algo de pánico en algún momento pero en esta cinta apenas sucede. Y digo apenas por no decir nunca, ya que este aspecto deja mucho que desear. Me extenderé en la ''zona de spoilers'' para no estropearle nada a nadie.
Resumiendo ''La maldición de Rockford'' es una película, que conste, entretenida de principio a fin en la que su nota media es de lo más acertada pero que falla en algunos aspectos que la llevan al grupo del montón. ¿La recomendaría? Pues sinceramente no mucho, pero se deja ver que es lo más importante si buscamos entretenimiento sin más.

Lo mejor: Es entretenida, la banda sonora es bastante aceptable y un par de escenas aisladas.
Lo peor: No da miedo.

* Aprobado raspado *