Malas tierras

Un joven asesino, su novia adolescente y los interminables cielos y campos de Terrence Malick conforman este inclasificable drama poético llamado "Malas tierras", una mezcla entre "Bonnie & Clyde" y "Elvira Madigan" acunada por la dulce Gassenhauer de Orff, cuya reminiscencia volvería más tarde a una hija bastarda -y mucho menor- conocida por "Amor a quemarropa".

"Malas tierras" o mejor denomínala por el más misterioso "Badlands" es la historia de un Adán sanguinario y una Eva inconsciente que en realidad se muestran incapacitados para entender y ser entendidos por el mundo y que deciden, en contraposición a lo real, erigir un fuerte en medio de la nada y revivir el Edén con un abrupto romanticismo que poco o nada tiene que ver con el amor humano.

No son dos enamorados: ella se adhiere a él como vía para el descubrimiento y él la recoge a ella por el abrigo de pertenencia que le brinda. No obstante, a veces se quieren o al menos quieren a lo que consiguen formar cuando están juntos y junto a la tierra, al río y a los animales. Estas criaturas celestiales que no quieren ni desean en realidad un futuro (juntos o separados) saben que al iniciar el viaje hacia las malas tierras, escogen el camino a Perdición.

Pero no les importa.

Uno se cansa ya de las comparaciones poéticas que tiene que leer a menudo en esto del cine. Han convertido la poesía en un arte menor. Ahora todos hacen verso libre. Y la poesía es otra cosa, tenemos la décima o espinela, el dístico elegiaco, la soleariya o la copla de pie quebrado. Claro, eso ya son palabras mayores, hay que saber de rima, de gramática, de puntuación... así que nada, todos haciendo verso libre que lo hace hasta Copito de Nieve.

La “poesía” de Terrence Malick es eso, nada más. Una meras palabras altisonantes carentes por completo de verdadera calidad artística y basadas en aparente sintonía con el entorno. En “Malas tierras” nos acerca la vida y milagros de un perturbado asesinado y de una bobalicona e inmadura compañera de cama y fatigas. Un tema de lo más “sugerente”.

Esto de tratar a los enfermos y peligrosos villanos como entrañables y humanos, y en cambio abordar a los políticos, policías, militares o incluso académicos- o quien sea- como seres de la grandísima puta, es un ejemplo de la inversión de valores y pérdida de discernimiento de nuestra sociedad.

Este tipo de historias sólo se pueden tratar mediante un género: la acción; pretender que me resulten interesante la vida y obra de un tipejo como el que interpreta el señor Sheen es monstruoso y sobre todo soberanamente ABURRIDO.

Decía Calderón de la Barca en “La vida es sueño”:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
"¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?"
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó

Pues eso Malick, que te has pasado toda la vida queriendo ser original con los despojos de los demás, y el cine tiene cien años de historia... En la próxima que estrenas intenta que la “poesía” que introduzcas no sea del nivel de Gloria Fuertes. Mucha suerte.


Nota: 5,8

Kit y Holly viven en malas tierras.

El cadáver de un perro, de raza inidentificable, se pudre en la calle. Un segundo perro, el de Holly, es asesinado por su padre. Su pez es sacrificado; muere asfixiado fuera del agua.

Ni la libre pureza de un animal tiene cabida en esas estáticas e inanimadas tierras a medio caballo entre el dominio humano y la nada absoluta.

...

Tres planos/escenas.

1. Holly observa, desde la ventana de su colegio, hacia el exterior, su voz en off nos indica que está pensando en Kit. La vista se sitúa al otro lado del cristal, en plano fijo. Apenas dura unos segundos. Ella, encarcelada, espera a "ese chico" que se rebele, y la arrastre en su rebeldía fuera de la pasividad de su entorno.

2. Holly observa, de noche, a lo lejos, las luces de la ciudad de Cheyenne, la más grande que jamás vio. "Sentí muchas cosas al ver aquellas luces, pero lo más importante es que decidí no ser más a Kit". Vislumbra el mundo civilizado y comprende que su libertad no es la misma que la de Kit. Ella anhela el mundo. Comprende que su hombre debe estar en él, pensando en ella, aun sin conocerla todavía.

3. Holly observa a Kit. Éste mira el gorro del policía, ya en el helicóptero. "Me gustaría tener uno igual", dice. El mundo moderno no le reservó un sitio a Kit; su lugar estaba en las carreteras de la América profunda; entre chozas de caña y la aridez del desierto.

Una historia de amor adolescente, truncada por dos formas diferentes de entender la libertad.

Ella amó a Kit, pero, al final, se casó con el hijo de su abogado.

Gracias.

Ópera prima de Terrence Malick, muy valorada por la mayoría, pero que a mí no me ha convencido.
Hay que reconocer que la película tiene una dirección, una fotografía y una música de gran calidad, pero la historia no me ha llenado para nada. Quizás no he entendido bien la psicología de los personajes, pero para mí no tienen sentido algunas reacciones que les he visto, tanto a los protagonistas como a los secundarios. Tampoco me parecen tan magistrales las interpretaciones de Sheen y Spacek como dicen...
Bueno, tampoco hay que justificar demasiado que a uno, como es mi caso, no le haya gustado tanto como a la mayoría una película. Lo mejor que podéis hacer es verla y crear vuestra propia opinión.

Cada vez creo más firmemente en la vida extraterrestre. No sólo en que exintan, sino en que habitan entre nosotros, como llevan tantos años tratando de decirnos cineastas como Spielberg o Sonnenfeld en sus Men in Black. Viven todos afincados en Estados Unidos, en la zona conocida como América Profunda, porque allí su comportamiento no llama demasiado la atención. Y de eso va esta peli. De una pareja de marcianos que hacen marcianadas, rodeados de marcianos. Y sé que son marcianos y no venusinos, por ejemplo, porque Malick, ese filósofo, sitúa la mayor parte de la “acción” (por llamarla de alguna manera) en un desierto de tierras rojizas. ¿Lo pilláis? Es una metáfora, porque a él le gusta que la gente piense.

Malick, como todo el mundo sabe, es la crema de la intelectualidá, que diría un castizo, y lo demuestra en la fuerza de sus diálogos, como ese en que el prota, tras haber salido veintisiete veces ya con la chica, le dice:
-¡Oye! Eres pelirroja.
Y ella le contesta:
-Sí, ya lo sé.
… ajá… umm… pero el cielo sale muy bonito.