71 fragmentos de una cronología del azar

Y digo "impresionante" no por la película en sí, que como dicen otras críticas, se hace un poco aburrida en algunos momentos. Tampoco lo digo por la edición ni la idea, que son buenas, pero para una poco entendida como yo, no me es relevante.
Lo digo por la sensación, increíble sensación una vez terminada la película.

Recomiendo esta película que, como todas las de Michael Haneke, merece la pena ser vista.

El excelente director austríaco – premiado como pocos (ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013, aquí en Oviedo) – muestra, en “71 fragmentos de una cronología del azar”, una sociedad hastiada, egoísta e insensible, donde la soledad y el desamparo de los más débiles -- los niños, los mayores o sencillamente los necesitados de una ayuda tan elemental como puede ser el facilitar una información -- no conmueven a nadie.

Las manifestaciones de cariño son despreciadas, incluso odiadas, hasta por los mismísimos niños. La maternidad es vista como sufrimiento y los hijos desprecian los padres. La gente teme las guerras y se interesa por ellas desde las pantallas de sus televisiones. Por otro lado, y sin darse de ello cuenta, hace la guerra al prójimo en tiempos de paz, dificultando la vida del otro por pura incapacidad de comunicarse. Incomunicación patológica en una sociedad rica de bienes y pobre de valores humanos.

No hay encuentros, no hay alegría, no hay esperanza. Y cuando este estado de cosas cobra su precio, nadie es capaz de explicarse por qué ciertas catástrofes suceden. Como si la tragedia que se cierne sobre todos no tuviera su origen en la silenciosa, pero omnipresente, insensibilidad de un cuerpo social enfermo.

Imprescindible tercera parte de su Trilogía de la Glaciación Emocional, de la que también forman parte “El Séptimo Continente” y “El Video de Benny”.

Alegato sobre la muerte en occidente. Lo que hace el director austriaco, Michael Haneke, también es poesía pues, si el siglo XIX tuvo a Poe, el XX y el XXI tienen a Haneke que hace lo mismo que hacía Poe, contar historias de terror, porque este no es más que conseguir perturbar la mente a través de actos que sabes que pueden suceder. En esta obra, que está basada en hechos reales, el director va preparando nuestra mente para hacer con ella lo que quiere, cuando quiere, nos guste o no y ese es su poder y su perversidad. No hay retrato sobre la muerte más real que este.

"Dedicado a los amantes de la modernidad" o "la tecnología nos salvará" podrían ser otros títulos para esta substancial obra de Haneke. Y es que las corrientes más optimistas del pensamiento progresista o darwinista modernos siguen sin enterarse de la deriva que llevan las sociedades de la contemporaneidad.

La película habla a las claras: Los contenidos de los medios de comunicación, particularmente de la televisión están repletos de basura, de mierda virtual...pero mierda al fin y al cabo.

UN DEFENSOR DE LA DERIVA MODERNISTA: "Pero bueno, la película toca un caso aislado, siempre ha habido locos, o gente a la que se le va la cabeza...es la naturaleza del ser humano".

Pues no, el comportamiento del chaval que nos ocupa no es la naturaleza del ser humano. Es el comportamiento de un ser humano con la mente envenenada. En realidad, todos los personajes están envenenados, quizás está fuera de registro el chaval inmigrante.

Todos los personajes se bañan en el plasma de las ondas televisivas, es la banda sonora de su vida. Su vida, propiamente, es una vida solipsista, autofagocitada, alienada. Los abuelos son "retirados" del mundo; los matrimonios se han convertido en el compartir el lecho sepulcral; los trabajadores asalariados son autómatas, los problemas de la vida son losas que los aplastan; los padres que no pueden tener hijos buscan soluciones de corta y pega; los jóvenes viven abducidos en el mundo de la banalidad y el sinsentido.

UN DEFENSOR DE LA DERIVA MODERNISTA: "Pero hombre, hay que quedarse con lo positivo, hoy día vivimos mejor que nunca, tenemos los Derechos Humanos, el ser humano irá solucionando todos los problemas que surjan, con las nuevas tecnologías construiremos un mundo mejor...".

Dentro de la ecuación hay que meter los ordenadores, los programas informáticos. Todo lo que hace que vivamos en un mundo perfecto, en el que no necesitamos a otros humanos, sólo yo y la máquina. Por supuesto, el pensar que las máquinas por sí solas nos hacen todo esto, es de tontos.

Qué lástima, los esfuerzos de Haneke se perderán en el olvido, una vez más. Hoy día, nadie discute al Gran Hermano, han ganado. El ser humano hecho trizas. La llamada "humanidad", y primero la occidental, se desmorona. Buen intento, Haneke. Un 7,5.

Desastrosa oquedad virgen de Peneke.

El compatriota de Toni Polster, otro reputado repartidor de cal y arena, aquí se pasa de listo y obsequia al respetable con un absurdo aluvión de secuencias, que en teoría tratan de desarrollar asépticamente una explosión de violencia, una degradación personal, pero que en mi opinión no hacen otra cosa sino componer un ejercicio de estilo vacío, gélido y soporífero.

En fin, que si ya se queda por debajo de la mediocre El Vídeo De Benny Hill, no graznemos de Funny Games. Otra trilogía que hace aguas, salvando las distancias naturalmente con la del hombre verga.

Por lo demás, y viendo el asombro que causó en Sitges, insto desde aquí a que alguien con contactos me invite a ese festival. ¿Zulander, tú eres asiduo, no? Hablo en serio, ¿podría ir de algún modo? ¿Echan cola-cao al whisky? ¿desayunan cereales con absenta?

Quiero conquistar ese paraíso del licor, quiero clavar mi petaca en ese reino.