La noche de las gaviotas

Conclusiones 
En esta cuarta y última Ossorio regresa a tierra con sus caballeros donde se mueven con mucha más soltura, en esta ocasión si podía decirse que es una continuación lineal de la anterior al arrancar en la costa donde la anterior se despedía, también le sabe dar un interesante giro al ser los propios habitantes los que ofrecen los sacrificios ante el temor de  algo peor (lo ya visto en anteriores entregas) esta cinta tiene un valor en cuanto a guion mucho más cuidado que la anterior innovando el estilo, al acercarse ligeramente al wéstern en su concepto (el forastero que llega a un pueblo que lo rechaza por temor a ser descubierto el acoso que sufren por parte del villano de turno que regresa a reclamar lo que cree suyo) pero manteniendo en esta ocasión si, la mayoría de los aciertos de las normas establecidas en las anteriores entregas, y como no cerrándolo todo de nuevo con ese magistral fin con el que ya nos había acostumbrado a cerrar en este caso definitivamente con ese fin de fiesta ante el dios o líder de los templarios de la muerte, un fin que a buen seguro también ha contribuido a que los fans encumbren esta saga como lo más sagrado del fantástico nacional.
Lo que nos Enseña
Como fue capaz Amando, de arreglar con este fin de fiesta lo que fue un éxito en principio pero pareció estar a punto de morir y caer en el olvido por la extraña evolución de la saga dando coletazos de calidad muy osados que podía haber resultados caros a la saga pero cual zombi templario surgiendo de las aguas, salvo y muy bien salvado convirtiéndolo en la primera saga del terror patrio.
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Cuarta y última película de la saga "Los Templarios" que el realizador Amando de Ossorio se sacó de la manga en su día y constituyó, para sorpresa de todos, un gran éxito propiciando tres secuelas más.
Todas ellas, según mi opinión, son más bien mediocres y con muchos minutos sosos, aburridos... pero con unos últimos tercios admirables desde el punto de vista dramático.
En esta ocasión creo que es al revés, la cinta, sin ser nada del otro jueves, se deja ver y su parte final está lleno de incongruencias que hacen que hasta chirríe por sus veleidades argumentales.
El empaque técnico una vez más es excelente, con música de Antón García Abril y fotografía de Francisco Sánchez, de gran calidad. Pero el ritmo es irregular y creo que no levanta el vuelo en casi ningún momento aunque se sigue con cierto interés por cuanto aburrir no se puede decir que aburra.
Se puede ver, sobre todo como homenaje a de Ossorio, hombre de cine de cierta importancia en la cinematografía española.

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